Julia Escalante de Haro, de CLADEM, señala la importancia de una educación basada en la lucha contra la discriminación, discute el escenario político y social para las mujeres de nuestra región.
En diálogo con la Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular (ALER) y la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación (CLADE), Julia Escalante de Haro, coordinadora general del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM), se refiere a los temas relevantes que pautan las movilizaciones y luchas del Día Internacional de la Mujer en el 2019, como la violencia de género y la autodeterminación reproductiva, y su relación con el derecho a la educación.
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¿En qué situación está América Latina y el Caribe respeto a la igualdad y equidad de género?
Estamos en una situación de deuda pendiente con los derechos de las mujeres. Aunque en la mayoría de los países de nuestra región hemos logrado avances interesantes, en materia de creación de leyes y de políticas públicas, esto no se ha traducido todavía en una realidad para las mujeres. Es decir, tenemos muchos logros solamente en las letras, no en la cotidianidad.
Entre las principales deudas está el derecho a una vida sin violencia, pues, aunque tengamos leyes muy buenas, todavía no logramos erradicar la violencia. Por lo contrario, estamos viviendo un recrudecimiento de las violencias. Otro tema es la autodeterminación reproductiva, con esta “ola verde” que llegó desde Argentina y pasó por toda la región reivindicando el aborto legal, seguro y gratuito. Hemos logrados algunas conquistas, como en la Ciudad de México, pero sigue una gran deuda, como en el caso de la niña argentina que, con 11 años, fue violentada y le negaron el derecho al aborto. La niña fue sometida a hacer una cesárea de emergencia.
Finalmente, también está el tema de la participación política, donde hemos alcanzado logros en términos de representatividad. Pero, seguimos siendo tratadas de forma marginal, con el llamado techo de cristal, donde no nos permiten acceder a los puestos de toma de decisiones, a los de más autoridad dentro de nuestros gobiernos. Esto, en el macro y en el micro, tiene que ver con el no reconocimiento del trabajo remunerado y no remunerado del cuidado doméstico por los Estados.
Hay un tema que está en la agenda mediática del continente, que es la “ideología de género”. ¿Cuál es tu balance en este momento sobre este debate?
La “ideología de género” está muy vinculada a los poderes de los diferentes países, muy vinculada al ámbito empresarial y del poder económico. También ha logrado pegarse a ciertos niveles de las políticas públicas, así como en el imaginario colectivo. Estos mensajes han tenido un resultado bastante grande en la región, pero soy muy optimista al respecto.
Creo que este avance conservador que vemos tan abrumador tal vez no sea así, porque en realidad responde a la multiplicación de la misma estrategia, por las mismas personas y en los mismos espacios. Tal vez sean pocas voces, pero que se colocan de manera estratégica en algunos lugares y, por eso, nos dan la idea de que tienen una alta resonancia. Este avance de los grupos anti derechos son una respuesta a los avances que hemos tenido como movimientos progresistas de derechos humanos. O sea, se han sentido amenazados en sus intereses y por eso han lanzado campañas tan regresivas bajo el argumento de la “ideología de género”.
Sin embargo, creo que los sectores progresistas, entre ellos las feministas, somos muy creativas y abiertas para discutir con estos grupos, siempre mostrando los beneficios y los logros que se han alcanzado a partir de esta lucha por reconocimiento de derechos. Creo que estamos haciendo lo que nos toca: en algunos casos confrontar, en algunos casos obviar, y en los casos de las políticas públicas, luchar.
¿Por qué es importante abordar los temas género y sexualidad en el ámbito educativo?
Está ampliamente documentado que la incorporación de la educación integral en sexualidad tiene muchos beneficios para la sociedad en general. El tema es que nuestros gobiernos no le han dado el peso necesario, lo que tiene que ver con una concepción social conservadora y temerosa que limita su realización. Sin embargo, hay países donde se han aprobado currículos que integran este tipo de contenido, por ejemplo, en el caso de México. Aquí, hace varios años, venimos peleando para que se incorpore en los libros de texto la educación integral en sexualidad, y hemos tenido conquistas en olas, que de pronto se integran bien, pero enseguida regresan y se incorporan conceptos estereotipados.
La educación integral en sexualidad tiene impactos positivos en la vida de las personas, más allá de su sexualidad. Es un factor protector de las niñas contra el abuso sexual infantil, que es una de las problemáticas más visibles y dolorosas de la región. Al contrario de lo que dicen los grupos antiderechos, es una herramienta para proteger las niñas, niños y adolescentes de abusos y violencias. Otro impacto positivo es la prevención del embarazo en la adolescencia, pues se ha demostrado que una buena orientación y un buen acceso a servicios de salud e información puedan retrasar el inicio de la vida sexual y facilitar una vida sexual plena, satisfactoria y sin riesgos.
Así luchamos para que los Estados incluyan estos temas en los currículos, especialmente en la educación pública. Estamos convencidas de que es un beneficio social muy importante.