Caso Facundo Agüero: el testimonio de los médicos

Neuquén, Puel Mapu. A Facundo Agüero le produjeron 3 minutos de compresión sobre el cuello y el tórax impidiendo la circulación del oxígeno hacia el cerebro. Al respecto la médica forense Aide Fariñas aseguró: “más de un minuto de comprensión vascular puede producir un desmayo; si persisto con la compresión se agregan componentes neurológicos que me indican que el cerebro está sufriendo y que de alguna manera yo puedo llegar a tener una patología asociada a eso, pero es en los tres minutos completos cuando pueden aparecer convulsiones, movimientos involuntarios primarios, y si esto no es evitado a tiempo, puede derivar en el fallecimiento del paciente“. Sin embargo, haciendo caso omiso a estos estudios, la defensa intenta alegar que la consecuencia que produjo el estado actual de Facundo se debe a un consumo crónico de cocaína. Para Gustavo Lucero, como para otros muchos abogados, las víctimas de violencia institucional se ahorcan por propia voluntad con sus cinturones, golpean sus cabezas contra los barrotes de las celdas y, como en este caso, someten su cuerpo a una opresión tóxica incontenible y asombrosa que incluso produce nuevas víctimas. Para Gustavo Lucero las  víctimas de violencia institucional son los victimarios de su propio dolor lacerante que trasciende su cuerpo hasta extenderse y alojarse en el cuerpo de sus familiares. Para Gustavo Lucero las víctimas son también victimarios y sus delitos derivan casi siempre en un dolor irreparable con el que sus madres tendrán que lidiar toda la vida. La justicia del absurdo radica en que los acusados son en realidad víctimas y la víctima es en realidad victimario.

Introducción

En la tercera audiencia del juicio contra los 4 policías de Neuquén estuvo presente Facundo Agüero, declararon tres médicos –que fueron parte de una junta médica–, dos policías y el imputado Juan Alberto Rubilar.

Kiñe | Uno

La presencia de Facundo

Facundo está sentando en su silla de ruedas dentro de los pasillos de las salas penales del poder judicial de Neuquén. Muchas personas se acercan a hablarle, a saludarlo. Él las mira pero no responde. Tampoco hace ningún gesto. Solamente las sigue con la mirada. Facundo entró a la audiencia acompañado por su madre. “Necesitaba que los jueces lo vieran”, aseguró ella a los medios de comunicación presentes. Facundo estuvo poco tiempo dentro de la sala. Hacía calor dentro de la sala. Mientras un grupo de personas mirábamos la audiencia en una sala continúa, se podía escuchar el quejido del cuerpo de Facundo que intervenía los relatos de los testigos de la jornada; el cuerpo de Facundo habla incluso estando en una aparente silencio perpetuo.

Momento en el ingresa Facundo Agüero a las salas penales de Neuquén. Foto Gustavo Figueroa

Epu | Dos

Tres minutos de compresión: el testimonio de los médicos

Durante la tercer audiencia del juicio por lesiones gravísimas contra del cuerpo de Facundo Agüero, declararon tres médicos que participaron de la junta para evaluar el cuadro clínico, el pronóstico y las posibles causas que determinaron la situación actual de Facundo Agüero. La evaluación fue realizada luego de cuatro meses de producido el ataque al joven oriundo de Picún Leufú. Los tres médicos consideraron que Facundo necesita de terceros para realizar todas las actividades que componen su vida y que las consecuencias que padece en su cuerpo son irreversibles. “El diagnóstico era muy crítico. Se trata de un paciente muy secuelado, sin respuesta neurológica. No respondía a órdenes. No tenía movimientos voluntarios, que uno pudiera tomar como un diagnóstico a futuro.”

Según los tres médicos que observaron a Facundo la encefalopatía hipóxica-anóxica se produce por la ausencia de oxígeno y el flujo de sangre en el cerebro. Esa ausencia se puede producir por distintas variantes, tanto externas como internas. Las dos posibilidades que se pusieron en tensión y discusión dentro del debate fueron: 1) la comprensión de las vías vasculares por un determinado tiempo y aplicando un determinado peso y 2) el consumo crónico de cocaína. Por supuesto, esta última teoría fue tratada de sugerir por la defensa de Rubilar. Pero el neurocirujano Carlos Gordillo fue veraz y conteste al indicar y clarificar:

“Cuando es por paro cardiorespiratorio se produce una falta de irrigación sanguínea de todas las arterias, entonces deberíamos tener isquemias también en todo lo que es el territorio posterior, que es donde llegan las arterias que proveen sangre por vías posterior. Eso se da cuando son por paros cardiorespiratorios, por una intoxicación, por una afección cardíaca importante, porque en realidad el corazón deja de irradiar sangre a todas vías y en este caso, como en la tomografía y la resonancia, las tensiones están en todo el territorio del hemisferio anterior”.

Con respecto al video, Gordillo indicó que es especificamente en dos situaciones en donde se reconocen mecanismos de obstrucción respiratoria: la primera corresponde a una escena que dura 43 segundos y la segunda se trata de una escena que dura 2:44. La acumulación de este tiempo correspondería a una asfixia cerebral.

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“Yo la piña no la descartó” y el manual de la policía

Por último, declararon dos policías. Uno de ellos un auxiliar que estuvo en contacto con Rubilar y un ex comisario que fue instructor de instructores policías, quien además desarrolló en Neuquén un manual de defensa (único en el país). Este último reconoció que el Manual está enfocado en la utilización de bastón tonfa para la defensa. Específicamente, con respecto a la escena y los dos videos que comprometen a los cuatro policías, el ex comisario reconoció que hubo abuso y que las patadas en el piso estuvieron demás, pero que no descartaba la piña como parte de un método de deducción. Por su parte, el auxiliar indicó que pudo ver cómo luego de una inyección aplicada por los enfermeros del SIEM, Facundo “quedó duro”. Luego de ello, según este testigo, se produjo el paro cardiorespiratorio y a continuación los masajes cardiorespiratorios por parte del equipo de enfermeros. Al respecto, la junta médica previamente había indicado que las inyecciones que se aplican cuando una persona está exaltada son en dosis mínimas y tienden a sedar y no, por el contrario, a acelerar el ritmo cardíaco y respiratorio.

Facundo dentro de la sala de audiencia. En el fondo los imputados. Foto Gustavo Figueroa

Por otra parte, y en el último tramo de la audiencia, pidió declarar Juan Alberto Rubilar, el oficial a cargo del personal que golpeó a Facundo. Según Rubilar, él sólo pasó unos minutos por el pasillo donde estaba Facundo, subió por las escaleras del edificio y luego salió por la puerta del garage. Por lo tanto, según Rubilar, nunca tuvo contacto con las escenas de violencia desplegadas por sus subalternos. Según el razonamiento de la defensa, como Rubilar no vio el accionar de sus subalternos, él no tiene responsabilidad por ninguno de sus actos. Para la institución policial y los defensores de la misma lo que se debe velar y cuidar es la propia institución. Como afirmó el ex comisario e instructor policial: “nosotros en la escuela de cadetes les enseñamos a que en las partes vitales, como en la cabeza, no se debe golpear; si ellos lo hacen, corre por cuenta de ellos soportar las consecuencias”.

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El último testigo y el derecho a la duda

La defensa intentará desmerecer el testimonio del neurocirujano ofreciendo el testimonio de un último testigo: Gerez, un médico que propone una segunda lectura de las pericias médicas sobre Facundo. La defensa, como en muchas causas, intentará sostener con este testimonio, que Facundo era un consumidor crónico y que el consumo de cocaína fue lo que produjo la encefalopatía. Para Gustavo Lucero, como para otros muchos abogados, las víctimas de violencia institucional se ahorcan por propia voluntad con sus cinturones, son ellos mismos los que golpean sus cabezas contra los barrotes de las celdas y someten su cuerpo a una opresión tóxica incontenible y asombrosa. Para Gustavo Lucero las víctimas de violencia institucional son los victimarios de su propio dolor lacerante que trasciende su cuerpo hasta extenderse y alojarse en el cuerpo de sus familiares. Para Gustavo Lucero las víctimas son también victimarios y sus delitos derivan casi siempre en un dolor irreparable con el que sus madres tendrán que lidiar toda la vida. La justicia del absurdo radica en que los acusados son en realidad víctimas y la víctima es en realidad victimario.

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