Las mejoras observadas antes de la recesión no fueron suficientes
Por Gilberto Costa,
En 2004, las personas de piel negra tenían 2,5 más probabilidades de ser pobres que las personas de piel blanca. En el caso de los trigueños, la posibilidad de ser pobres era 3,2 veces mayor. Diez años más tarde, “la posibilidad para los negros de ser pobres aún es 2,1 veces mayor que la de los blancos, mientras que la de los trigueños sigue siendo alta, es 2,6 veces mayor”. El análisis está registrado en un estudio que fue publicado hace poco por el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA). El estudio compara solo datos entre 2004 y 2014.
Los números indican la resistencia al cambio en la estructura social brasileña, incluso en la fase de crecimiento económico. “Los resultados pueden llamar la atención del movimiento negro sobre el hecho de que no hay mucho que celebrar a partir de ese momento”, señala el autor del estudio, Rafael Guerreiro Osório, técnico del IPEA y coordinador de investigaciones en el Centro Internacional de Políticas para el Crecimiento Inclusivo.
El trabajo no busca las causas por las que la desigualdad racial se mantiene en un nivel alto, “eso depende de varios factores”. Sin embargo, Osório señala que en el período 2004-2014 el país no quiso lidiar con el conflicto distributivo. “Estaba el programa Bolsa Famíllia (subsidio familiar), pero también el programa de subsidio del BNDES”, dijo a la Agência Brasil, refiriéndose a la conservación de privilegios en algunos sectores económicos mientras se expandían las políticas sociales.
Osório considera que existe una superposición entre las desigualdades raciales y regionales: diferencias en el acceso a una educación de calidad (con buenos resultados educativos) y también en la inclusión al mercado laboral, que pudo haber empeorado durante la recesión de 2015 a 2016. “En la crisis, los negros y los trigueños tienden a estar sentenciados al trabajo informal durante más tiempo.”
Para Osório, el crecimiento económico es “en gran parte el responsable de mejorar los ingresos y las condiciones de vida”. Defiende la necesidad de reformas como el Seguro Social, aprobado en la primera vuelta de la Cámara de Diputados; y el impuesto, en discusiones paralelas del Poder Ejecutivo en el Senado y la Cámara.
Según él, la reforma del Seguro Social “es necesaria para liquidar las cuentas públicas y para que el Estado pueda desarrollar más políticas sociales”. Además, considera que “cualquier movimiento” en el sentido de hacer menos injusto el acceso a pensiones y jubilaciones “es positivo”.
En el caso de una posible reforma tributaria, esta medida “es fundamental desde el punto de vista de las desigualdades. Es necesario cambiar la forma de tributación, aumentar la carga a los impuestos directos (como el impuesto a la renta) y disminuir la carga a los impuestos indirectos (pagos por la compra de bienes y productos, com el ICMS).”
El estudio del IPEA considera datos recolectados en las encuestas nacionales de muestra de hogares (PNDA) realizadas en diez años, para personas que disponen de US$ 0,10 a US$ 10,00 al día (de R$ 5,05 a R$ 504,55 per cápita mensuales según los valores desde diciembre del 2011).
Traducción del portugués por Erika Rodriguez