Trump y Putin mantuvieron una larga conversación telefónica en la que se habrían sentado las bases para posteriores acuerdos relativos a Venezuela, Siria y Ucrania dentro de la nueva dinámica acción-reacción propia de escenarios de Guerra Fría 2.0.
Maduro, ¿alea jacta est?
El acuerdo chino-venezolano por el que la empresa petro-química estatal china Sinopec invertirá 14.000 millones de dólares para lograr una producción diaria de petróleo en 200.000 barriles diarios de crudo en la Faja Petrolífera del Orinoco, (considerado el yacimiento petrolero más abundante del mundo), sería un misil en la línea de flotación de la geopolítica global de EEUU (cuyo objetivo inequívoco sería secar las fuentes energéticas de China), por lo es perentorio para EEUU la defenestración de Maduro. Así, tras una sistemática e intensa campaña desestabilizadora basada en el desabastecimiento selectivos de artículos de primera necesidad, la obscena especulación, la amplificación en los medios de la creciente inseguridad ciudadana, la toma de las calles por la oposición y la aplicación de sanciones al crudo venezolano para provocar el default o cese de pagos, estaríamos asistiendo a la fase final de la trama para lograr la defenestración de Maduro para lo que se antoja inevitable el visto bueno de Putin. En consecuencia, Trump y Putin mantuvieron una larga conversación telefónica en la que Putin habría confirmado a Trump su voluntad inequívoca de “no respaldar militarmente a Maduro”, por lo que tras el exilio a Cuba de Maduro y la cúpula militar, asistiremos a la conformación de un Gobierno de Transición integrado por figuras neutrales de la oposición y del chavismo que deberá preparar las Elecciones Presidenciales para el próximo otoño.
¿Es la “asfixia energética” de Cuba el último objetivo de EE.UU.?
Donald Trump habría adoptado como leit motiv de su Presidencia eliminar todo vestigio del legado obamaniano. Así, tras el intento de finiquitar el Obamacare, el anuncio de revisión del Tratado NAFTA y la retirada de EEUU del Acuerdo de París contra el Cambio Climático, el siguiente paso será intentar deshacer los avances diplomáticos y comerciales alcanzados con Cuba bajo el mandato de Barack Obama fruto de la extenuante presión de los destacados representantes cubano-americanos Marco Rubio y Mario Díaz-Balart. Además, la renovación automática por parte de EEUU por un año más del embargo comercial a la isla atentarían contra el vigente sistema financiero y político internacional y podrían suponer para Cuba pérdidas estimadas en cerca de 50.000 millones de dólares, abocando al régimen cubano a la asfixia económica que se verá agudizado con la asfixia energética tras la actual ofensiva de EEUU para finiquitar a Petrocaribe.
Petrocaribe fue creado en 2005 por iniciativa de Chávez con el objetivo de suministrar combustibles a los países miembros en condiciones ventajosas de pago, como créditos blandos y bajas tasas de interés y estaba integrado por 18 países (incluidos Honduras, Guatemala, Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Haití, Belice y una decena de islas del Caribe). En sus comienzos, Venezuela exportaba 100.000 barriles diarios a los países del bloque que generaban una factura de 4.000 millones de dólares, de la cual una parte se pagaba en «efectivo» y el resto estaba subsidiado pero la nueva estrategia de EEUU sería estrechar lazos comerciales y militares con los países de Petrocaribe ante el peligro de contagio mimético de los ideales revolucionarios chavistas al depender en exclusiva de la venezolana Petrocaribe para su abastecimiento energético. Así, Mike Pence, anunció la implementación de nuevas medidas contra dos compañías que transportan el crudo venezolano hasta Cuba así como contra los 34 buques que utiliza PDVSA para tal cometido aunado con un posible bloqueo naval con el objetivo confeso de provocar la “asfixia energética de Cuba” mediante la amputación del cordón umbilical que unen Venezuela y Cuba, pues en la actualidad tan sólo Cuba estaría recibiendo cerca de 30.000 barriles diarios del crudo venezolano que pagaría mediante servicios médicos y asesores de inteligencia.
Dado que EE.UU. mantendrá intacto el anacrónico embargo sobre la Isla, es inevitable que surja en la Habana el desapego afectivo respecto a EEUU, vacío que será aprovechado por el hábil estratega geopolítico Putin para firmar un nuevo tratado de colaboración militar ruso-cubana (rememorando el Pacto Secreto firmado en 1.960 en Moscú entre Raúl Castro y Jruschov) cuyo primer hito según anunció Putin, será “el despliegue en Cuba antes de abril del 2.019 de un complejo móvil para la recepción de datos de satélites rusos”, no siendo descartable la posterior instalación de una base de Radares en la abandonada base militar de Lourdes para escuchar cómodamente los susurros de Washington y la posterior instalación de bases dotadas con misiles S-400 tras desplegar EEUU en Rumanía sistemas antimisiles Aegis, pudiendo revivirse la Crisis de los Misiles Kennedy-Jruschev (octubre, 1.962) y la posterior firma con Jrushchov del Acuerdo de Suspensión de Pruebas Nucleares (1962).