Por Sergio Rodríguez Gelfenstein
Tal vez la humanidad no haya vivido un momento tan complicado como el actual desde la irrupción de Adolf Hitler y el nazi fascismo en 1933, lo que llevó a la peor conflagración bélica de la historia entre 1939 y 1945. Las evidencias apuntan en la dirección de entender y aceptar que el mundo se encuentra en manos de una camarilla de fanáticos extremistas y fundamentalistas, que como en la segunda década del siglo pasado miran con desesperación que el capitalismo ha entrado en crisis y deben salvarlo por cualquier medio.
La diferencia fundamental entre un momento y otro es que en aquella ocasión la bomba atómica se usó para darle “formal” fin a la guerra y ahora podría utilizarse para darle “formal” inicio.
Esto es lo que se puede inferir al observar el proyecto de presupuesto que presentó Trump para el año 2020: indudablemente se elaboró sobre la base de una hipótesis de guerra. Aumentó los créditos para la secretaría de defensa y la seguridad nacional, mientras lo reducía para salud, trabajo, educación, medio ambiente y cooperación internacional. Una de sus prioridades es la construcción del muro en la frontera con México a un irracional costo de 8 mil 600 millones de dólares de los cuales 5 mil millones salen del presupuesto de seguridad nacional y 3 mil 600 de defensa.
La rebaja para el departamento de Estado y la cooperación internacional es de un 23%, el de transporte de 22%, el de vivienda 16,4%, el de salud 12%, el de educación 10%. Al mismo tiempo el de seguridad nacional sube 7,8%, el de defensa 5%, el de la NASA 1,4% y el de asuntos de los veteranos 7,5%.
La explicación del propio Trump: «El presupuesto mejora la preparación de los militares, priorizando la competencia estratégica con China y Rusia. También mantiene los esfuerzos para disuadir y contrarrestar regímenes deshonestos como Corea del Norte e Irán y derrotar las amenazas terroristas». Estos recursos serán utilizados para mantener unas fuerzas armadas de 2,1 millones de militares activos y de reserva, así como para adquirir 12 barcos de guerra, dos grandes barcos experimentales no tripulados de superficie y 110 aviones de combate.
El presidente de EEUU tomó nota de un informe de noviembre 2018, elaborado por la Comisión de Estrategia de Defensa Nacional. Es un grupo de expertos creado por el Congreso con participación bipartidista, que reportó que EEUU se encuentra en medio de una situación de riesgo estratégico de tal magnitud que no tiene precedentes: Los EEUU habrían perdido la superioridad militar ante Rusia y China.
El informe asegura que el modelo político y económico de “prosperidad, libertad y seguridad” que EEUU construyó tras la segunda guerra mundial, –sin contrapesos que le hicieran oposición a su hegemonía, sobre todo después de la desaparición de la URSS en 1991–, ha comenzado a alterarse visiblemente tras el regreso de Rusia a niveles estelares en el ámbito internacional y el ascenso de China a la condición de potencia económica y militar. Todo lo cual atenta contra el mantenimiento de la supremacía y el predominio de EEUU.
En el transcurso de este año China ha asestado dos potentes golpes en áreas en que se le suponía una superioridad infinita a los EEUU: a primeros del año logró el alunizaje de una sonda espacial en la cara oculta de la luna por primera vez en la historia y luego puso en marcha la tecnología 5G, –antecediendo a EEUU que había llegado primero que nadie a las 3G y 4G–, vino a rebasar todo atisbo de paciencia racional en las afiebradas mentes de los líderes estadounidenses.
La sorpresa fue grande: el 12 de junio pasado el pasquín madrileño “El País” había informado:
“El 5G está destinado a ser un importante motor económico de las sociedades digitales, pero sus tripas aún están por definirse. A finales de 2018 está previsto que se cierre la primera fase de estandarización y en diciembre de 2019 se completará la definición. Desde ese momento todas las compañías jugarán con la misma moneda. Hasta entonces, cada una trata de influir a su manera en la creación de la tecnología”.
Solo un mes antes, el 3 de mayo, el portal digital de “BBC Mundo” señalaba:
“Es una carrera que están librando codo a codo China y EEUU, con otros competidores como Corea de Sur, Alemania y Reino Unido en la disputa”.
No obstante, China lanzó esa tecnología antes que sus competidores se dieran cuenta de ello, dando un paso sustancial en la carrera tecnológica. El posible uso militar de este know-how asusta a EEUU.
En el plano político, la visita del presidente chino Xi Jinping a Europa –durante la cual se firmaron 29 acuerdos de cooperación por un monto de 20 mil millones de dólares, y el proyecto estratégico chino de la “Ruta y Cinturón de la Seda”– supuso un duro golpe a la hegemonía y el control absoluto que ejerce EEUU sobre Europa.
En este contexto, haciendo patentes las contradicciones dentro de la UE, la canciller de Alemania, Ángela Merkel, informó a comienzos de febrero que se había alcanzado un acuerdo con Rusia sobre el gasoducto Nord Stream 2. Esta trascendente decisión enfrenta amenazas de EEUU, que busca salida a sus excedentes de gas, y presiona a la UE para que compre su gas incluso a precios superiores al del gas ruso. El Nord Stream 2 es una expansión del gasoducto Nord Stream, construido desde Rusia hasta Alemania a través del mar Báltico, y permitirá duplicar el suministro de gas natural. En su momento, Merkel hizo público que este acuerdo se había logrado gracias a la concomitancia de criterios entre Francia y Alemania para lograr la firma del convenio.
Sin embargo, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, canceló su participación en la Conferencia de Seguridad de Múnich, celebrada entre los días 15 y 17 de febrero, en la que tenía previsto pronunciar un discurso conjunto con la canciller alemana. Medios alemanes señalaron que la decisión se debió a discrepancias en torno al Nord Stream 2. Es evidente que o uno de los dos mandatarios mintió, o que las presiones estadounidenses sobre Francia tuvieron efecto.
Para contrarrestar la ofensiva china en el viejo continente, al recibir a Xi Jinping en París, Macron se hizo acompañar de Merkel y del presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker, tratando de mostrar un frente común para frenar la creciente presencia china en forma de inversiones y ampliación del comercio bilateral con casi todos los países, lo cual irrita al imperio norteamericano.
El mencionado informe de la Comisión de Estrategia Nacional de EEUU considera que acciones de este tipo generan una confrontación con el G-7 y ponen en entredicho la funcionalidad de la OTAN, al amenazar la cohesión de la UE. Además apunta que esta debilidad se produce por la carencia de visión política de republicanos y demócratas, que establecieron controles presupuestarios desde 2011 cercenando así las posibilidades de ‘mejoramiento’ de la defensa del país, generando una crisis de seguridad para EEUU que catalogan como de “emergencia nacional”.
Los redactores del documento afirman que la situación creada modificó de manera negativa los llamados “equilibrios militares regionales”, reduciendo la efectividad de la “disuasión de EEUU contra sus adversarios”. Y auguran que en caso de confrontación bélica EEUU sufriría una gran cantidad de pérdidas humanas y materiales, llegando incluso a perder la guerra si esta se desata contra China o Rusia. Con mayor razón si la guerra se desatara simultáneamente contra las dos potencias, que podrían agregar aliados como Irán, la República Popular Democrática de Corea y otros países.
Este documento explica el insólito incremento del gasto militar estadounidense en un momento en que su economía enfrenta graves problemas, mientras la balanza comercial y el gasto interno presentan déficits que apuntan al alza sin mostrar vías de solución.
Todo esto le ha dado oxígeno al movimiento más conservador del espectro político de EEUU agrupado en torno al Tea Party que congrega sectores de los dos partidos del establishment, colocándose por encima del sistema político tradicional de EEUU. Algunas de sus figuras emblemáticas como Rand Paul, Marcos Rubio, Mike Pompeo y Sarah Palin han logrado un gran protagonismo en el sistema político del país, logrando “reclutar” a Donald Trump para llevar adelante su cruzada presentándose ante la opinión pública como una nueva derecha que pretende recuperar los principios fundacionales de EEUU, con el fin de hacer política en el siglo XXI.
Este movimiento ha impulsado la negación del cambio climático, así como el repudio a las élites políticas e intelectuales a las que acusa de ser causantes de la debilidad del país. También hace una férrea oposición a los matrimonios mixtos, al divorcio y el aborto, asumiendo posiciones religiosas fundamentalistas, sectarias y fanáticas.
Este grupo actúa del mismo modo que, en la década de los 1920, Adolf Hitler, Anton Drexler, Philip Bouhler, Franz Xaver Schwarz y Max Amann, quienes construyeron a partir de la nada el partido Nacional Socialista que los llevó al poder en 1933 por vía electoral, aliándose con el Centro Católico y el partido Nacionalista. El resto de la historia es conocida: la guerra, el genocidio de las minorías, los campos de concentración y la muerte, como expresión de la estela de odio que fue sembrada los nazis por toda Europa.
Este es el peligro que enfrenta la humanidad. No se trata solo de la defensa de Venezuela, Cuba, Nicaragua, Irán, la República Popular Democrática de Corea o Siria. Se trata de la salvaguarda de un mundo en el que se pueda vivir en paz respetando las creencias políticas y religiosas de todos.
EEUU no lo quiere permitir. Los sectores más retrógrados en el ámbito internacional, en primer lugar la ultra derecha europea y latinoamericana, apoyan esta apuesta por el genocidio y la guerra. La responsabilidad es universal si queremos salvar el planeta para nuestros hijos y nietos.