A menudo deambulo entre amigos desanimados o preocupados por lo que ven a su alrededor. Me doy cuenta de que es necesario reconfortar a mucha gente buena que se siente realmente preocupada por lo que está sucediendo, desanimada por las acciones de cierto gobierno, el comentario de algún político, la información que surge sobre cierto problema, la indiferencia aparentemente general hacia otros, los enfrentamientos incomprensibles, y así sucesivamente.
Sabemos bien la enorme diferencia entre los problemas y la percepción de los problemas. El ejemplo clásico es el de los extranjeros. No existe invasión alguna, pero mucha gente sigue sintiéndose invadida. Disminuyen los hurtos, pero la gente se siente insegura.
En este tema de la percepción, los medios de comunicación juegan un papel bastante importante, dando mucho más espacio a lo que es malo que a lo que es bueno. «Un árbol que cae hace más ruido que un bosque en crecimiento».
Al mismo tiempo, hay algo que todos y cada uno de nosotros podemos hacer para evitar involucrarnos en el clima catastrófico que prevalece. Es algo extremadamente simple: no creer en ello.
«Inútil y malvada es la profecía que anuncia el exterminio del mundo. Afirmo que el ser humano no solo seguirá viviendo, sino que crecerá sin límites. Y además digo que el que niega la vida quiere robar toda la esperanza, el palpitante corazón de la acción humana».
Esta frase de Silo en Humanizar la Tierra me parece muy oportuna para oponerse a un estado mental generado por quienes cuentan con la parálisis de las buenas personas. Están repitiendo obsesivamente la profecía de la catástrofe para desanimar a todas las personas y organizaciones que genuinamente quieren cambiar el mundo. Objetar esta profecía no significa no darse cuenta de que hay elementos peligrosos que pueden cuestionar la existencia de la especie humana (y de muchas otras) en este planeta. Pero ciertamente no es el desaliento lo que nos puede hacer enfrentar la situación adecuadamente; lo que necesitamos es lucidez, determinación e inteligencia en la búsqueda de las nuevas soluciones que necesitamos. Continuando con el poeta Silo «No eres un bólido que cae, sino una brillante saeta que vuela hacia los cielos».
Si tengo que hacer un análisis del momento actual, veo más bien la espectacular caída del viejo mundo, producto de la moral, de los modos de producción y de la relación que arrastran del viejo mundo del autoritarismo, de la explotación, de la violencia, de la división de clases, de la arrogancia de Occidente, del machismo y del paternalismo, del racismo, del miedo a lo diferente, etc., etc. Este mundo ha desaparecido y, en su colapso, se mueve de derecha a izquierda, como un monstruo mitológico antes de desmoronarse. Este colapso es absolutamente necesario, aunque trágico, para que la nueva postura se manifieste. Para este colapso es necesario prepararse, pero no desanimarse.
Junto al viejo, ya veo un Nuevo Mundo: circular, pacífico, afectuoso, inclusivo, solidario, curioso y amante de la diversidad, ligero pero decidido, espiritual pero no dogmático. Es un mundo nuevo y como todos los seres nuevos es pequeño, frágil, incierto: pero sus ojos brillantes danzan hacia el futuro.
Nosotros, pequeñas partes de este nuevo mundo, debemos apoyarnos mutuamente, acudir recíprocamente en nuestra ayuda cuando perdamos el camino y así encontrarlo de nuevo, y debemos acudir urgentemente en ayuda de aquellos que están perdidos porque creen en el mundo mental en el que algunas personas poderosas quieren que creamos y esta creencia niega la esperanza y abre las puertas del abismo.
A mí me pasa que, cuando me es posible, brindo comodidad, informo, consuelo, animo a las personas que están a mi alcance. Un trabajo invisible, pero extremadamente necesario. A veces se necesitan 5 minutos para que una persona vuelva a razonar, a veces solo hace falta un gesto de amor para que otra persona entienda que no está sola.
Y este entramado de redes, como el nuestro de los activistas mediáticos, es un paso fundamental hacia la clarificación y la información, acciones que son aún más necesarias en este momento histórico de confusión.
Así que gracias a aquellos que lo hacen de manera desinteresada. Gracias a los que iluminan el camino. Gracias a todos aquellos que aportan nuevas ideas, propuestas, acciones. Gracias a quienes construyen con visión hacia el futuro.
Traducción: Ana Gabriela Velásquez Proaño