Tercer encuentro europeo de asociaciones de solidaridad con la Comunidad de Paz celebrado en Burgos del 1 al 3 de marzo de 2019.

 

«Estamos regresando a los años 90», así inician Gildardo Tuberquia, líder histórico de la Comunidad de Paz de San José de Apartadó y el Padre Javier Giraldo, que ha acompañado a la Comunidad durante 22 años, su discurso en el Tercer Encuentro Europeo de Asociaciones solidarias con la Comunidad de Paz celebrada en Burgos del 1 al 3 de marzo de 2019. A pesar de la firma de los acuerdos de paz, de hecho, una gran parte de la población civil, especialmente en las zonas rurales, sigue viviendo diariamente bajo la constante amenaza de violencia debido a la persistente presencia de grupos neoparamilitares y de la guerrilla del ELN.

Si, por un lado, el conflicto parece haberse interrumpido formalmente con la firma de los Acuerdos de Paz, por otro lado, hay un aumento de la violencia contra civiles y, en particular, defensores de derechos humanos, comprometidos con la construcción efectiva de la paz a través de caminos comunitarios, inclusivos y de defensa de los derechos humanos y el medio ambiente, solo en los últimos tres meses 120 han sido asesinados.

Las áreas «dejadas en libertad» por las FARC han sido ocupadas por neoparamilitares para perseguir intereses económicos específicos, con una fuerte participación en diversas actividades delictivas, como el narcotráfico, y una estrecha colaboración con compañías mineras y agroalimentarias, tanto nacionales como internacionales. Estas últimas, de hecho, a menudo utilizan grupos paramilitares para obtener el desplazamiento de civiles y el control de los territorios de interés para ellos. Regresa el pago de «cuotas» para poder cultivar los campos, la presencia masiva de informantes pagados por los paramilitares, el reclutamiento de menores y los ex disidentes guerrilleros de las FARC. Todo esto ha contribuido a aumentar considerablemente el número de personas desplazadas: de 14.600 en 2017 a 27.800 en 2018.

Varias organizaciones denuncian abiertamente cómo los grupos paramilitares han penetrado en los lugares públicos, favoreciendo por un lado a políticos, empresarios y terratenientes corruptos, y por el otro continúan desapareciendo, amenazando, matando a civiles, en particular a los defensores de los Derechos Humanos que se oponen a su llegada.

La situación de la comunidad es aún más problemática debido a sus opciones de vivir la no violencia activa y denunciar públicamente las continuas violaciones sufridas.

Estos campesinos y campesinas no violentos confían abiertamente en un modelo económico y de mercado que no se basa en la violencia y la explotación humana y ambiental, lo que demuestra que este modelo es insostenible tanto a nivel local como mundial, y muestra al mundo un estilo de vida que se centra en la persona, la comunidad y el medio ambiente. Por todo esto, la Comunidad de Paz es considerada por cualquiera con importantes intereses económicos en Colombia vinculados a la explotación indiscriminada de los recursos naturales y ambientales, un modelo a eliminar y a no dejar replicar.

Con estas premisas en Burgos junto con diferentes grupos de España, Italia, Bélgica y Suiza, hemos compartido y hemos tratado de encontrar una línea de apoyo común para la Comunidad a partir de la violencia más reciente.

El 29 de diciembre de 2017, 5 paramilitares ingresaron a la comunidad con la intención de matar a Germán Graciano Posso, el representante legal de la comunidad. Solo debido a la llegada oportuna de toda la comunidad a la emboscada, fue posible salvar a Germán y capturar a los 5 paramilitares que, una vez entregados a las autoridades colombianas, fueron puestos en libertad de inmediato.

Posteriormente, hubo una ocupación de tierras en un área perteneciente a la Comunidad por campesinos externos incitados por los paramilitares, que intentan eliminar por todos los medios a estos heroicos campesinos y campesinas. Aquí se nota el diseño político de dividir el campesinado y poner los unos en contra de los otros.

Además, desde septiembre de 2018 hasta el día de hoy, se impuso una medida judicial en la Comunidad luego de una ridícula denuncia por difamación presentada por la XVII Brigada del Ejército Nacional. El comandante, Coronel Carlos Alberto Padilla, presentó una denuncia contra la Comunidad porque los testimonios con los que apeló al país y a la comunidad internacional ante las violaciones de sus derechos perpetrados por agentes del Estado, habrían dañado «el buen nombre del ejército», exigiendo que todo este material se retire de las redes sociales y que se retiren las quejas.

La demanda fue aceptada por un juez del Juzgado Segundo de Apartadó hasta emitir – tras la negativa de la Comunidad a retirarse – una sentencia de arresto de 5 días contra el representante legal Germán Graciano.

Para evitar la ejecución de este acto injusto, ilegítimo, peligroso e inconstitucional, dado que Germán disfruta de las medidas cautelares de la Corte Interamericana para el DU, y que la Corte Constitucional de Colombia ha dictaminado repetidamente a favor de las medidas de protección de la comunidad, tanto la comunidad internacional cómo los abogados de la comunidad misma se activaron y, finalmente, la Corte Constitucional revisó la sentencia y finalmente la suspendió.

A la luz de estos últimos eventos, se decidió fortalecer el apoyo internacional sobre el lugar, lo que reduce la violencia y las amenazas en contra, sobre todo, de los líderes de la Comunidad. Lamentablemente, en los últimos meses se ha reducido considerablemente el número de acompañantes, por lo que es necesario organizar y formar grupos de solidaridad que puedan dedicar voluntariamente algunas semanas de su tiempo a la Comunidad.

Otro grupo de trabajo continuará ocupándose de las «acciones urgentes», es decir, presionando a través de llamadas telefónicas, correos electrónicos, peticiones, a las autoridades colombianas e internacionales cuando ocurran violaciones especialmente graves. A esto se agrega el trabajo de denuncias y apoyo de algunos municipios europeos que han firmado pactos de amistad o han otorgado la ciudadanía honorífica.

También es importante mantener actualizada la información sobre la comunidad.

Otra parte del trabajo se dedicará a los proyectos, además del apoyo financiero para mejorar la educación autónoma, el cultivo orgánico de todo lo que la tierra particularmente fértil puede ofrecer, se dará impulso, a nivel europeo, al proyecto «Chocopaz», una barra de chocolate, hecha con cacao de la Comunidad, procesada por la Cooperativa de Quetzal de Modica y presente en varias tiendas de comercio justo, por ahora solo en Italia.

Al final de la reunión firmamos una petición enviada a los diversos Ministros de Relaciones Exteriores de nuestras naciones de pertenencia para ponerle fin a la presencia paramilitar en el área; a las amenazas, controles y ataques a los habitantes de la comunidad; a la connivencia y colaboración entre militares, policías y algunas autoridades civiles con organizaciones paramilitares y otras organizaciones criminales; invitando a Colombia a tomar las medidas necesarias para lograr una paz efectiva y, finalmente, solicitar al Gobierno de Colombia con la mayor firmeza para establecer todas las medidas necesarias para poner fin a la interminable cadena de asesinos de líderes sociales en todo el país.

Gildardo y el padre Javier, después de salir de Burgos, llegaron al edificio de la ONU en Ginebra, el Relator Especial de la ONU para Colombia los estaba esperando, junto con muchos otros amigos y expertos comprometidos con la protección de quienes defienden los derechos humanos.

El jueves 7 de marzo, fue el turno de la Corte Penal Internacional de La Haya de denunciar las masacres cometidas en la Comunidad y ahora aún sin castigo.

Las amenazas contra los campesinos de la Comunidad siguen siendo incumbentes y cotidianas, porque la mera presencia de una experiencia tan extraordinaria es intolerable debido a la arrogancia de los poderes colombianos, ya que están acostumbrados a sembrar el terror y las lágrimas con impunidad en todo el país.

Nelly Bocchi


Traducido del italiano por Michelle Oviedo