Por Colectivo de activistas solidarios en Bélgica con el pueblo de Nicaragua
Señor Presidente,
Somos unos activistas, ex voluntarios de la cooperación al desarrollo y responsables de asociaciones y organizaciones no gubernamentales con ideas políticas y visiones filosóficas diferentes.
El terremoto del 23 de diciembre de 1972 fue para muchos de nosotros el inicio de un compromiso al lado del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Después de la insurrección victoriosa de julio de 1979, mantuvimos nuestro apoyo durante la guerra de baja intensidad que el gobierno estadounidense les impuso hasta agotar el país y provocar la derrota del FSLN en las elecciones de febrero de 1990.
Durante todo ese período, en el campo y a su lado, en Bélgica como en el mundo, muchos “internacionalistas” se comprometieron, algunos incluso pagaron el precio con su vida, para defender la Nicaragua revolucionaria. Es la época en la que sus enemigos, los Contras, gritaban “¡Haga patria, mate a un internacionalista!”
Después de los terribles huracanes Juana en 1987 y Mitch en 1998, seguimos siendo solidarios con la población dolorida, por medio de proyectos de reconstrucción en los cuales nos involucramos.
Acompañamos su lucha para la vuelta al poder de los ideales de 1979. En noviembre de 2006, la victoria electoral del FSLN, en un contexto totalmente nuevo, fue para muchos de nosotros la fuente posible de una nueva esperanza. Teníamos puntos de vista diferentes acerca de la política llevada a cabo durante los últimos 12 años.
Pero desde abril de 2018 y el desencadenamiento de la política de terror contra todos los que se oponen a las decisiones unilaterales de la Presidencia, estamos atónitos. Ya no reconocemos a la Nicaragua que conocimos, a la que dedicamos tiempo y energía, y no entendemos las razones de este cambio radical de política.
Si le escribimos hoy es porque estamos indignados. No podemos más que comprobar que Ud dió la espalda a los ideales por los cuales lo apoyamos en el pasado. ¿Cómo un hombre que encarnaba antes esta fuerza popular, que pasó 7 años en las mazmorras somocistas y que llevaba en sí los valores de la democracia, la justicia social y la libertad, puede así apartarse del pueblo que los reclama hoy en día?
Como muchos otros, confiábamos en Ud. Ahora ¿cómo explicar las razones que lo motivan a seguir las huellas de su enemigo de ayer? ¿Cómo explicar, cuando escuchamos los gritos de los que denuncian la violación de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, que Ud, otrora tan cerca del pueblo, parece no oirlos?
Varios centenares de personas fueron asesinadas por paramilitares que no fueron procesados ni neutralizados. Millares de personas, principalmente estudiantes, fueron encarceladas, sin que se respete las garantías constitucionales ni los procedimientos judiciales, bajo la acusación infundada de “terrorismo”, por haber manifestado su desacuerdo con su política. Entre ellas, una nacional belga, Amaya Eva Coppens, hija de uno de nuestros compañeros internacionalistas, que se comprometió como nosotros para la Nicaragua popular en los años 80. En honor a la verdad, tenemos que reconocer que el combate de ella es muy similar al que llevamos en aquel entonces contra la dictadura, el poder económico del gran capital y el imperialismo estadounidense.
En nombre de esta lucha que llevamos a cabo a su lado, le instamos a que vuelva a los ideales de Sandino, de Rigoberto López Pérez y del FSLN de Carlos Fonseca. La esencia y la dignidad de la revolución no sólo se reflejan en sus objetivos, sino también en sus métodos, lo que la historia de los procesos revolucionarios enseñó repetidamente. Por respeto a su trayectoria, en nombre de la solidaridad que manifestamos con fuerza y vigor en el pasado, lanzamos este llamado solemne para que actúe a favor de una salida de crisis conforme a los preceptos de un Estado de derecho que emana de la Constitución de 1987, a los derechos humanos y las libertades fundamentales.
En este marco, en nombre de todo lo que nos unió y que recordamos más arriba, le pedimos que intervenga para ordenar la liberación inmediata de nuestra compatriota belga Amaya Eva Coppens y de todas las demás personas encarceladas sin razón y sin respeto de los procedimientos de la defensa. Exigimos, para aquellas personas que siguen procesadas, un juicio justo y digno, así como el procesamiento en el marco del derecho, de las bandas asesinas que operan impunemente desde hace más de 9 meses.
Con la esperanza de ser leídos, escuchados y entendidos por parte de Ud, nos despedimos, Sr. Presidente, con un saludo inquieto y vigilante.
(Siguen firmas)