«La agenda progresista es la agenda de Estados Unidos». Palabras que podrían haber salido de la boca de Bernie Sanders, senador de Vermont y actual candidato a la candidatura del Partido Demócrata. De hecho, estas palabras las dijo Elizabeth Warren, senadora de Massachusetts, también postulante a la candidatura del mismo partido. El columnista del New York Times Frank Bruni escribió recientemente que los dos cantan la misma canción para lograr un consenso de la izquierda del Partido Demócrata. Sin embargo, para Bruni, Warren canta mejor.

Sanders tiene el mérito de haber puesto en relieve la agenda progresista en las elecciones del 2016, creando entusiasmo en la parte izquierda del partido, especialmente entre los jóvenes. Ahora Warren compite con él por los mismos votantes y los presagios nos hacen creer que al final la senadora saldrá victoriosa.

Las ideas de estos dos senadores son similares e incluyen un giro de izquierda de la política estadounidense hacia un socialismo como el de Canadá o los países escandinavos, incluso si Warren se mantiene alejada del uso del término socialista. La senadora de Massachusetts eliminaría la salud privada sustituyéndola por una pública, haría que la universidad fuera gratuita, cancelaría las deudas de los estudiantes, reduciría los conglomerados agrícolas y el cuasi monopolio de los gigantes de la tecnología, invertiría notablemente en infraestructura y aumentaría el salario mínimo. Warren animaría a las empresas a entrar en el mercado de las energías renovables y multiplicaría la inversión pública en investigación. Una agenda ambiciosa que se pagaría con aumentos en los impuestos de los ricos, incluyendo un patrimonio por activos de más de 50 millones de dólares.

No se trata sólo de palabras, porque Warren, clásica intelectual, tiene un programa específico para todas estas iniciativas. Cada vez que se le hace una pregunta, su estribillo sale a la luz: «tengo un programa para lo que me pide». De hecho, su campaña se basa en programas diseñados con una especificidad notable. Se trata de una agenda un tanto populista que por un lado se centra en los pobres y en la clase media, y por otro lado ve por los más pudientes, aquellos que no tienen voz, a diferencia de las corporaciones y los banqueros de Wall Street que controlan el sistema financiero y de producción.

Warren sabe un poco sobre eso, y su vida lo atestigua. Nacida en Oklahoma en el seno de una familia con modestas condiciones económicas, a menudo recuerda las dificultades de sus padres durante la campaña electoral. Con frecuencia recuerda el hecho de que su padre sufrió un ataque cardíaco y no pudo trabajar durante muchos años. La madre, a la edad de 50 años, se vio obligada a empezar a trabajar para mantener a la familia consiguiendo un puesto de trabajo como recepcionista en Sears. Después de muchas dificultades, Warren consiguió graduarse y enseñar en una escuela pública de Nueva Jersey. Se graduó en Derecho en la Universidad de Rutgers, seguida por Enseñanza en la Universidad de Texas y posiblemente en la Universidad de Harvard. Un éxito debido a sus habilidades pero también al sistema estadounidense que a menudo cita con reconocimiento y gratitud.

Sin embargo, Warren considera que la situación actual es de gran beneficio para los ricos y para los que cuentan. En el reciente debate entre los postulantes a la candidatura de su partido declaró, con su típico estilo bélico, que la economía actual ya no funciona para los trabajadores, cuyos salarios, teniendo en cuenta la inflación, no han aumentado desde 1978. Sin embargo, la senadora continuó diciendo que para el 1% de los más ricos todo va bien. Así es como se explica la brecha astronómica entre ricos y pobres. La economía actual funciona bien para los ricos y las corporaciones que a menudo no pagan impuestos federales, tal y como lo han informado los medios de comunicación recientemente en el caso de Amazon. Si la economía funciona solo para los pudientes, para la senadora de Massachusetts se trata entonces de una pura y simple «corrupción».

Por lo tanto, Warren se declaró heroína de los pobres al ver enemigos en las corporaciones y en Wall Street, aliados naturales del Partido Republicano. Se necesita un enemigo para crear entusiasmo en los candidatos políticos. Trump lo encontró en los extranjeros que, según él, invaden el país, cometen crímenes y roban empleos a los estadounidenses. El actual inquilino de la Casa Blanca ha atacado a estos recién llegados, cuya piel no es blanca o tienen una religión diferente, declarándose defensor de los valores «tradicionales» estadounidenses, es decir, los valores considerados por blancos, haciendo uso de prejuicios que han dado lugar a declaraciones de legitimidad a grupos supremacistas.

Trump divide a los pobres, haciendo uso de clase, etnia y raza, afirmando defender a los trabajadores, principalmente a los blancos. Warren, en cambio, ataca a los ricos y afirma mantener la unión de los pobres y la clase media contra los verdaderos enemigos que controlan el sistema financiero y productivo. Cree en el sistema capitalista, pero sólo cuando este no olvida a los menos afortunados como su madre, que a los 50 años tuvo que encontrar un trabajo para mantener a su familia. Para Warren se trata de justicia económica. A aquellos que han tenido éxito en Estados Unidos, les recuerdan que más allá de la debida admiración por sus habilidades, no deben olvidar su deber. Después de todo, insiste Warren, el éxito logrado fue posible porque el país proporcionó instalaciones, mercados, carreteras, educación, transporte, etc., sin los cuales nada hubiera sido posible. Por eso ella ve estas contribuciones de impuestos de los ricos como patriotismo económico para ofrecer oportunidades similares al resto de la sociedad.

En el debate del Partido Demócrata, el diputado californiano de 38 años Eric Swalwell pidió al líder de las encuestas Joe Biden, de 76 años, que pasara la responsabilidad a los jóvenes. Biden se negó pero Sanders, de 77 años, contestó que la edad es sólo una de las características a tener en cuenta en la elección de los votantes. Él tiene razón. Las encuestas más recientes que toman en cuenta el reciente debate reflejan un declive para Biden, y uno más tenue para Sanders. Warren está en ascenso. ¿Se verá obligado Sanders a entregarle la responsabilidad de la izquierda del partido hacia una victoria por la candidatura y la primera conquista de la Casa Blanca por parte de una mujer?


Traducción: Ana Gabriela Velásquez Proaño