Tras la aprobación del matrimonio igualitario en Ecuador por parte de la Corte Constitucional el pasado miércoles 12 de junio, Danilo Manzano,activista político LGBTI y director de la organización Diálogo Diverso en Quito, Ecuador, ha sido objeto de todo tipo de insultos y agresiones. Eso mismo ha sucedido con las organizaciones y activistas por los derechos LGBTI e incluso, con personas que no pertenecen a ninguna organización pero que se identifican como población diversa. En medio de esta ola de discursos de odio que vive el país, Pressenza conversó con Danilo. Aquí, lo que nos comentó.
P: ¿Qué significa la aprobación del matrimonio igualitario en la historia de la lucha por los derechos de la población LGBTI en el país?
DM: Uno de los puntos a destacar es que no se trata de un regalo ni un privilegio. Lo fue durante muchos años para las parejas heterosexuales, pues era una opción solamente para ellas. Es un derecho que permite protección en el ámbito legal, es avanzar en tener los mismos derechos con los mismos nombres y, sobre todo, acceder a las garantías legales que da esta figura legal. La despenalización en Ecuador, hace 22 años, se dio en un contexto ambiguo. En aquel momento ser LGBTI era considerado un crimen. Gays y lesbianas iban a parar a la cárcel. Que la Corte haya dado un fallo a favor del matrimonio igualitario abre la oportunidad a Ecuador de convertirse en un país vanguardista en derechos humanos; que se cierre la brecha entre personas heterosexuales y LGBTI, que hasta ahora han sido tratadas como ciudadanas de segunda categoría.
P: Algunos sectores y movimientos de la sociedad ecuatoriana han cuestionado la decisión de la Corte y algunos abogados de estos sectores han afirmado la inconstitucionalidad. ¿Cómo ves esta situación?
DM: Sin duda alguna, esta decisión en pro de los derechos de las personas LGBTI nos permite entender al menos dos propósitos del movimiento. El primero, la incidencia política que busca que el Estado ecuatoriano garantice igualdad de derechos, en este caso, el matrimonio, para que aquellas parejas que así lo quieran opten por el. El segundo, mucho más difícil, tiene que ver con el cambio estructural de una sociedad ecuatoriana altamente violenta y discriminadora en la que el temor infundado que han alentado sobre todo posiciones religiosas, no permite el desarrollo de pensamiento crítico. Este asunto está relacionado con la educación.
Aunque Ecuador es un Estado laico tiene profundamente arraigados valores muy metidos en el pensamiento y sentimiento de la gente, que hacen que vean con temor este tipo de cambios. Los movimientos LGBTI no estamos en contra de la espiritualidad y la religión de las personas, pero hacemos notar que se trata de un asunto de derechos y de lograr que todos los derechos sean para todas las personas.
Las reacciones conservadoras de profesionales de la jurisprudencia nos arrojan una radiografía clara de la sociedad ecuatoriana y de cómo está atravesada por posiciones conservadoras que utilizan el miedo y que usan argumentos mentirosos como por ejemplo que la familia se va a destruir, que pretendemos homosexualizar a niños, niñas y adolescentes, deslegitamando el proceso humano de construcción de la propia orientación sexual. Además, pone en evidencia el adultocentrimo de la sociedad, que niega la libertad de decisión de niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
Hacemos un llamado y apelamos a las conciencias para que nos pongamos en los zapatos de las otras personas, para dialogar y comprender por qué es importante ganar derechos, sobre todo para aquellos grupos que han sido históricamente vulnerados. Si bien este es un hito muy importante, hay muchos otros derechos por los que tenemos que luchar, particularmente los referidos al acceso a salud, educación, trabajo, vivienda, seguridad social, en el que todavía hay brechas enormes, en especial para las personas trans, que siguen siendo muy discriminadas.
P: Otros sectores de opinión no entienden muy bien por qué luchar por el matrimonio igualitario. Particularmente aquellos sectores que consideran el matrimonio como una institución caduca. ¿Cuál es la relevancia de esta lucha por el matrimonio?
DM: Yo, personalmente, considero que evidentemente el matrimonio como tal es una institución sobrecargada de moral y de valores. La percepción de su importancia es excesiva y se convierte en una limitación a la libertad de decidir. Seguimos pensando que la persona amada es una propiedad, un objeto y no un ser libre que puede decidir suspender una relación afectiva cuando el amor llega a su final. La vergüenza, el qué dirán, el temor, con mucha carga religiosa, limita la libertad de las personas. Estoy seguro que si la lucha fuera abolir la institución del matrimonio, seguro muchos saldríamos.
Sin embargo, al ser el matrimonio como tal una figura legal que permite que las parejas puedan proteger a sus familias en diversos sentidos, es profundamente importante alcanzar este derecho que nos ha sido negado a lo largo de la historia. Por otro lado, está el valor simbólico de la posibilidad de manifestarse y comprometerse públicamente. Por qué unas personas sí pueden y otras no. Que para todas exista la posibilidad, es importante. Algunos lo harán y otros no, pero justamente ese es el sentido, que tengan esa opción.
P: ¿Cuál es la agenda que continúa por los derechos de la población LGBTI en Ecuador?
DM: Definitivamente, es importante contextualizar que en las agendas de las diversidades LGBTI, el logro del matrimonio igualitario ha sido positivo para unos, para otros indiferente y para otros muy importante. Y es que las prioridades en la vida real de cada persona, son diferentes.
Hay parejas que han querido optar por este beneficio y sus garantías y para ellas es un gran motivo de alegría. Para otros sectores, las prioridades están en otra parte y es justamente en el acceso a derechos como la salud, la educación, la seguridad social, entre otros. Una vez que se logra el matrimonio igualitario, es importante enfocarnos en otras luchas fundamentales. Una de ellas, por ejemplo, la ley de identidad sexual, una ley fundamental particularmente para las personas trans; trabajar en la sensibilización que tanta falta nos hace para poder apreciar la diversidad como algo positivo.
Así que, una vez alcanzado el matrimonio igualitario, tenemos que continuar la lucha en la incidencia política y también en lograr los cambios sociales que permitirán una convivencia armónica, pacífica y respetuosa entre heterosexuales, LGBTI y entre todos. Otra lucha pendiente es la adopción, que ha sido tremendamente atacada y tergiversada por sectores conservadores, nuevamente con argumentos mentirosos. La agenda pendiente es tan diversa como nuestras propias poblaciones. El desafío es unirnos, es erradicar el machismo y la discriminación que existen también dentro de las organizaciones y poblaciones LGBTI. Finalmente, es fundamental aliarnos con otras organizaciones sociales para eliminar toda muestra de discriminación, homofobia y violencia y trabajar por una sociedad que respete la diversidad en su máxima expresión.
Danilo concluye afirmando que este logro es también una conmemoración y un homenaje a todas aquellas personas que han peleados desde hace muchas décadas, a las generaciones de hombres y mujeres de ocultar sus relaciones de pareja, que no tuvieron la posibilidad de vivir la despenalización de la homosexualidad y que hoy no tendrán posibilidad de acceder al derecho al matrimonio igualitario. Es fundamental, dice, reconocer la lucha de Pamela Troya y Gabriela Correa, quienes visibilizaron su relación ante esta sociedad conservadora y machista para exigir que su matrimonio fuera registrado. Reconocer a la Fundación Pacta, de jóvenes abogados, que se sumaron a esta lucha y que, con el apoyo de activistas y organizaciones, han obtenido este resultado. Igualmente, un reconocimiento al activista Efraín Soria y su pareja, de la Fundación Ecuatoriana Equidad, quienes se sumaron de modo tan profesional y valiente para que hoy tengamos este derechos. Reconocer la lucha de todos y todas es fundamental. Ahora seguimos en la posta por la lucha de todos los derechos para la población LGBTI.