En África, por tres dictadores que se van, muchos más permanecen en sus puestos y no hay grandes probabilidades de ver que las cosas cambien.

Para un dictador que se va, otros permanecen firmemente en el poder. El abrumador poder de Omar al-Bashir finalizó el 11 de abril de 2019, luego de meses de protestas populares y de 26 años en el gobierno sudanés. África, sin embargo, tiene el récord de los presidentes más longevos del mundo. Las Constituciones a menudo no prevén un límite máximo de mandato y cuando los «dictadores» de turno lo prevén, lo cambian a su favor.

El presidente de Chad, Idriss Deby, se encuentra en su quinto mandato consecutivo, ha gobernado el país desde 1990. En Burundi, el presidente Pierre Nkurunziza se encuentra en su tercer mandato, hecho que ha provocado la crisis política y humanitaria más grave del país con una despiadada represión de los opositores.

Yoweri Museveni, ahora en su quinto mandato, ha gobernado Uganda desde 1986, cuando el presidente de los Estados Unidos era Ronald Reagan y Gorbachov intentaba implementar la perestroika.

En la República del Congo, Denis Sassou Nguesso ha liderado el país con un puño de hierro desde 1979 con solamente una pequeña pausa de cuatro años. En 1992, de hecho, las elecciones fueron ganadas por Pascal Lissouba. Muchos hablaron de una «falta de control sobre el resultado electoral.»

Lissouba, apenas elegido, cuestionó de inmediato la influencia francesa en su país y esto le costó muy caro. Se sabe que fue precisamente l’Elf Aquitaine a financiar una guerra civil que llevó a Denis Sassou Nguesso de regreso al poder en 1996. Jacques Chirac, entonces presidente de Francia, buscó ayuda incluso con los angoleños para liberar a la capital económica Pointe Noire. Nguesso, no contento, en 2015 cambió la constitución para que pudiera cumplir un tercer mandato y muchos otros más a pesar de su edad, 76 años.

Hombres fuertes y dinastías eternas

En Gabón la sucesión es dinástica: la familia Bongo. Más que una república, para Gabón, se debe hablar de una monarquía. El padre gobernó el país durante 42 años, de 1967 a 2009, y al fallecer, su hijo lo sucedió. Ali, el sucesor, ha aprobado una reforma de la Constitución que le garantiza un poder infinito. Sin sorpresa, los diputados y senadores aprobaron la nueva Constitución: de los 213 diputados y senadores, solo 14 tuvieron el valor de decir «no».

Si esto fuera lo único, significaría que Ali Bongo podría ir y acompañar a una gran cantidad de dictadores africanos entre los presidentes más longevos del mundo, pero el artículo 8 de la nueva constitución define al presidente como el «titular supremo del poder ejecutivo.» Goza de total impunidad en el desempeño de sus funciones: presidente para siempre. La dinastía Bongo Ondimba ha sobrevivido a todos los presidentes de la Quinta República Francesa, desde De Gaulle hasta Macron.

Paul Kagame, presidente de Ruanda desde 1994, modificó la Constitución para permitirle gobernar el país hasta 2034.

Todos estos países son ricos en recursos naturales, algunos más que otros, pero todos tienen buenas reservas de petróleo, el oro negro. Sin embargo, la tasa de pobreza afecta al 50 por ciento de la población – en algunos casos incluso más – que vive con menos de dos dólares al día. Pero la lista es larga.

Es imposible no mencionar a Eritrea – muchos ciudadanos de este país toman la ruta del Mediterráneo – donde Isaías Afewerki es el primer y único presidente del país, ha gobernado desde 1993, una verdadera dictadura.

La edad no asusta a los presidentes africanos, se creen eternos. El presidente de Camerún, Paul Biya, de 86 años, ha gobernado el país desde 1982, 37 años de poder indiscutible.

En un viaje reciente a Costa de Marfil, visité la fundación establecida por el padre de la patria, Félix Houphouet-Boigny, primer presidente desde la independencia colonial en 1960. El palacio exhibe fotografías y actos del presidente, quien falleció en 1993, y uno en particular me llamó la atención: la del presidente de Camerún, Biya. Boigny se ha ido, Biya sigue más presente que nunca.

No podemos olvidarnos de Togo, donde, alternándose, la oposición y la sociedad civil tomaron las calles en Lomé, la capital, y también en otras ciudades del país, para expulsar y derrocar al presidente Faure Gnassingbé, al gobierno del país desde 2005.

Sin embargo, él no es más que el hijo de su difunto padre en 2005, en el poder desde 1967 gracias a un golpe de estado. Faure tomó el lugar del padre por sucesión, como si Togo fuera un reino y no una República. El nepotismo siempre gana con elecciones arregladas y a menudo, pero muy a menudo, las elecciones en África son ganadas por el presidente que las invocó.

Cleptocracia

Pero el peor ejemplo es representado por Guinea Ecuatorial. Teodoro Obiang Nguema Mbasogo, ha estado en el cargo desde 1979 después de un golpe de estado en el que destituyó a su tío Francisco Macías Nguema. La familia Obiang representa el peor ejemplo de cleptocracia con un presidente en el poder durante cuarenta años y reelegido a su quinto mandato de siete años en las elecciones de 2016.

Si 2019 será recordado como el año de la expulsión de Al Bashir, el 2017 para África, pasará a la historia por la destitución de otro dinosaurio: Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe desde 1987 y primer ministro desde 1980 a 1987.

Para no ser extrañado, Mugabe había asegurado que gobernaría el país incluso siendo un cadáver: «La oposición – dijo en su cumpleaños – nunca gobernará este país, ni mientras esté vivo ni después de mi muerte. Juro que mi fantasma os perseguirá por siempre.» Pero eso no es exactamente lo que pasó, el dinosaurio de Harare tuvo que dejar el poder vivo después de 37 años.

https://www.agi.it/estero/africa_presidenti_a_vita_dittatori-5366278/news/2019-04-21/


Traducción del italiano por Michelle Oviedo