por Javier Tolcachier
El 4º. Foro Humanista Latinoamericano, reunido del 10 al 12 de mayo en Santiago de Chile con más de 500 delegados de la región, analizó la necesidad de dar respuestas efectivas y de nuevo cuño para contrarrestar el avance del discurso de odio, la violencia, la derechización y las tendencias retrógradas que se evidencian en la región.
Bajo el lema “Construyendo convergencia” el foro se desarrolló en cinco sedes en simultáneo. Su núcleo fueron veinticuatro redes temáticas que sesionaron acerca de Arte Transformador; Ciencia, Humanismo y Futuro; Comunicación y Periodismo no Violento; Derechos Humanos y Democracia Real; Diversidad Sexual; Economía; Feminismos; Educación; Salud y Resistencias Indígenas.
Otros trabajaron sobre Psicología Humanista; Política y Convergencia Social; Migración, Refugio y Género; Infancia y Discapacidad. De una enorme relevancia y repercusión pública, continuó sus trabajos la Red de Sobrevivientes Latinoamericanos de Abuso Eclesiástico, haciendo también su aporte en el marco del FHLA la red denominada “Más allá del Cambio Climático” y los miembros presentes del equipo promotor de la 2ª. Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia.
Con la participación de diputados humanistas, kirchneristas, comunistas, socialistas e independientes de distintos países del Cono Sur, se desarrolló un panel a cargo de la Red de Parlamentarios por una Latinoamérica más Humana.
Las deliberaciones del amplio conjunto reunido en el Foro giraron alrededor de la necesidad de dar respuestas efectivas y de nuevo cuño para contrarrestar el avance del discurso de odio, la violencia, la derechización y las tendencias retrógradas que se evidencian en la región.
Además del profuso intercambio y las conclusiones para la acción común a las que llegaron las distintas redes, el evento dio un amplio espacio a actividades vivenciales y a diversas experiencias artísticas y espirituales. Por otra parte, hubo exposiciones de fotografía, paneles, talleres y presentación de producciones literarias. Una de las “joyas” del evento fue la premiére mundial del documental “El principio del fin de las armas nucleares”, una producción de la agencia internacional de noticias de Paz y NoViolencia Pressenza, dirigida por el cineasta español Álvaro Orús.
Anteriores ediciones del Foro Humanista Latinoamericano tuvieron lugar en Quito (2006), La Paz (2007) y Buenos Aires (2008). Organizado por activistas del Movimiento Humanista -cuyo pensamiento y acción está inspirado en las ideas de Mario Rodríguez Cobos (Silo) – el Foro Humanista Latinoamericano se propone como plataforma inclusiva de discusión y acción conjunta de diversos modelos, creencias y culturas, poniendo como condiciones mínimas para la convergencia, el rechazo a la discriminación y la violencia.
El Humanismo Universalista propone una concepción dinámica de Ser Humano, cuya historicidad e intencionalidad características lo convierten en un ser transformador que, a través de su acción en el mundo, se transforma a sí mismo. El ideario de esta corriente se asienta en una actitud y sensibilidad humanista, que puede definirse en sus trazos esenciales -en todas las culturas, más allá de su particularidad- por la ubicación del ser humano como valor y preocupación central, la afirmación de la igualdad de todos los seres humanos, el reconocimiento de la diversidad personal y cultural, la tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado o impuesto como verdad absoluta, la afirmación de la libertad de ideas y creencias y el repudio a la violencia.
El diagnóstico
Cada red trató en detalle y con los matices del caso su propia temática, y si bien no hubo una declaración final del encuentro, los asistentes coincidieron en gran medida en que asistimos a una época paradójica, de fenómenos contrapuestos. Por una parte se extiende una ola de racismo y discriminación, se viola la autodeterminación de los pueblos bajo falsas intenciones de defensa de las libertades y la democracia; se manipulan los derechos humanos como pretexto para agresiones con interés geopolítico y económico; aumenta la desocupación, la precarización laboral y la pobreza, al par que se concentra el poder económico. Asistimos al deterioro progresivo de la salud y la educación, a la segregación y criminalización de los pueblos originarios, al aumento de la drogadicción y el suicidio, la persecución política y la radicalización de grupos religiosos.
Se advierte el incremento de fenómenos psicosociales de alteración y violencia; avanza la destrucción medioambiental y se amplía la corrupción privada y pública. Hay un claro intento de disciplinamiento social, al tiempo que se desarrolla una sutil pero brutal guerra cultural de apropiación de significados a través de la manipulación de los canales de comunicación masivos, potenciada en la última década a través de internet.
La “cosmovisión” mercantilista dominante ha impuesto parámetros de convivencia social que se replican idénticos -globalizados- en cualquier parte del planeta. Respondiendo sólo a la avidez de rentabilidad del capital, el poder financiero internacional empuja todo hacia la uniformidad y la homogeneización, suplantando violentamente la diversidad viva propia de lo humano por cálculos economicistas.
Pero al mismo tiempo se manifiestan nuevos fenómenos sociales tales como la revolución feminista; la ruptura del paradigma tradicional binario y heterosexual; modelos alternativos de convivencia comunitaria junto a nuevas formas de familia, paradigmas alternativos en la producción y el consumo y experiencias no institucionales de religiosidad.
Puede observarse con nitidez la emergencia de un nuevo sujeto social colectivo con mayor conciencia de derechos, que se articula a través de las redes sociales y se manifiesta públicamente, alejándose de viejos moldes en la política y exigiendo un nuevo tratado social más horizontal; Existe además una mayor conciencia y acción de respeto al medio ambiente y a los seres vivos con los cuales convivimos.
Menos perceptible pero de fundamental importancia para el análisis colectivo es el fenómeno de desestructuración social, que comenzando por regiones y países, atraviesa las agrupaciones sociales y políticas y termina finalmente comprometiendo la relación interpersonal, la articulación de la cultura y todo proyecto de acción común de los conjuntos humanos.
Por otra parte, las aceleradas transformaciones que produce la revolución tecnológica en sociedades en proceso de mundialización, desestabilizan y generan incertidumbre futura a grandes conjuntos humanos.
La asfixia que produce un modelo de sociedad excluyente y competitiva da pie al irracionalismo, mientras la misma desestructuración, junto a la acción del sistema en decadencia, dificultan afirmar las opciones alternativas. Así, conviven simultáneamente y en paralelo lo viejo y lo nuevo, y paralelamente a develar sus claves es imprescindible fortalecer la emergencia ya pujante del porvenir.
Cohesión y convergencia
Nunca como hoy hemos tenido tantas posibilidades de interconexión. Sin embargo, la soledad, el individualismo, la ruptura de lazos entre las personas se han convertido en moneda corriente.
Arrojados a un mundo cruel y competitivo, encerrados en burbujas de aislamiento y segregación, los seres humanos claman por ámbitos cohesivos en los cuales sentirse integrados y apoyados. Esta necesidad de cohesión, junto a la reacción frente a cambios incesantes y (asfixia) constituyen un terreno fértil para el crecimiento de integrismos y derechas. Éstas ofrecen, con su esquema ideológico retrógrado, una identidad que contiene y compacta al par de ofrecer la ilusión de un regreso moralizante.
Asimismo, la colonización cultural de los laboratorios de la dominación pretende perpetuar las normas de un imperialismo objetivo y subjetivo, provocando el sometimiento acrítico de algunos y el rechazo en clave identitaria de otros.
¿Cómo surgirá entonces el nuevo mundo?
Las transformaciones estructurales sólo pueden tomar cuerpo a través de la participación, organización y movilización de grandes conjuntos humanos. Esto no hace sólo referencia a la obvia acumulación de fuerza necesaria para romper el cerco inmovilista del poder establecido. Esa estrategia integra con visión de proceso la capacidad necesaria de resistir la arremetida contrarrevolucionaria y de permitir, habida cuenta de las debilidades de toda cúpula, a los conjuntos humanos el protagonismo central.
Protagonismo que facilita a su vez, que los revolucionarios, por imperio y exigencia de coherencia, puedan ir adaptando sus hábitos y mentalidades –forjadas en un momento histórico anterior- a las nuevas circunstancias. Siendo el cambio que quieren ver en el mundo.
Por todo esto, la articulación estratégica de la diversidad, la convergencia de intenciones sociales y políticas próximas, es ineludible. Dicha convergencia intencional, sincera y permanente, en consonancia con la recomposición del tejido en la base social, constituirán el entramado para derrotar la impotencia individual y la derechización social.
En ese entramado bulle hoy el germen del mañana, multiplicándose en acciones diversas, recomponiendo vínculos de un modo novedoso, respondiendo con creatividad a la hegemonía, reivindicando lo local sin perder de vista lo global.
Desde allí, construyendo cohesión y convergencia, amanecerá el nuevo día.
(*) Javier Tolcachier es investigador del Centro de Estudios Humanistas de Córdoba, Argentina y comunicador en agencia internacional de noticias Pressenza. Participa activamente en el Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica y es miembro de la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad.