… Insistiendo en que las heridas más graves son las psicológicas.
Judith Prat, que expone sus fotografías sobre las víctimas de los secuestros de Boko Haram, relató el doble drama de estas niñas y mujeres. “En el mejor de los casos, cuando son liberadas, el retorno a sus comunidades es complejo, son rechazadas ellas y sus hijos fruto de las violaciones”.
Laura Alfaya, la autora del libro “Refugeat” con recetas recogidas en el campo de refugiados de Ritsona, en Grecia, cocinó este mediodía en la réplica del campo asentado en los Jardines de Méndez Núñez. El menú, humos y shorba (un guiso con base de lentejas).
Natalia Sancha, una de las fotoperiodistas que exponen en Acampa Coruña 2019, acercó a la ciudad la realidad de las mujeres sirias en el marco de la guerra que destruyó su país. “Siria se ha convertido en un psiquiátrico enorme; la herida más grave del país es la psicológica”. Esta voz autorizada en el conflicto, que se asomó a la realidad de las mujeres sirias insiste en la superposición de las heridas; las físicas son atroces, las emocionales, más invisibles, igual o más profundas”. Sancha sorprende al afirmar que “los refugiados son los “burgueses” de la guerra, los que han podido salir del país. Después están los desplazados, que simplemente han huído de sus pueblos destruidos a otros cercanos, dentro de una tierra devastada. Pero hay otros aún más vulnerables, sobre los que poner el foco, los que no pueden salir, unas víctimas a las que los medios y los periodistas, muchas veces, ni llegan”
Junto a Sancha, el plantel de fotoperiodistas invitadas a Acampa 2019 se completa con Anna Surinyach, Judith Prat y Lorena Ros. Las imágenes de Surinyach reflejan el drama de las mujeres y los niños que cruzan el Mediterráneo, siempre en el peor lugar de la barcaza, siempre sometidas a más riesgos… La fotoperiodista denuncia el agravamiento de esa realidad en el tiempo. “En 2014 y 2015 era difícil encontrarnos una embarcación con cadáveres; Si ocurría, habría protagonizado todas las portadas en todos los medios del mundo”, explica. “En 2017 ya casi no era noticia por lo frecuente”. Surinyach insistió en que, a su juicio, “ hay que hacer esas fotos pero también hay que buscar otros ángulos que hagan reflexionar, hay que huir de la reiteración y hay que poner historia, relato, detrás de cada una de esas miradas”.
Para Judith Prat en los conflictos armados las mujeres son siempre víctimas de múltiples violencias ya que sufren la violencia general, la sexual y, posteriormente, el estigma. En su trabajo sobre los secuestros de Boko Haram, en Nigeria, quiso conocer qué pensaban las víctimas “porque son muchas las veces en que los periodistas que nos acercamos a zonas de conflicto acabamos obteniendo solo la versión de los hombres, perdiéndonos la visión, los matices que siempre dan las mujeres”. En el caso de la actividad del grupo yihadista en el norte de Nigeria, “el gobierno negó durante años la existencia de estos secuestros; en 2015 reconocieron 2.000 secuestros de mujeres y tres años después 10.000, aunque las organizaciones que trabajan en el terreno mantienen que muchas más”. El destino de una niña o mujer secuestrada por Boko Haram es la violación, la conversión en una esclava sexual. Cuando son liberadas arrastran el estigma de la deshonra ante sus familias, por lo que muchas veces son rechazadas, ellas y sus niños, fruto de esas violaciones. Hay otro daño sobre ellas, explica, una agresión silenciosa y más a medio plazo: como los secuestros masivos se producen, principalmente, en las escuelas, los padres han decidido no llevar a las niñas al colegio, las desescolarizan para protegerlas, pero con esa decisión también les están negando el futuro.
Lorena Ros nos acerca en su exposición a la violencia de la trata, a las ceremonias de juju (vudú) que les practican a las jóvenes nigerianas antes de trasladarlas a Europa para prostituirlas. “La ceremonia es una violencia psicológica atroz en la que quedan totalmente atrapadas”. La libertad llegará si pagan su deuda, 50.000 dólares. Y la pagan, asegura Lorena Ros, con su cuerpo. Cuando Ros empezó a trabajar en este tema, descubrió que la prostitución nigeriana que llegaba a las calles de Barcelona, París o a la Casa de Campo de Madrid provenía de una misma región. Así que fue al origen de este horrible viaje. Un área de una profunda tradición animalista, cuna de la esclavitud desde 1.400, explica. A lo largo de los siglos ha variado la causa pero han sido esclavos de múltiples cosas. “En el siglo XXI esa esclavitud es la trata”.
Este mediodía, Laura Alfaya, la autora de “Refugeat”, un libro con las recetas de refugiados sirios, iraquies, somalís sudaneses y kurdos recogidos en el campo de Ritsona, en Grecia, cocinó en Acampa. “Cuando llegamos a Ritsona, en la Semana Santa de 2017, comprobamos muy pronto la importancia de la comida como un vehículo que reconectaba a los refugiados con la tierra que habían dejado atrás, con su cultura, y con el grupo”, explica. “Esas recetas eran, para todos, terapéuticas”. En la réplica del campo de refugiados asentado en los Jardines Alfaya cocinó para los que hasta allí se acercaron dos de las recetas recogidas en Refugeat, humus y shorba (un guiso de lentejas).