En la antigua ciudad de Varanasi, las calles son tan estrechas y la gente está tan ocupada que incluso los peatones pueden causar grandes congestiones. Apenas encontramos una tienda en frente donde no hay quien se detenga y trate de vender algo. Detrás de las tiendas hay calles oscuras y grises de apenas un metro de ancho, cuya parte inferior no ve el sol durante todo el año. Escondida en estos caminos, Lucy ha construido el trabajo de su vida. Una casa para niños de la calle, una guardería y una escuela nocturna.

Al estar involucrada en inversiones en Inglaterra, lo ha dejado todo, dedicando cada centavo y minuto a «sus» hijos y viviendo con ellos durante más de 10 años.

En la casa de cuatro pisos de altura, con aproximadamente 80 metros cuadrados de superficie habitable, viven 38 huérfanos que en otras circunstancias tendrían que luchar en las calles para sobrevivir diariamente; ya sea porque los padres fallecieron o porque la pobreza les impide alimentar a sus hijos. Muchos de ellos son ofrecidos por sus parientes desesperados o recogidos de la calle; a menudo están descuidados, desnutridos, tienen que mendigar o trabajar arduamente en las calles.

Viven juntos en espacios confinados y reciben instrucción en yoga, meditación, al igual que sánscrito en el que se enseñan las lecciones. La limpieza y la cocina se realizan juntas. Cuando es hora de hacer la tarea, todos van a la terraza de la azotea si hay buen tiempo. La característica especial de esta casa es el concepto: además del hindi, el sánscrito y las materias habituales, se enseña yoga y meditación. Esto mantiene la mente estable y facilita el aprendizaje.

Las clases son más o menos las mismas que en sánscrito, que es mejor en comparación con las ciencias humanas; los niños tienen todas las posibilidades de estudiar o trabajar como tutor.

Además del orfanato hay un jardín de infantes y una escuela nocturna. En total, unas 300 personas están estudiando aquí; todos viven en el barrio pobre y Lucy es su única oportunidad de obtener una educación. De lo contrario, sus padres simplemente no pueden pagar la escuela.

Por medio año, los estudiantes han participado en competiciones de yoga, incluidas las internacionales, y han obtenido los premios a montones.

Los maestros, en ese momento 18, provienen de tales condiciones y enseñan por una recompensa casi simbólica.

La demanda supera con creces la capacidad de la casa. El año pasado, solo 15 de cada 100 niños fueron admitidos. Hacer una elección ciertamente no es fácil. Para evitar confusiones, aquí todos llevan el mismo apellido.

El alojamiento y el cuidado de uno de los niños del hogar cuestan unos 50 euros al mes. La comida para uno en jardín de infantes unos 35 euros. También se necesita con urgencia material de enseñanza y ropa.

El orfanato está financiado principalmente por patrocinadores y donantes.

¿Cómo llego a ello? Sencillamente: hace años doné para un pozo, una y otra vez, así perseguí desde entonces el desarrollo de la casa. Y como estuve allí, lo miraba y regresaba cada vez que estaba cerca del área. Cada centavo que tengo, con el tiempo, está bien distribuido.

Contacto: International Chandramauli Charitable Trust

Just as the branches and bow of a tree bend and sway in the wind but on the passing of the storm they return to their original position so does a yogi move with the wind but remains stable and centred ✨ Flexibility is a divine gift✨ We hope that you enjoy this video of the children this morning✨

Gepostet von International Chandramauli Charitable Trust am Sonntag, 5. August 2018


Traducción del alemán por Sofía Yunga