De ese informe, ha acaparado la atención una referencia pasajera a la ubicación del mencionado armamento, el cual se encuentra en seis bases: Kleine Brogel (Bélgica), Büchel (Alemania), Aviano y Ghedi-Torre (Italia), Volkel (Países Bajos) e Incirlik (Turquía), según divulgó ayer el diario belga De Morgen.
El informe original no atribuye esta información a ninguna fuente, y la semana pasada se publicó en línea una versión final, en la cual se omite la referencia específica a dónde se almacenan las bombas y solo se alude vagamente a los aviones que podrían transportar armas nucleares.
En opinión del Post, como regla general, ni Estados Unidos ni sus socios europeos discuten la ubicación de las armas nucleares de Washington en el continente.
‘No comentamos los detalles de la postura nuclear de la OTAN’, dijo un funcionario de la organización que habló bajo condición del anonimato.
Sin embargo, varios medios europeos vieron el informe como la confirmación de un secreto a voces. ‘Finalmente en blanco y negro: hay armas nucleares estadounidenses en Bélgica’, indicó De Morgen, mientras la emisora neerlandesa RTL News sostuvo que la OTAN ‘reveló el secreto peor guardado de los Países Bajos’.
Kingston Reif, director de política de desarme y reducción de amenazas de la Asociación de Control de Armas, manifestó al Post en un correo electrónico que la presencia de armas nucleares norteamericanas en Europa no es ninguna sorpresa. ‘Esto ha sido durante mucho tiempo un conocimiento bastante abierto’.
La ubicación del armamento, señaló el medio informtivo, derivó de un acuerdo alcanzado en la década de 1960 y es fundamentalmente una reliquia de la Guerra Fría, diseñada no solo para actuar como disuasión ante la Unión Soviética sino también para convencer a los países de que no necesitan su propio programa de armas nucleares.
Pero los cambios geopolíticos ocurridos desde entonces traen nuevos cuestionamientos sobre tales artefactos, y el año pasado un informe del grupo Nuclear Threat Initiative advirtió sobre los riesgos de seguridad, credibilidad, y costos políticos y financieros de continuar con esos almacenamientos.