Por Gabriel Bulgach
Según el relevamiento del organismo de estadísticas (INDEC), el nivel de pobreza en Argentina llegó al 32% en el segundo semestre de 2018. Esto implica un incremento de algo más del 6% respecto del mismo período en 2017, casi 2 millones de nuevos pobres. Por su parte, la indigencia llegó a casi el 7% de la población.
Las regiones más castigadas son el noreste y noroeste argentino, con niveles de pobreza por encima de la media: 40,4 y 34,5% respectivamente. La ciudad de Corrientes registró el nivel más alto con un índice de pobreza de 49,3%.
Las alarmas se encienden en particular por los niños, ya que de acuerdo al INDEC, el 46,8% de los menores de 14 años vive bajo la línea de pobreza.
¿Acaso podrían esperar los argentinos que la tendencia se revierta, y se cumplan las promesas de ”pobreza cero” del actual presidente Macri durante su campaña?
La mayor parte de los indicadores parecerían predecir lo contrario: según datos del mismo organismo oficial, durante el 2018 la economía se contrajo un 2,5%, la inflación alcanzó el 47,6% y la desocupación subió al 9,1%. En términos relativos al dólar, en los últimos 3 años, el nivel salarial se redujo un 50%.
Para 2019 se está proyectando una inflación cercana o mayor al 40%, una desocupación en franco ascenso y una continuación de la contracción de la economía, como ya lo indica la cantidad récord de cierres de comercios, de grandes empresas que solicitan diariamente los procedimientos preventivos de crisis y el caudal de suspensiones de trabajadores. Todo ello como corolario del achicamiento del nivel económico y la cada vez menor utilización de la capacidad instalada en las industrias.
No hay grandes sorpresas en estos indicadores que evidencian el desgarramiento social que se produce como consecuencia de la implementación de políticas públicas de orientación neoliberal.
De todos modos, y a contramano de su propia ideología y en el contexto de un nuevo año electoral, el gobierno deberá salir a expandir su intervención si es que tiene alguna intención de ser reelecto. Y ya han comenzado a hacerlo, incrementando el valor de la AUH (asignación universal por hijo) en una vez por todo lo que iba a aumentarse en el año, postergando el cobro del aumento del valor del gas para el próximo verano, etc.
En un sistema social en el que el acceso a los bienes y servicios se encuentra mercantilizado, seguimos sosteniendo la necesidad de abrir la discusión para la implementación de una renta o asignación básica y universal para todos los ciudadanos.