El movimiento global nacido de la conciencia ecológica de una joven de dieciséis años, a quien todos llamamos ahora amigablemente Greta, es el hecho más importante que ha ocurrido en los últimos años. Lo primero que se me ocurrió mientras estaba viendo la manifestación en mi ciudad, Milán, fue: «¡Finalmente, los jóvenes se están despertando para algo grande!» Efectivamente es una prueba de que no todos están hipnotizados por la hora feliz y el smartphone. Hay millones de jóvenes en el mundo que nos piden que no les robemos su futuro, una solicitud de la cual, ante todo, entre los políticos, no podemos escapar.
La historia de la no violencia nos recuerda su ícono más grande – uso este término abusado solo porque da una buena idea – Mahatma Ghandi, quien mostró a todos cuánto se puede ganar en una batalla política sin armas ni derramamiento de sangre, es decir, lo que hoy todos los llamados seres civilizados también deberían hacer. Después de tantos años, el nuevo milenio incluso nos ha dado a un adolescente que, sin querer hacer comparaciones con el pasado, pudo pedir a los adultos contaminadores del mundo que tomen medidas para revertir el curso de la autodestrucción al que estamos condenados si no proponemos de inmediato un remedio ¿Lo lograremos? ¡Este es el punto!
Gandhi sacó a los británicos simplemente cruzando los brazos con la gente, pero ¿cuántos siguieron su ejemplo en años posteriores? A juzgar por las guerras que devastan el mundo en cada minuto de nuestras vidas, la lujuria por el poder económico es ahora el único motor de las «batallas» actuales entre los estados; yo diría que estamos muy lejos del modelo de Gandhi, pero la pequeña Greta dio el empuje para un gran cambio, el de las conciencias ecológicas. Sin adultos confiables, los adolescentes quizás sabrán encontrar una manera de salvar a la Tierra y, por lo tanto, a sí mismos: solos hacia el futuro, han encontrado una especie de auto-reparación. Me invade una esperanza, una alegría, me han infectado y esto me hace creer que la decadencia cultural y la violencia generalizada, que es una consecuencia directa, pueden tomar el camino de la recuperación. Sin embargo, un movimiento ecológico como este debe permanecer en manos de los jóvenes, lejos de aquellos que siempre están dispuestos a casarse con causas «de moda» para presumirlas o criticarlas para redimensionarlas. Esto es algo serio, no es ni de derecha ni de izquierda; recuerdo que el término ecología significa estudiar la relación entre los seres vivos y el medio ambiente, una relación que nos involucra a nosotros como ciudadanos del mundo.
La no violencia es ecológica no solo por su capacidad para unir a los seres humanos de manera pacífica, sino también porque sabe cómo preservar el medio ambiente; sin guerras no necesitaríamos armas que son altamente contaminantes. Pensemos nada más en las bombas de uranio empobrecido que llenaron nuestros mares, especialmente el Adriático, con la guerra de los Balcanes peleada en la década de 1990.
La visión holística de la ecología de la mente del antropólogo inglés Gregory Bateson (1904-1980) intenta integrar diferentes funciones de la mente, como el aprendizaje, la memoria y el lenguaje. La ecología de la mente se basa en una visión holística del hombre, una visión general que a su vez es la base de la ecología como la relación del hombre con el medio ambiente. En pocas palabras, todos estamos conectados y los que contaminan en el Oriente, por ejemplo, provocan repercusiones en el Occidente y viceversa; debemos aprender a pensar y ver más allá de nuestro muro. Al carecer de esta visión o rechazándola, nos hemos acercado al camino del no retorno del cual debemos alejarnos. Todos estamos conectados, esta es la ecología que Bateson nos ha mostrado, a partir de la mente; para el académico, las ideas subyacen a la ley de la evolución, algunas sobreviven a la evolución y otras no, y quién sabe si sobrevive la mejor; la que nos puede salvar.
Y a aquellos que pierden en críticas contra Greta, me gustaría recordarles que la joven ha puesto en marcha un movimiento de vida en oposición a la cultura de la muerte de las drogas que, desafortunadamente, esclaviza a demasiados seres humanos jóvenes.
Traducido del italiano por Michelle Oviedo