El 6 de junio, en Pressenza estrenamos nuestro último documental, «El principio del fin de las armas nucleares». Para este largometraje, entrevistamos a 14 personas, expertos en sus campos, que pudieron darnos perspectivas sobre la historia del tema, el proceso que llevó al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y los esfuerzos actuales para estigmatizar y convertir la prohibición en eliminación. Como parte de nuestro compromiso de hacer que esta información esté disponible para todo el mundo, publicamos las versiones completas de esas entrevistas, junto con sus transcripciones, con la esperanza de que esta información sea útil para los futuros cineastas de documentales, activistas e historiadores a quienes les gustaría escuchar los testimonios grabados en nuestras entrevistas.
Esta entrevista es con Kathleen Lawand, jefa de la Unidad de Armas del Comité Internacional de la Cruz Roja, en las oficinas del CICR en Ginebra, Suiza, el 12 de diciembre de 2018.
Preguntas: Tony Robinson, Camarógrafo: Álvaro Orús.
Transcripción
¿Qué se sabe sobre la respuesta a la emergencia en Hiroshima y Nagasaki?
Lo que sabemos es que, inmediatamente después de la bomba de Hiroshima, y lo sabemos por haber estado presentes en las semanas que siguieron a la explosión en Hiroshima; de los 300 médicos presentes en Hiroshima, 270 habían muerto; de las 1700 enfermeras, 1600 habían muerto; y de unos 140 farmacéuticos, 120 habían muerto.
Así que se puedes imaginar la situación cuando el CICR, nuestros médicos y delegados, llegaron al lugar de los hechos en Hiroshima. No había personal médico ni infraestructura, o prácticamente no quedaba ninguno, para atender a las decenas de miles de personas que estaban heridas y muriendo y necesitaban desesperadamente ayuda.
Milagrosamente, el Hospital de la Cruz Roja Japonesa estaba de pie entre los escombros, había sido construido en piedra, así que de alguna manera resistió la explosión, aunque todas sus ventanas estaban destrozadas, y lo que es más importante, su equipo médico crítico, el equipo de laboratorio, había sido destruido o dañado hasta el punto de no servir, pero a pesar de esto, miles de sobrevivientes se refugiaron en el hospital y la mayoría de ellos murieron.
De los 1000 sobrevivientes que había allí, 600 murieron en los días posteriores a la explosión, porque simplemente no pudieron obtener la atención médica que se requería.
La evidencia presentada en Oslo
En Oslo, presentamos evidencia de nuestra incapacidad para responder como organización humanitaria, nuestra incapacidad del CICR, y también la incapacidad de nuestro movimiento, del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, para proporcionar una respuesta humanitaria adecuada en caso de uso de armas nucleares, y esto se hizo de manera muy científica, sobre la base de un importante estudio que publicamos en 2009, es decir, hace casi 10 años, en el que evaluamos nuestra propia capacidad y la de otros organismos internacionales para prestar asistencia humanitaria en el caso de uso de armas nucleares.
Y lo que descubrimos es que no existe una capacidad adecuada a nivel nacional y ninguna en términos de coordinación internacional para responder a una explosión nuclear, y esto era realmente preocupante.
Por lo tanto, la única respuesta adecuada es eliminar las armas nucleares; prohibir y eliminar las armas nucleares. Esta es la forma definitiva de prevenir la catástrofe humanitaria que se produciría con el uso de armas nucleares, y a la que nosotros y otros organismos simplemente no podríamos responder. Por cierto, debo añadir que las conclusiones de nuestro estudio fueron corroboradas en un estudio similar realizado unos años después por los organismos de las Naciones Unidas.
¿Cuál fue el papel del CICR en la transformación del discurso en consecuencias humanitarias?
Pues bien, la conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación en mayo de 2010, verdaderamente llevó a un hallazgo histórico.
Todos los estados parte del Tratado de No Proliferación acordaron por consenso que cualquier uso de armas nucleares tendría consecuencias humanitarias catastróficas, y que las armas nucleares deben ser consideradas desde el punto de vista del Derecho Internacional Humanitario.
Ahora sabemos por la decisión la opinión consultiva de la Corte Internacional de Justicia, en 1996, que cualquier uso de armas nucleares sería generalmente contrario al Derecho Internacional Humanitario, también conocido como el Derecho de los Conflictos Armados o las Leyes de Guerra, y esta ha sido una conclusión del CICR y del movimiento mundial de la Cruz Roja y la Media Luna Roja desde hace muchos años.
Para nosotros, es difícil prever cualquier uso de armas nucleares que sea compatible con el Derecho Internacional Humanitario. Este fue uno de los puntos de partida de una declaración histórica del presidente del CICR en abril de 2010, es decir, un mes antes de la conferencia de revisión del Tratado de No Proliferación, en la que hizo un llamamiento a los Estados para que inicien negociaciones sobre un acuerdo internacional jurídicamente vinculante para prohibir y eliminar las armas nucleares; no solo por el hecho de que cualquier uso sería generalmente incompatible con el derecho humanitario, sino también, y de manera crucial, por la evidencia de las catastróficas consecuencias humanitarias y la incapacidad de cualquier organización de asistencia humanitaria para responder a esa catástrofe, a fin de poder satisfacer una magnitud de las necesidades humanitarias que se generarían con el uso de armas nucleares.
Teniendo en cuenta también, y esto está en estudios posteriores desde 1945, que la modelización medioambiental ha demostrado que incluso un intercambio nuclear limitado, que utilizara tal vez solo 100 armas nucleares de tamaño medio, limitado a una determinada región del mundo, por lo que no necesariamente se trata de un intercambio mundial, se produjera, en particular, en zonas pobladas, las consecuencias medioambientales serían tales que provocaría un enfriamiento de las temperaturas globales debido a la gran cantidad de materiales, incluidas las partículas radiactivas, que se lanzan a la atmósfera a partir de estas explosiones.
Y lo más probable es que provoque escasez de alimentos y una probable hambruna de más de mil millones de personas. ¡Y esto es sólo una fracción de las armas nucleares en los arsenales nucleares de hoy! Así que, una vez más, las pruebas se han ido acumulando en los últimos años. Muchas de estas pruebas fueron presentadas en las conferencias intergubernamentales sobre las consecuencias humanitarias de las armas nucleares, que comenzaron en Oslo, pero luego se celebraron en Nayarit (México) y en Viena (Austria) en 2013 y 2014, y ahora tenemos una enorme cantidad de evidencia que demuestra que una guerra nuclear no solo no sería ganable, sino que probablemente destruiría la vida en la Tierra tal como la conocemos en la actualidad.
¿Qué está haciendo el CICR para ayudar a la entrada en vigor?
El CICR y las Sociedades Nacionales de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, como parte de nuestro movimiento humanitario mundial, hemos acogido con satisfacción la aprobación del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y nos hemos comprometido, como movimiento mundial, a promover su entrada en vigor y a alentar al mayor número posible de estados a que se adhieran al Tratado.
Creemos que ahora este tratado puede realmente marcar una diferencia en términos de establecer una norma a nivel mundial, prohibiendo de manera muy clara y exhaustiva las armas nucleares y reforzando el estigma contra el uso de las mismas.
Así que el tratado envía una clara señal al mundo de que cualquier uso de armas nucleares, posesión, desarrollo, etc., es completamente inaceptable, y que esta locura tiene que parar.
Es preciso tomar medidas decisivas y concretas para poner fin a la época de las armas nucleares, y el Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares es un buen paso en la dirección correcta. Es un paso concreto en esa dirección.
Creemos que es un tratado que complementa el Tratado de No Proliferación Nuclear. El TNP compromete a los estados, en su artículo VI, al desarme nuclear, a adoptar medidas eficaces para lograr el desarme nuclear. Lamentablemente, habían muy pocas medidas concretas en el marco del artículo VI, pero creemos que hoy en día se ha dado ese paso a través del Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares.
También creemos que al reforzar el estigma de las armas nucleares, a través del Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares, se refuerzan los objetivos de no proliferación del TNP. Se produce un desincentivo aún mayor para que los estados quieran desarrollar armas nucleares y buscar armas nucleares.
¿Cómo puede la gente común involucrarse para ayudar a la firma y ratificación de la TPAN?
Bueno, es increíblemente importante que la gente que quiera hacer algo e involucrarse, a través de sus propias comunidades y cualquier organización o comunidad de intereses en la que trabajen, ya sea con organizaciones juveniles, la comunidad científica, asociaciones de profesores, muchas personas también están involucradas en la vida pública a nivel local, o a nivel nacional para el caso en sus países, planteen la cuestión; esta grave preocupación sobre la existencia continua de armas nucleares, críticamente sobre los crecientes riesgos del uso de armas nucleares.
Sabemos que con el aumento de las tensiones internacionales en los últimos años, con la retórica cada vez mayor de ciertos líderes mundiales que en realidad, ya sea abiertamente o de manera sutil pero bastante clara, están amenazando el uso de armas nucleares. Decir que esto es totalmente inaceptable y exigir a los gobiernos que tomen medidas concretas para reducir los riesgos nucleares, reducir las tensiones y dar pasos concretos hacia el desarme nuclear.
Esto es de interés para todas las comunidades. No se trata de una cuestión que pertenezca sólo a los políticos o a los expertos. Todo el mundo está preocupado por las armas nucleares, porque las armas nucleares amenazan el futuro de todos. Amenazan a nuestros hijos, a nuestros nietos, a las generaciones futuras, a toda la vida en el planeta. Por lo tanto, todo el mundo está involucrado, y todo el mundo tiene la legitimidad y la voz para participar en los debates sobre las armas nucleares.
¿Cuál es tu motivación?
Bueno, creo que hoy en día me siento motivada con solo mirar hacia atrás y ver lo que hemos logrado en los últimos ocho años. Mirando a los últimos ocho o diez años, si le hubieras preguntado a alguien si lograríamos prohibir las armas nucleares a través de un nuevo tratado (la gente no nos tomaba en serio), ellos te dirían: «Oh, eso es una utopía. No es realista. No va a suceder».
Bueno, sucedió. Sucedió porque todos nos unimos, trabajamos juntos. Cada uno con su propia experiencia y valor añadido, y así sucesivamente. Sin duda, el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja aportó su propia contribución a este esfuerzo de prohibición de las armas nucleares con su testimonio de primera mano de lo que vimos en Hiroshima; el CICR trabajó codo con codo con la Cruz Roja Japonesa en 1945 para hacer todo lo posible, contra todo pronóstico, con el fin de socorrer a los moribundos y a los heridos en decenas de miles.
Difícilmente podríamos tener un impacto allí. Y así, basándonos en nuestra experiencia de primera mano, pudimos llevar este testimonio y tener éxito a través del mismo, y lograr un cambio en la mentalidad de los gobiernos, de una masa crítica de gobiernos, para cambiar las cosas y dejar de ver las armas nucleares en términos estrechos, militares y de seguridad, y en su lugar ampliar la perspectiva y, de hecho, centrar la perspectiva en lo que estas armas realmente hacen. Cuál es la evidencia de lo que hacen a la salud humana, a las personas, a las sociedades y a sus impactos a largo plazo en el medio ambiente y en las generaciones futuras, y la verdadera amenaza que representan para las generaciones futuras y para la humanidad en su conjunto.
Por lo tanto, fue traer este testimonio de primera mano y también de los impactos a largo plazo de las armas nucleares; el hecho de que la Cruz Roja Japonesa siga tratando a los sobrevivientes de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
De hecho, en los cinco años que siguieron a las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, el número de víctimas mortales… El número original de víctimas mortales en Hiroshima y Nagasaki a finales de 1945, era de 140 000 en Hiroshima y 70 000 en Nagasaki.
Esas cifras aumentaron de dos a tres veces en los cinco años posteriores debido a la enfermedad por la exposición a la radiación. Así que la gente continuó muriendo masivamente en los siguientes cinco años. El sistema médico era incapaz de responder a esto, no tenía la capacidad de responder, y luego, cuando el sistema médico se levantó y volvió a funcionar en Hiroshima y Nagasaki, a través de hospitales reconstruidos, los hospitales de la Cruz Roja Japonesa continuaron tratando a miles de supervivientes de las muy altas incidencias de cáncer, leucemia y otras enfermedades posteriores.
Así que durante las décadas siguientes, ahora más de setenta y tres años después de los bombardeos atómicos, los sobrevivientes restantes, los Hibakusha, continuaron sufriendo de estos cánceres y enfermedades y son tratados por los hospitales de la Cruz Roja Japonesa.
Me siento muy optimista cuando veo lo que fuimos capaces de lograr contra todo pronóstico hace ocho años. Cuando nos embarcamos en esto hace ocho años, solicitando un nuevo tratado para prohibir y eliminar las armas nucleares; y esta corriente de ideas que fue creada, la labor del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja con el CICR y, por supuesto, con la sociedad civil, bajo los auspicios de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares y de una serie de estados, y la obtención de apoyo entre la masa crítica de estados para negociar el tratado de prohibición de las armas nucleares.
Esto me da mucho optimismo sobre poder hacer mucho más. Va a requerir mucho trabajo y dedicación, pero estamos comprometidos a hacerlo, a ver la entrada en vigor del Tratado de Prohibición y a ver el compromiso de la mayoría de los estados.
Y mientras tanto, ejercer la presión necesaria sobre los Estados poseedores de armas nucleares y sus aliados para que adopten medidas urgentes, ahora mismo, para reducir los riesgos nucleares, seguir los pasos para disminuir el riesgo del empleo de armas nucleares, impedir su uso y, en última instancia, cumplir sus promesas de desarme nuclear mediante la adopción de las medidas concretas necesarias.
Traducción del inglés por Melina Miketta