por Confederación Sindical Internacional (CSI)
Con una desigualdad galopante y las corporaciones capturando una proporción cada vez mayor de las riquezas y extorsionando a los Gobiernos, la CSI reclama un nuevo contrato social, apoyado por una garantía laboral universal, en este año del centenario de la Organización Internacional del Trabajo.
“En todo el mundo los trabajadores y trabajadoras subsisten al límite de la precariedad, mientras que los beneficios de las empresas se disparan. Niveles récord de desigualdad e inseguridad económica amenazan la democracia y erosionan la confianza en los políticos y las instituciones que deberían servir a la población, pero no lo hacen. Hoy en día hay 300 millones de trabajadores pobres en el mundo, 190 millones de personas oficialmente sin empleo y el 60% de los trabajadores y trabajadoras con trabajos informales. Cada 11 segundos una persona pierde la vida a causa de condiciones de trabajo peligrosas. No se trata únicamente de estadísticas, son el reflejo de una historia de desesperación, privaciones y creciente descontento. Es necesario corregir las reglas de la economía global, y la Declaración que se adoptará en la OIT en junio tendría que ser el punto de partida”, comentó Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI.
“La fundación de la OIT en 1919 estableció el contrato social, para crear las condiciones sociales y económicas que garantizarían prosperidad y paz. Más adelante, en 1944, se adoptó la Declaración de Filadelfia con ese mismo objetivo. Pero las últimas décadas de globalización empresarial han dado al traste con esa visión, conduciendo al mundo al borde de la destrucción del medio ambiente y dejando atrás a miles de millones de personas. Este año se presenta una nueva oportunidad de corregir la situación, de cambiar las reglas y que las personas asuman el control. Tenemos que sacar partido de las promesas del rápido cambio tecnológico en beneficio de la mayoría, y no exclusivamente del puñado de multimillonarios que controlan actualmente el destino de la población con total irresponsabilidad y falta de conciencia. Si no conseguimos hacerlo bien esta vez, puede que no tengamos otra oportunidad.
“La libertad sindical, reforzar el poder de los trabajadores y las trabajadoras mediante la organización y derechos de negociación colectiva para todos, independientemente de su modalidad contractual o de su situación laboral, representan los cimientos de la justicia económica y social. Estos derechos están siendo atacados en todas las regiones del mundo, y las reglas del comercio y las finanzas globales deben cambiar para poner término a la carrera hacia el fondo. El nuevo contrato social ha de situar a la OIT como un elemento central en la toma de decisiones económicas a nivel global, y acabar con el dogma neoliberal que las instituciones financieras Internacionales están imponiendo en algunos países”, añadió Burrow.
Como parte de los preparativos del movimiento sindical para la Conferencia de la OIT en junio, la CSI ha decidido lanzar una petición pública para incrementar las presiones a favor de una reforma.
“Este año podemos empezar a liberar los billones de dólares que permanecen retenidos en paraísos fiscales y en las cuentas bancarias de los oligarcas de la globalización corporativa, situando nuevamente el poder de negociación en manos de los trabajadores. Los líderes mundiales tienen que aliviar la carga que pesa de momento sobre los hombros de los trabajadores y las trabajadoras. En el mundo no faltan riquezas, simplemente falta voluntad política, y estamos decididos a conseguir que esto cambie”, concluyó Burrow.