Cuando era pequeño, tanto en la escuela como en mi casa, me enseñaron que la razón era algo importante. Cuando se trataba un tema, uno podía opinar, de manera fundamentada y razonada, y así llegar a tener razón, si los fundamentos y la lógica aplicada eran correctos.
Estos días, en España, hemos visto argumentar tanto al PSOE como a Unidas Podemos (UP) sobre el (des)acuerdo para la investidura. Para ser sinceros, los “argumentos” del PSOE ni siquiera pueden ser considerados como tales; han sido un continuo de excusas, y cada vez que se superaba una, gracias a la flexibilidad de la postura de UP, surgía una nueva excusa. Primero fueron los “grandes temas de estado”, entre los cuales el primero y principal, el conflicto en Cataluña; allí, UP dijo que estaban dispuestos a acatar las resoluciones del gobierno, aun sabiendo que no reflejarían exactamente su postura. Luego, se dijo que UP pedía demasiados sillones, y finalmente se aclaró que el sillón que no se les quería dar era el reclamado para Pablo Iglesias; inmediatamente, Pablo Iglesias dijo que renunciaba a su sillón, si ese era el problema. Finalmente, el PSOE ha dicho que no aceptaba la propuesta de UP, pese a que era altamente razonable.
A todo ello, es importante tener en cuenta que desde el 28 de abril, fecha de las elecciones parlamentarias, hasta la primera sesión de investidura, el 22 de julio, pasaron casi 3 meses, durante los cuales el PSOE no hizo nada por acercar posturas. El mismo día de los debates, 22 y 23 de julio, durante su discurso, Pedro Sánchez dedicó mucha más energía y entusiasmo en pedir la abstención al PP y al Ciudadanos, que en tender alguna mano a UP. Prácticamente todos los asistentes, con excepción de los voceros del PSOE, coinciden en que el discurso del candidato a presidente parecía pedir “por favor” a PP y Ciudadanos que se abstuvieran, para evitar al PSOE el sufrimiento de un gobierno de coalición con UP.
En resumidas cuentas, que el PSOE nunca quiso gobernar con UP, al igual que tampoco quiso ninguna alianza en 2016, cuando fue corriendo a pactar con Ciudadanos.
Hasta aquí el relato de lo ocurrido. ¿Tiene razón UP en quejarse de la oferta y el maltrato recibido por parte de los socialistas? Sin duda. ¿Tiene razón en no aceptar el acuerdo ofrecido y forzar un nuevo intento de investidura en septiembre? Por supuesto.
Y sin embargo…, sin embargo…, quienes sufrirán las consecuencias de la falta de acuerdo entre PSOE y UP para gobernar serán los votantes progresistas de España, y el conjunto de la ciudadanía en general. No porque volver a votar sea un incordio tan grande, sino porque se necesitan respuestas urgentes a problemas sociales graves que están ocurriendo, y también porque se necesita al menos ver una luz al final del túnel del conflicto catalán. Un posible gobierno de las 3 derechas sería un verdadero desastre a todos los niveles, pudiendo incluso superar el desastre de los últimos gobiernos de Rajoy, gracias a la influencia de Vox.
Creo que UP ha sido generoso en sus renuncias, en la búsqueda de un acuerdo de gobierno. Creo que se ha “tragado varios sapos” en aras de formar un gobierno que ayude a aliviar los problemas a la ciudadanía. Pero creo que hace falta aun más renuncia, para evitar unas nuevas elecciones que podrían ser catastróficas.
El PSOE hizo una oferta pobre a UP, es cierto, pero es una oferta mucho mejor que la que querrían muchos “barones” socialistas y muchos directivos del IBEX 35. El PSOE hace esta oferta porque no tiene más remedio; no ofrecer nada sería mostrar más abiertamente aun que quisiera pactar con los partidos de derecha.
UP debería valorar esto como un triunfo propio; no importa que algunos socialistas se tapen la nariz para firmar el acuerdo, lo importante es que lo firmen. Si UP acepta, y forma ya un gobierno, se abren nuevas posibilidades. Por muchas razones y argumentos que tenga UP, esperamos que el afán de trabajar a favor de la ciudadanía sea mayor y permita pasar por encima de las mezquindades de un partido socialista que se sabe y se siente sostén del sistema actual, pero que no tiene más remedio que mostrar una cara más amable frente a la población.