El Presidente Tabaré Vázquez, descabezó la jefatura del Ministerio de Defensa y del Ejército, esto es, a su propio ministro y al Comandante en Jefe del Ejército, al igual que a generales que conformaron un tribunal militar.
Esto por la reciente revelación de actas del año pasado en las que el tribunal da cuenta de la desaparición de la nuera del poeta argentino, Juan Gelman, estando embarazada, y de un tupamaro, Roberto Gomensoro, que fue arrojado al río Negro localizado en la zona central del país. En este último caso, el teniente coronel José Gavazzo, declaró que “yo lo cargué solo, manejé el vehículo, lo llevé al lugar, lo bajé, lo puse en un bote, lo tiré del bote. Yo solo”. Cabe destacar que por este asesinato, el coronel Juan Carlos Gómez, se había autoinculpado, razón por la cual fue encarcelado por 3 años. Finalmente, en 2013, fue declarado inocente.
Ambas confesiones son inéditas en Uruguay y Latinoamérica, rompiendo un mafioso pacto de silencio que ha perdurado por más de dos décadas. Confesiones que dan cuenta de delitos de lesa humanidad cometidas en tiempos de dictadura y que se encuentran contenidas en actas reveladas hace menos de una semana.
Los generales que integraron el tribunal militar, y tomaron conocimiento de las confesiones, consideraron que los hechos no constituían una afrenta al honor. El Presidente uruguayo resolvió destituir a los generales. Uno era Comandante en Jefe del Ejército, recientemente nominado por el mismo Vázquez.
El anterior Comandante en Jefe del Ejército uruguayo, Guido Manini, había sido destituido muy recientemente en forma fulminante por opiniones vertidas en torno a la reforma de las pensiones militares y a los enjuiciamientos por violaciones a los derechos humanos de parte de los Tribunales de Justicia.
Esto ocurre en un año electoral, con los partidos tradicionales –colorado y nacional- y el Frente Amplio preparándose para elecciones presidenciales marcadas por la incertidumbre. En las próximas primarias presidenciales, se está abriendo espacio una nueva generación en el Frente Amplio; en el partido colorado asoma la precandidatura de quien fuera el primer Presidente de la transición hacia la democracia, José María Sanguinetti; en el partido nacional, Lacalle Pou está siendo desafiado por Sartori, un joven y excéntrico millonario, novato en el mundo político. Frente a ellos irrumpe, en representación de los nostálgicos de la dictadura, a lo Bolsonaro, el exmilitar Manini, quien sin sacarse su traje militar ya se estaba poniendo el ropaje político.
Lo expuesto da cuenta de cuánto falta para tener una democracia verdadera y lo que cuesta sacarse de encima aquello de que “los políticos hacen como que mandan, y los militares como que obedecen”. No solo en Uruguay, en toda América Latina.