Mientras les escribo, los dramáticos acontecimientos relacionados con los migrantes que fueron rescatados por Sea Watch y que han estado atrapados en el mar abierto durante casi dos semanas no han llegado aún a un final. Acompañando esta historia con pasión, quiero destacar una serie de elementos que van más allá de las noticias en continua evolución.
La criminalización de la solidaridad frente a los migrantes lleva más de dos años, y no sólo en Italia. Después de cada nuevo suceso uno tiene la impresión de haber tocado fondo – y sin embargo, algo más sigue sucediendo que es aún más impensable y espeluznante. No son sólo los hechos: miles de personas torturadas, violadas y vendidas en Libia, y las que consiguen escapar de ese infierno se ahogan en el Mediterráneo, otros miles más son amontonados en campos de refugiados a lo largo de la ruta de los Balcanes, por no hablar de los que perecen al intentar cruzar la frontera, que está fuertemente militarizada, entre México y los Estados Unidos. Son también las palabras que se utilizan, los discursos cada vez más delirantes, sexistas, vulgares y violentos junto a unas mentiras descaradas e interminables.
El político de extrema derecha Giorgia Meloni propone «hundir» al Sea Watch, Salvini lo llama «barco pirata» y despide a su capitana, Carola Rakete, como una «fanfarrona que juega a la política con la vida de los inmigrantes» (¿pero en realidad lo es?). El invoca la «sagrada defensa de las fronteras de la patria», como si estuviéramos en guerra, declara que la situación «está estallando » y repite obsesivamente sus absurdos sobre la complicidad de las ONG con los traficantes de personas. Su proclamación belicosa de que «nunca desembarcarán» suena más como el alarde de un comandante dirigiéndose a sus tropas más que una declaración realista (al final los migrantes siempre desembarcan, pero después de una espera cruel e inútil).
El contraste no podría ser mayor entre el lenguaje indigno de un ministro (por suerte, Meloni no lo es) y las tranquilas y valientes declaraciones del capitán de Sea Watch: donde Salvini actúa con dureza contra los más débiles, diciendo que está dispuesto a «movilizar a la policía» contra las personas vulnerables y agotadas, por el otro lado Carola Rakete simplemente afirma: «Sé lo que estoy arriesgando, pero los 42 sobrevivientes están en sus últimas. Los voy a acoger». El riesgo es grande. Tras el «decreto de seguridad» recientemente aprobado por el gobierno italiano, Sea Watch está amenazada con una multa de hasta 50.000 euros, junto con la confiscación del barco, y aún más con los cargos por apoyar la inmigración ilegal. Y sin embargo, como todos los Justos partiendo de Antígona que a lo largo de la historia han optado por desobedecer las leyes injustas, y en sus palabras se oye la coherencia de los que ponen la seguridad de otros seres humanos por encima de todo, incluso si esta representa un gran riesgo para ellos mismos.
Traducido del inglés por Nicolás Soto
Diseño por Francesco Piobbichi, activista de Mediterranean Hope y miembro del Forum Lampedusa Solidale.