La desafección política de la sociedad española motivada por los sangrantes casos de corrupción del PP (cuyo paradigma sería la sentencia del Caso Gürtel), generó un tsunami popular de denuncia del actual déficit democrático, social y de valores originando un caos constructivo que facilitó la presentación de una moción de censura por parte de Pedro Sánchez, quien tras lograr el apoyo del resto de partidos de la oposición (excepto Ciudadanos), consiguió finiquitar el Gobierno de Rajoy y abrir un horizonte limitado en el tiempo que podría suponer el retorno del Bipartidismo. La estrategia electoral de Pedro Sánchez se basó en el mantra de la recuperación económica edulcorada con sibilinas promesas de aumento del techo de gasto autonómico, subidas salariales a funcionarios y jubilados así como reducciones fiscales al estar la sociedad española integrada por individuos unidimensionales que no dudaron en primar el “panem et circenses” frente al vértigo que suscitaba VOX, consiguiendo el PSOE una holgada victoria.
¿Será Pablo Casado el salvavidas de Pedro Sánchez?
Sin embargo, la posible negativa de Pablo Iglesias a facilitar la investidura de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno ante la negativa del PSOE a conformar un Gobierno de Coalición con ministros de Unidas Podemos, dejaría abierta la posibilidad de unas nuevas elecciones en el otoño que tendría como efecto colateral la inestabilización de la economía española al subir de forma desbocada la prima de riesgo.
En consecuencia, descartado un Gobierno de Salvación PSOE-Ciudadanos por la intransigencia y miopía política de su líder, Albert Rivera, la mass media del establishment habría iniciado la cruzada mediática para presionar a Pablo Casado y convencerlo “en aras del interés general de España” de la necesidad imperiosa de una abstención del PP en la sesión de investidura de Pedro Sánchez .
En esta coyuntura, el PP estaría revisando su actual estrategia política para incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica, consistente en el uso de comportamiento cooperativos o combativos que le puedan reportar mayores posibilidades de adaptación en función de una situación concreta. Asimismo, la inteligencia mediática se distingue por una extraordinaria capacidad para encontrar las debilidades ajenas y utilizarlas en beneficio propio así como de realizar acciones complejas que pueden no ser entendidas en un principio por sus votantes pues sus metas se proyectan hacia un futuro mediato (léase abstención en la investidura de Pedro Sánchez).
Dicha abstención lograría esquivar la dependencia de Pedro Sánchez tanto de ERC como de Bildu, contaría con las bendiciones del establishment financiero y posibilitará futuros acuerdos de Estado entre PP y PSOE para escenificar la metamorfosis del Régimen del 78 mediante una reforma edulcorada de la actual Constitución siguiendo la máxima del gatopardismo (“Cambiar todo para que nada cambie”). Asimismo, Pablo Casado pasaría a ser el interlocutor válido de Pedro Sánchez como líder de la oposición, no siendo descartable que el otrora partido estrella de la regeneración democrática (Ciudadanos), se vaya diluyendo en sus contradicciones siguiendo la estela de la extinta UCD.
El acuerdo PSOE-PP para facilitar la investidura de Pedro Sánchez incluiría la implementación del 155 en Cataluña en el supuesto de Declaración Unilateral de Independencia por el Parlament catalán así como la abstención del PSOE en comunidades como Murcia, Madrid y Navarra para evitar la dependencia de los votos de VOX y Bildu y tendría como último objetivo el retorno del Bipartidismo en un futuro mediato tras la fagocitación por las estrellas-Alfa (PSOE y PP) de los restos de la implosión de los partidos emergentes (Podemos, Ciudadanos y Vox), manteniendo las esencias de España como Estado monárquico, centralista, atlantista y eurocéntrico y condenado al ostracismo a los nacionalismos vasco y catalán.