El Parlamento del Reino Unido se convirtió en el primero del mundo en declarar una emergencia climática y medioambiental este primero de mayo. ¿Qué es lo que sigue?
Una declaración de emergencia climática que ha tardado mucho tiempo en llegar. Demasiado tiempo. Ya que apenas hay tiempo para prevenir una catástrofe ecológica y humana. Sin embargo, para los miles de activistas y científicos que se han dedicado a la justicia ambiental y climática, este sigue siendo un hito importante.
Ahora el imperativo es pasar de las palabras a los hechos, exigiendo urgencia, energía y compromiso de los más altos niveles del gobierno.
Ambición crítica
Nuestro planeta está más caliente en la actualidad que en cualquier otro momento de los últimos 800.000 años y esto está sucediendo rápidamente.
El reto para quienquiera que resida en El número 10 es prestar atención al abrumador corpus de la ciencia, diciéndonos que no tenemos tiempo que perder y que debemos pasar a cero emisiones netas de carbono mucho antes de 2050.
Solo esta escala de reducción nos dará la oportunidad, en el mundo real, de prevenir la subida desenfrenada de las temperaturas globales que haría que la humanidad se viera inundada por demasiada agua y condenada a medida que se destruyan los sistemas ecológicos que sustentan nuestra supervivencia.
Dirigiéndome a los que se reúnen hoy en Westminster, a los que declararon esta emergencia climática, me remito a las palabras de un líder anterior que se enfrentó a una amenaza existencial similar: «Debido a la negligencia del pasado, frente a la más simple de las advertencias, hemos entrado en un período de peligro. La era de la procrastinación, de las medidas incompletas, de la tranquilizadora y desconcertante conveniencia de los retrasos está llegando a su fin. En su lugar, estamos entrando en un período de consecuencias… No podemos evitar este período; estamos en él ahora». Así lo advirtió Winston Churchill el 12 de noviembre de 1936.
Un cambio radical
Necesitamos un cambio radical con respecto al pensamiento, la ambición y la acción de nuestras clases políticas, en todas las industrias y en la forma en que dirigimos nuestra economía y, sí, en la forma en que cada uno de nosotros vive su vida. Tenemos que declarar la guerra a nuestra adicción al carbono.
¿Cómo debemos actuar? La lista completa de medidas es larga, pero podemos resumir, creando un «manifiesto para combatir el cambio climático» para nuestro gobierno, que parece no querer o no poder crear el suyo propio.
Necesitamos que se realicen inversiones masivas a nivel nacional en energía renovable, dirigiendo los miles de millones que se están arrojando actualmente a proyectos mal orientados y de escaso valor como el HS2 hacia la energía eólica, undimotriz, mareomotriz y solar. Y seamos claros: la energía renovable no significa nuclear, no significa fractura, no significa la tala de bosques a ser enviados a grandes distancias para ser quemados en centrales eléctricas.
Las casas nuevas deberían tener el sistema de aislamiento térmico; paneles solares; ahorro de agua; estructuras necesarias para erradicar el escape de gases de efecto invernadero, que en la actualidad representan el 14 por ciento del total en el Reino Unido.
Soluciones naturales
Del mismo modo, debemos garantizar la rápida entrega de la infraestructura necesaria para mantener los vehículos eléctricos y los viajes con cero emisiones de carbono; invirtiendo de forma masiva en un transporte público mejor y más barato, animando a la gente a alejarse de sus coches ofreciéndoles una alternativa realmente viable.
Tenemos que cerrar las industrias contaminantes, ofreciendo a los trabajadores y a las comunidades que dependen de ellas mejores alternativas, sobre todo en la enorme expansión de la energía renovable. Tenemos que gravar impuestos y erradicar rápidamente el uso de combustibles fósiles, eliminando gradualmente las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030.
Y junto con estas medidas debemos recurrir a la naturaleza como parte fundamental de la solución. Un aumento masivo en la plantación de árboles en nuestros pueblos y ciudades, pero también la creación de áreas mucho más grandes a lo largo de nuestro país de una rica y biodiversa tierra reforestada; el enfriamiento de nuestra atmósfera, la absorción de carbono y la entrega de oxígeno, junto con un hogar para la vida silvestre para ralentizar y frenar la cascada de extinciones de las especies que también pone en peligro nuestra supervivencia.
El gobierno se está quedando muy corto en su meta actual de plantar árboles en 20.000 hectáreas cada año, y el llamado de la CCC para aumentar la cobertura forestal al 17 por ciento de la tierra del Reino Unido no va lo suficientemente lejos. Pongámonos serios, reforestando al Reino Unido y duplicando la cubierta de bosques naturales en los próximos 10 años.
Inacción ecocida
Oigo a la gente gritar: ¡Coste! ¡Economía! ¡Trabajos! Pero aquellos que han argumentado en contra de la acción por estos motivos no ven las alternativas, no ven la realidad.
Hay un gran número de puestos de trabajo para adoptar este enfoque de nuestra emergencia climática. El sector de las energías renovables en los EE.UU. ha tenido una de las tasas más rápidas de creación de empleo de todas las industrias y lo mismo puede ser cierto aquí.
Reflexionemos una vez más sobre lo que significaría exactamente no actuar. Mientras escribo esto, los eventos climáticos extremos están forzando a millones de personas a abandonar sus hogares en todo el mundo.
Desde 2008, un promedio de 21,7 millones de personas, 59.600 cada día, 41 cada minuto han sido expulsadas de sus hogares debido a que nuestra adicción al carbono ha provocado inundaciones, sequías, huracanes e incendios forestales cada vez más graves y frecuentes.
Nuestros océanos se calientan rápidamente, se vuelven más ácidos y hostiles a la vida, e innumerables especies terrestres luchan por sobrevivir a medida que nuestro mundo se calienta. Nosotros, en el Reino Unido, no somos inmunes a estos impactos, también nos condenarán.
Obras de activismo
Nuestra economía es una subsidiaria al 100% de nuestro entorno natural. La destrucción de nuestra seguridad medioambiental acabaría con nuestra economía. En última instancia, no tenemos otra opción que actuar.
¿Y la voluntad del pueblo?
El reconocimiento del Parlamento del Reino Unido de la emergencia climática tuvo lugar a estas alturas debido a la presión ejercida por los activistas de la Extinción Rebelión, las huelgas por el climas, los años de trabajo de ONGs entre las que se encuentran Greenpeace, Amigos de la Tierra, WWF y el trabajo de un pequeño número de parlamentarios, entre los que se destaca, la impresionante Caroline Lucas.
Lo que esto demuestra es que la defensa sistemática y la desobediencia civil funcionan. La gente en el Reino Unido está despertando de la crisis y exigiendo mucho más que palabras vacías que el gobierno ha considerado oportuno forzar para alimentarnos: El 63 por ciento del público británico reconoce que estamos en una emergencia climática.
Podemos tener la esperanza de que Westminster se haya convertido en el primer parlamento del mundo en declarar una emergencia climática, pero ahora pidamos cuentas a nuestros diputados; asegurémonos de que actúen con el vigor, la determinación y el impacto que exige la crisis medioambiental.
Amenaza existencial
El Reino Unido puede desencadenar una ola de acción de otras naciones de todo el mundo. Esta puede ser una elección histórica y, dadas las emisiones de carbono históricamente elevadas del Reino Unido, es justo que sea este país quien marque el camino. Se puede decir que el cambio climático representa la amenaza existencial más grave que se ha visto hasta ahora en nuestro mundo, pero aún no es demasiado tarde para tomar medidas.
Tampoco es demasiado tarde para que tal acción tenga éxito. Tomando prestadas las palabras de la inspiradora Greta Thunberg: «El activismo funciona, entonces, actúa».
Este autor
Steve Trent es cofundador y director ejecutivo de la Environmental Justice Foundation (EJF).
Artículo original: https://theecologist.org/2019/may/09/climate-emergency-turning-words-action
Traducción del inglés por Rosalía Briones