En una postura heroica y de principios en defensa de los derechos democráticos fundamentales, la ex analista de inteligencia del ejército estadounidense Chelsea Manning se negó ayer a responder a las preguntas de un gran jurado en Virginia. Manning se mantuvo firme y se negó a incriminar a WikiLeaks y a su editor Julian Assange -o a cualquier otra organización mediática e individual- por su valiente revelación en 2010 de cientos de miles de documentos que exponían crímenes de guerra y conspiraciones diplomáticas estadounidenses.
Por negarse a dar evidencia que los fiscales esperan usar en su enjuiciamiento de Assange, Manning ha sido ordenada a comparecer en una audiencia por desacato hoy. Podría volver a ser encarcelada, apenas dos años después de haber sido liberada de casi siete años de prisión por cargos relacionados con el espionaje.
La valentía de Manning subraya lo mucho que está en juego en la defensa de Assange contra la operación intensificada por la administración Trump y el Departamento de Justicia de Estados Unidos para encarcelar al líder de WikiLeaks, o condenarlo a muerte, por transmitir a los pueblos del mundo la verdad -que sólo Chelsea Manning ha hecho pública- acerca del militarismo de EE.UU. y de la política exterior de ese país.
La amenaza de encarcelar a Manning marca una nueva escalada en la campaña de Washington para obligar a Assange a abandonar la embajada ecuatoriana en Londres, donde se le concedió asilo político en 2012. El gobierno de Trump está tratando de presentar públicamente cargos en su contra y exigir a los gobiernos ecuatoriano y británico que cumplan con una orden de extradición a los Estados Unidos por falsas acusaciones de espionaje o conspiración.
Joseph Kishore, secretario nacional del Partido Socialista por la Igualdad en Estados Unidos, ha emitido la siguiente declaración:
«El Partido Socialista por la Igualdad condena inequívocamente la persecución vengativa y criminal de Chelsea Manning por parte del gobierno de Estados Unidos.
«Chelsea sufrió confinamiento solitario, abuso y tortura, y más de seis años de prisión por dar a conocer la verdad a la población estadounidense y mundial. Ayer, una vez más se mantuvo firme en el principio democrático fundamental y se negó a ayudar a la administración Trump en su venganza por incriminar falsamente a WikiLeaks y Julian Assange. Es una figura heroica y debe ser defendida.
«Los trabajadores de todo el mundo nunca olvidarán la valiente exposición de Chelsea, a un costo personal enorme, de los crímenes del imperialismo estadounidense. En medio de una creciente ola de huelgas mundiales, el Partido Socialista por la Igualdad hará todo lo que esté a su alcance para movilizar a la clase obrera en defensa del Chelsea, y liberar a Julian Assange y a todos los demás prisioneros de guerra de clase».
Aunque a Manning se le ofreció inmunidad a cambio de su testimonio -un dispositivo empleado para atraer a los testigos a ayudar a los fiscales- se negó a responder a ninguna de las preguntas de la administración Trump, citando sus derechos bajo la Constitución de los Estados Unidos.
Manning, en un comunicado de prensa emitido después de la audiencia, declaró:
«Ayer, comparecí ante un gran jurado secreto después de recibir inmunidad por mi testimonio. Todas las preguntas sustantivas se referían a mis revelaciones de información al público en el 2010 – respuestas que di en mi extenso testimonio, durante mi corte marcial en el 2013. Respondí a cada pregunta con la siguiente declaración: `Me opongo a la pregunta y me niego a responder sobre la base de que la pregunta viola mi Primera, Cuarta y Sexta Enmienda, y otros derechos legales».
«El viernes, regresaré a la corte federal en Alexandria, Virginia para una audiencia de desacato cerrada. Un juez considerará las bases legales de mi negativa a responder preguntas frente a un gran jurado. La corte puede encontrarme en desacato y ordenarme ir a la cárcel.
«En solidaridad con muchos activistas que se enfrentan a las adversidades, mantendré mis principios. Voy a agotar todos los recursos legales disponibles. Mi equipo legal sigue cuestionando la confidencialidad de estos procedimientos, y estoy preparada para enfrentar las consecuencias de mi negativa».
No se puede esperar de nadie una declaración más heroica y de principios.
El juez Claude M. Hilton podría ahora detener a Chelsea Manning, después de todo lo que ha sufrido, como testigo recalcitrante. Podría ser acusada de desacato y encarcelada durante 18 meses, o hasta el final de la vida del gran jurado.
A principios de esta semana, Hilton, que fue nombrada para el Tribunal Federal de Distrito por el Presidente Ronald Reagan en 1985, rechazó las mociones de los abogados de Manning para anular la citación o hacer público el registro completo de su testimonio.
Horrorizada por lo que vio de los crímenes militares y diplomáticos de Estados Unidos tras su despliegue en Bagdad en 2009, Manning filtró una amplia gama de documentos «clasificados» a WikiLeaks. Entre ellos, el vídeo Collateral Murder, que muestra a los helicópteros de combate estadounidenses disparando contra civiles, incluidos niños y dos periodistas de Reuters.
Durante su corte marcial de 13 semanas en 2013, Manning testificó que actuó por su cuenta, de forma anónima, para enviar documentos a WikiLeaks. Se negó a incriminar a Assange o WikiLeaks, a pesar del trato brutal que se vio obligada a soportar. Esto incluía la reclusión prolongada en régimen de aislamiento y otros abusos que fueron condenados internacionalmente como tortura.
Manning fue condenada por el tribunal militar en virtud de la Ley de Espionaje de los Estados Unidos por filtrar porciones de 227 documentos. Con Barack Obama en la Casa Blanca, Manning fue sentenciada a 35 años de prisión, más tiempo del que nadie ha recibido jamás por revelar registros clasificados del gobierno de Estados Unidos.
En uno de sus últimos actos, Obama conmutó la sentencia de Manning en 2017, pero se negó a concederle un indulto, asegurando que su condena permaneciera en su expediente. Un portavoz de Trump, que estaba a punto de asumir el cargo, dijo que la decisión de liberar a Manning fue «decepcionante» y «preocupante».
La renovada persecución de Manning confirma que la venganza contra Assange no tiene nada que ver con las afirmaciones inventadas de que WikiLeaks coludió con el gobierno ruso para asegurar la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2016.
Manning fue citada por el mismo Gran Jurado en el Distrito Este de Virginia que fue convocado en 2010 para decidir si presentar cargos contra Assange por la publicación de WikiLeaks de las filtraciones de Manning.
Varias fuentes han informado de que el Gran Jurado acusó a Assange en virtud de la Ley de Espionaje de 1917 y selló la acusación. Un documento judicial fechado el 22 de agosto de 2018, aparentemente divulgado erróneamente en un caso no relacionado, establece específicamente que el caso fue sellado con el fin de «mantener confidencial el hecho de que Assange ha sido acusado».
Otro juez, en el mismo tribunal, rechazó este año una moción de un grupo de reporteros para desestimar esos cargos. El fiscal federal que juzgó ese caso, Gordon D. Kromberg, también solicitó la citación que obligaba al testimonio de Manning.
David House, quien supuestamente se hizo amigo de Manning en 2010, testificó bajo inmunidad ante el gran jurado el pasado mes de julio. Dijo que también le preguntaron sobre los registros de guerra que Manning compartió con WikiLeaks.
La administración Obama aparentemente se retractó de acusar a Assange por las revelaciones de Manning porque parte del material fue publicado en asociación con los principales órganos de los medios corporativos, incluyendo el New York Times, The Guardian, Der Spiegel, Le Monde, El País y el Sydney Morning Herald.
Bajo Trump, las autoridades estadounidenses están tratando de superar ese problema coaccionando a Manning para que diga que WikiLeaks conspiró en la filtración de los documentos.
La amenaza a Manning es parte de una ofensiva bipartidista contra la libertad de expresión, dirigida a suprimir el periodismo crítico e independiente. Ella ha tomado una posición esencial, en contraste con los medios de comunicación corporativos y los grupos pseudoizquierdistas que se han vuelto cínicamente en contra de Assange.
La difícil situación de Manning subraya la importancia de la campaña del Partido Socialista por la Igualdad para exigir que el gobierno australiano intervenga de inmediato para garantizar el derecho de Assange, un ciudadano australiano, a abandonar la embajada de Ecuador y regresar a su país de origen, con la garantía de protección frente a cualquier solicitud de extradición de los Estados Unidos.
El apoyo está creciendo. Cientos de personas participaron en una manifestación en Sydney el domingo pasado para exigir la libertad de Assange, que obtuvo el respaldo de varios intelectuales y figuras artísticas de renombre, entre ellos el cofundador de Pink Floyd, Roger Waters, el periodista John Pilger, y el activista de derechos civiles Stuart Rees.
La clase obrera debe defender a Manning y Assange. Como lo demuestra la alineación en Washington contra ellos, los derechos democráticos esenciales -incluyendo la libertad de expresión- sólo pueden ser defendidos por la movilización política independiente de la clase obrera en oposición a los partidos políticos pro-capitalistas y al estado capitalista.
Hacemos un llamamiento a nuestros lectores en Australia y el Reino Unido para que participen en la manifestación por la libertad de Assange y ahora defiendan a Chelsea Manning, este domingo, 10 de marzo, en la Biblioteca Estatal de Melbourne a la 1:00 p.m. y en la vigilia frente a la embajada de Ecuador en Londres el mismo día, a partir de las 3:00 p.m. en Londres.
Publicado originalmente por WSWS.org
Traducción del inglés de: Antonella Ayala