El término utopía aparece como “la búsqueda incansable de la Humanidad desde el comienzo de los tiempos de un lugar o sociedad ideal” y a pesar de su carácter no real, permite reconocer los ideales de una sociedad o comunidad en un momento concreto de su singladura histórica así como los obstáculos que impiden cristalizar su sueño idílico. La utopía así concebida, sería el camino para alcanzar un sueño que llevaría implícito en su potencia la facultad de devenir en acto concreto (en el camino está la meta), pero para alcanzar la utopía, es preciso transitar por la senda marcada por el pragmatismo político: “Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible”.
La utopía factible en el Estado español tras las Elecciones del 20-D hubiera sido la formación de un Gobierno de Cambio PSOE-Ciudadanos como alternativa al régimen autocrático del PP de Rajoy que diera prioridad a la implementación del llamado Estado social y democrático de Derecho y a una regeneración democrática (mediante la extirpación del cáncer metastásico de la corrupción que habría fagocitado todos los estamentos del Estado español) aunado con una reforma posibilista de la Constitución del 78, intento fallido debido al maximalismo político de Pablo Iglesias obsesionado con asaltar los Cielos y finiquitar el Régimen del 78.
Sin embargo, la desafección política de la sociedad española motivada por los sangrantes casos de corrupción del PP (cuyo paradigma sería la sentencia del Caso Gürtel), generó un tsunami popular de denuncia del actual déficit democrático, social y de valores originando un “caos constructivo” que facilitó la presentación de una moción de censura por parte de Pedro Sánchez, quien tras lograr el apoyo del resto de partidos de la oposición consiguió finiquitar el Gobierno de Rajoy y abrir un horizonte limitado en el tiempo para intentar implementar una nueva cartografía socio-política del Estado español. A pesar de los esfuerzos de Pedro Sánchez, el inicio del Macro-Juicio político contra los líderes del procés encarcelados habría provocado el maximalismo de los grupos catalanes al exigir como condición “sine qua non” para aprobar los Presupuestos de Sánchez en el Congreso la celebración de un referéndum sobre la autodeterminación de Catalunya, lo que habría dinamitado los puentes de contacto, provocado la retirada de los nuevos Presupuestos y el adelanto de las Elecciones Generales para el 28 de Abril.
Un hipotético Gobierno de Coalición Ciudadanos-PP apoyado por Vox se traducirá en la ilegalización de partidos refractarios a los postulados de la Constitución (Sortu, ERC, PDeCAT y CUP) así como la suspensión sine die de la Autonomía Catalana y de los regímenes forales vasco y navarro como punto final de una feroz ofensiva recentralizadora que supondrá la asunción de las actuales competencias autonómicas (Sanidad, Educación, Policía y Prisiones) por el Estado Central, convirtiendo a la seudodemocracia española en una distopía autocrática. Consciente de esta posibilidad, tanto el PSOE como IU-Podemos usarán como lema de su campaña el icónico “No pasarán”, dirigido no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta , convertidos en “bastión de la democracia frente al ataque autocrático y recentralizador del Tripartito azul (PP, C,s, Vox)”, no siendo descartable la movilización masiva del electorado progresista y un vuelco electoral.