Vivimos en una angustia existencial que nos sumerge en una sensación de total incomprensión de lo acontecido ante el destello de un cielo azul, el de un nuevo comienzo.
Estamos en una época en la que todo está en decadencia, el escepticismo ante los mitos, los imperios tentados; estamos en una época de algún tipo, dominada por la conciencia, mágica, la regurgitación de las ideas y de los pensamientos que la historia pareció enterrar; pero de repente sentimos nacer una intuición que nace en nosotros, sentimos que el Futuro nos está llamando y nos está hablando de un mundo distinto y posible.
Sentimos, intuimos la gestación de un Nuevo Mito, con los personajes poéticos, desconcertantes, trágicos y heroicos que todo mito acarrea.
No sé si fui capaz de describir el dilema en el que el ser humano contemporáneo parece encontrarse; supongo que estoy hablando a personas que han captado la estructura básica de esta situación; de la clásica situación de crisis, recordando su etimología: el momento de la elección.
Incluso los últimos ecos de la historia nos hablan de esta elección, de dos direcciones, de un camino hacia el sí y de un camino hacia el no, como dijo Silo en un discurso de hace muchos años.
No nos sentimos maniqueos, sentimos la responsabilidad de la elección y tenemos la sospecha de que para salir de este estado de doble contradicción debemos construir un nuevo Mito; mejor dicho, que el Mito ya está en su lugar pero que debe revelarse a sí mismo.
En nuestro universo referencial, esta revelación nos lleva a una maravillosa narración, la del Mito del León Alado descrito por Silo en el relato final de su colección titulada, precisamente, «El Día del León Alado»: allí el mito es simbolizado y revelado con la llegada del León Alado, que es visto o soñado por el 85 % de los Leones alados de la población del mundo, que se percata de su existencia.
Pero dime, ¿Cuándo comenzó a cambiar todo?… ¿Cuándo nos dimos cuenta de que existíamos y que, por lo tanto, también existían otros? Ahora sé que existo, ¡Qué absurdo! ¿No es cierto, Sra. Walker?
– Eso no es absurdo en absoluto. Yo existo porque tú existes y viceversa. Esta es la realidad, todo lo demás es una tontería.[1]
Entonces se me ocurre una primera sospecha: empezar de nuevo desde la existencia, desde la experiencia.
Se trata de una cadena, aquella existencialista, que se desarrolló en el siglo XX pero que, en un momento dado, pareció perder fuerza. El suicidio de Sartre en sí mismo es una alegoría de ese intento, tan fuerte y tan doloroso, pero también tan necesario. Complementario al rigor fenomenológico de Husserli, a la meticulosa investigación de Gestalt, a los brillantes descubrimientos del mundo interno en los estudios psicoanalíticos. También está vinculada a una investigación socio-política que llega a Laing, al feminismo, a las denominadas «alas creativas» de los movimientos, a las vanguardias artísticas.
Mientras tanto, empiezo a observar la insinuación del ser humano en la vida cotidiana: ¿Dónde ha quedado? ¿En los horrores del tiroteo en vivo del FB? ¿En la convincente publicidad «la gente antes que las cosas»? ¿La repetición casi hipnótica de la palabra humanidad, Seres Humanos? ¿Repetirse a sí mismo sin significado o con un significado aparentemente superficial?
De nuevo en las ciencias humanas, resuena la latencia, o la ausencia de la definición del Ser Humano; sí, ¿El de las mayúsculas? ¿Quién es este ser? Humano, ¿Qué significa?
En esto también el Maestro me auxilia y me sugiere «el ser histórico que transforma su propia naturaleza a través de la actividad social «[2].
Pero, ¿Cuáles son las implicaciones de esta definición y cuáles son las posibilidades de mejora del Ser en cuestión?
Pues bien, seamos claros, el Ser en cuestión parece no sacar provecho de su supuesta naturaleza. Entiendo, ustedes dicen, que el pobre tipo piensa que se trata de estímulo-respuesta, si es que está bien, podría ser capaz de creer que es una máquina biológica; pero el hecho de ser un ente intencional que vuela rumbo a las estrellas no tiene importancia en absoluto. A él no le importa. Está allí idolatrando a una raspadita, con la profunda convicción de que el dinero nos da felicidad, que el trabajo ennoblece y que los listos siempre ganan a los honestos. Y que, en cualquier caso, la culpa es siempre de los demás. Es mucho más cómodo.
Sin embargo, otros seres, aparentemente de la misma especie, se hacen preguntas: ¿Quién soy? ¿A dónde me voy? ¿De dónde vengo? Llevan un tiempo preguntándoselo y contestándose. Parece que algunas de las respuestas, durante mucho tiempo, han convergido en un punto.
La respuesta que con frecuencia repiten los sabios de todas las civilizaciones «trata a los demás como quieres que te traten a ti» resuena en voz alta en este momento; la anhelada Regla de Oro.[3] Resuena en la crisis porque hay mucha fuerza en aquellos que NO tratan a los demás como les gustaría ser tratados, ya que existe la esperanza de tratarse a sí mismo como te gustaría que te traten.
Pero, ¿Cómo se puede cambiar? Parece que el cambio ocurre por necesidad.
¿Habrá llegado este momento de necesidad vital? La amenaza de extinción de la especie es concreta y documentada, pero sabemos que para producir un efecto también debe ser percibida.
El Ser Humano está equivocado, pero parece encontrarse en las vueltas y revueltas de la historia. Escoge hacerlo en tiempos de crisis.
Podemos sospechar que la crisis ha llegado y que «Angelos» (en su etimología de locutor, ser que revela la nueva naturaleza de las cosas) está representado por una niña pequeña con trenzas. Obviamente «Angelos» representa y anuncia la gran acumulación histórica que atesora y sedimenta acciones, conocimientos y entendimientos a lo largo de la historia. Esos sedimentos que son el humus que permite que nazca un Mito.
Aquí estamos, con nuestra sospecha de un mito en el que el Ser Humano se reconoce a sí mismo como una intención, un ser histórico-social, Conciencia-Mundo, libertad de elección y Regla de Oro, guardián de su casa, la pachamama, un hotel redondo y azul adornado con un velo de nubes.
Un mito suficiente para revertir el curso, para desviar la dirección, y lo justo y suficiente para evitar una catástrofe.
Somos optimistas y, por lo tanto, contamos con ello, sabiendo que esta es la primera acción que hay que tomar para que se convierta en una realidad.
Este texto se inspira en el tema del VII Simposio del Centro Mundial de Estudios Humanistas que tuvo lugar el pasado fin de semana.
[1] Silo, Día del León alado, Multimage Florencia 2010
[2] Silo, Cartas a mis amigos. Sobre la crisis personal y social. Multimage Florencia 2006
[3] Sobre la cuestión de la regla de oro ver la definición del Diccionario del Nuevo Humanismo y también el ensayo de Emanuela Widmar en Inspirations of the Mind, Colección de intervenciones públicas 2013-2017 del Centro de Estudios Humanistas, Multimage Florence 2018.
Traducción del italiano por Nicole Salas