Al pueblo de Venezuela
Una vez más, la élite de los Estados Unidos ha decidido tratar de imponer su voluntad en el pueblo de otra nación, en este caso, y no por primera vez, su país, Venezuela.
El 23 de enero de 2019, tras una cuidadosa planificación secreta en las semanas precedentes y de una llamada telefónica nocturna el día anterior del vicepresidente de los EE. UU., Mike Pence – véase: “Pence prometió respaldo de los EE. UU. antes de que se marche el líder de la oposición de Venezuela” y “Venezuela: el plan de golpe de Estado de Trump tiene grandes defectos” – Estados Unidos inició un golpe de estado contra el presidente, Nicolás Maduro, y su gobierno, quien el 20 de mayo de 2018 fue reelegido democráticamente para representarlos. Véase: “El caso de la legitimidad del segundo mandato de Maduro”.
Al organizar, reconocer y apoyar como “presidente interino” al títere estadounidense capacitado para este propósito durante la última década – véase: “La creación de Juan Guaidó: cómo el laboratorio para cambio de régimen de los Estados Unidos creó al líder del golpe de Venezuela” – el gobierno de los Estados Unidos simplemente ha puesto ahora en evidencia y precipitado su antiguo plan de tomar el control de los enormes recursos de petróleo, gas, oro, agua y otros recursos naturales de Venezuela, con el petróleo y el gas convenientemente cerca de las refinerías de Texas. En relación con el oro, por ejemplo, véase: “El Banco de Inglaterra se negó a devolverle a Venezuela $ 1.200 millones en oro – reportes” – y luego “El Banco de Inglaterra instó a entregar el oro de Venezuela a Guaidó”.
Por supuesto, este golpe es perfectamente consistente con la política exterior estadounidense de los últimos dos siglos, cuyo enfoque esencial ha sido asegurar su control en áreas geoestratégicas clave del mundo y robar los recursos de naciones extranjeras. Para obtener una lista de las “intervenciones más notables de Estados Unidos” en Centro y Sudamérica durante ese período, consulten: “Antes de Venezuela: la larga historia de la intervención de los Estados Unidos en América Latina”. Pero también pueden leer una lista más completa de las intervenciones de EE. UU. en el extranjero (solo desde 1945) en «Derrocando a los gobiernos de otros pueblos: la lista maestra» de William Blum.
No hace falta decir que este último intento de “cambio de régimen” está en clara violación del derecho internacional en muchos aspectos, por lo que es difícil documentarlo concisamente. Primero, la intervención en curso de los Estados Unidos durante un período prolongado siempre ha sido una violación del derecho internacional, incluido el Capítulo IV, Artículo 19 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos. Segundo, las sanciones son ilegales bajo tantos tratados que es repugnante. Véase: “Práctica relacionada con la Regla 103. Castigos colectivos”. Y tercero, el golpe de Estado es una violación de la constitución venezolana. Véase: “El fracaso del reclamo constitucional de Guaidó a la presidencia de Venezuela”.
Desafortunadamente, el derecho internacional (como el derecho interno) se usa simplemente como otro medio para infligir violencia a quienes se encuentran fuera del círculo de la élite y, como lo demuestra la observación casual de los antecedentes, las élites de Estados Unidos y otros lugares habitualmente lo ignoran cuando las características geopolíticas, económicas y/u otros intereses “lo requieren”.
Como de costumbre, no hay un pretexto remotamente razonable para este golpe, a pesar del habitual alfabeto de los aliados adeptos a EE. UU. como Australia, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Israel … – véase, por ejemplo, “Australia reconoce a Juan Guaidó como presidente de Venezuela” y “Emmanuel Macron, Pedro Sanchez, Angela Merkel y Theresa May no tienen derecho a emitir un ultimátum contra Venezuela” – así como a los medios corporativos controlados por la élite, mintiendo que haya tal pretexto. Tengan en cuenta que, dado el escaso apoyo nacional para muchos de estos líderes políticos a la luz de su evidente incompetencia en el tratamiento de temas de importancia crítica para sus propios electores, – ¿es aquí donde mencionamos palabras como “Brexit” y “Chalecos Amarillos”, por ejemplo? – no es de extrañar que la distracción ofrecida por los eventos en otros lugares también se use para proporcionar algo de alivio al resplandor enfocado en su propia ineptitud.
Por supuesto, Luis Almagro, jefe sumiso de la Organización de los Estados Americanos (OEA), reconoció a Guaidó en violación tanto de la Carta de la OEA como del voto mayoritario de esa organización. Véase el “Mensaje del Secretario General de la OEA sobre Venezuela» y “Caricom a Almagro: ‘Usted no habla por toda la OEA’”, y la cobarde Unión Europea (UE), también arrodillándose ante la presión de Estados Unidos para ignorar el derecho internacional, simplemente se agrega a la imagen de un sistema global carente de una brújula moral y de estado de derecho, y asimismo de coraje.
Es cierto, como la mayoría lo sabe, que Venezuela ha estado experimentando terribles circunstancias económicas pero, como la mayoría de ustedes también sabe, estas circunstancias han sido causadas por “intervención extranjera, sabotaje interno y la disminución de los precios del petróleo”, incluyendo particularmente la profundización de las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos en los últimos años. Para explicaciones sólidas de lo que ha ocurrido en Venezuela en los últimos tiempos, en particular los factores externos que causan estas terribles circunstancias económicas, véase el informe en nombre del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas redactado por Alfred de Zayas “Informe del Experto Independiente sobre la promoción de un orden internacional democrático y equitativo en su misión a la República Bolivariana de Venezuela y a Ecuador”, el cual identificó la crisis que “la guerra económica” de EE. UU. estaba precipitando – ver “Ex relator de la ONU: las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela causan una crisis económica y humanitaria” – así como la investigación comunicada en “Protestas de la oposición en Venezuela enraizadas en falsedades”, “Las sanciones de Trump hacen casi imposible la recuperación económica en Venezuela” y “Venezuela: lo que los activistas deben saber sobre el golpe liderado por los Estados Unidos”.
Pero, para que nadie piense que este golpe de Estado de los EE. UU. tiene que ver sólo con recursos, el control geopolítico también es vital. Como lo señaló Garikai Chengu: “Estados Unidos busca el control de Venezuela porque se encuentra en la cima de la intersección estratégica de los mundos caribeño, sudamericano y centroamericano. El control de la nación siempre ha sido una forma muy efectiva de proyectar el poder en estas tres regiones y más allá”. Véase “Sanciones de destrucción masiva: la guerra de Estados Unidos contra Venezuela”.
Por supuesto, aunque los problemas pendientes en Venezuela han sido causados principalmente por la ilegal interferencia en curso de Estados Unidos, el gobierno eminentemente razonable de su país sigue dispuesto a participar en el diálogo para resolver estos problemas. Vean, por ejemplo, “El líder de Venezuela, Nicolás Maduro busca conversaciones con Obama” y “Maduro reafirma la disposición para el diálogo”. Sin embargo, esta disposición para el diálogo no le interesa a la élite de los Estados Unidos ni a sus aduladores aliados occidentales y locales (tanto en Centroamérica y Sudamérica, como en Venezuela) quienes, como se señaló anteriormente, tienen la intención de usurpar el control del pueblo de Venezuela y robar sus recursos.
En cualquier caso, y lo más importante, para quienes prestamos atención a la verdad, en lugar de a la basura informada en los medios corporativos controlados por la élite – vean, por ejemplo, “¿Puede Venezuela tener una transición pacífica?”, pero se describe más detalladamente en “La ‘resistencia’ de los medios de comunicación del lado de Trump para promover un golpe de estado en Venezuela” – estamos muy conscientes de lo que todos ustedes piensan sobre esto. Porque, según una encuesta reciente, ustedes están muy en contra de los Estados Unidos y de cualquier forma de intervención externa. Véase: “Encuesta local muestra que el 86% de los venezolanos se oponen a la intervención militar, 81% está en contra de las sanciones de los Estados Unidos”.
Afortunadamente, por supuesto, ustedes tienen muchos aliados solidarios, incluidos países como Rusia, China, Cuba y Turquía, que reconocen su derecho a vivir con el gobierno que eligieron y que no desean robar sus recursos. Además, en una reunión de “emergencia” del Consejo de Seguridad de la ONU, el 26 de enero de 2019, convocada por los Estados Unidos para solicitar autorización de interferencia en Venezuela, el Consejo se dividió ya que China, Guinea Ecuatorial, Rusia y Sudáfrica se opusieron a la medida, mientras Costa de Marfil e Indonesia se abstuvieron. Ver: «El jefe político de la ONU llama al diálogo para aliviar las tensiones en Venezuela; el Consejo de Seguridad está dividido sobre el camino para terminar con la crisis«.
Y hay un gran número de personas, incluidos destacados intelectuales públicos, ex diplomáticos y personas comunes y corrientes que están sólidamente del lado de Venezuela mientras ustedes se defienden del último ataque del imperialismo occidental. Por ejemplo, el profesor Noam Chomsky y otras personas prominentes han declarado públicamente su apoyo – vean: “Carta abierta de más de 70 académicos y expertos condena el intento de golpe de Estado respaldado por Estados Unidos en Venezuela” – y el ex embajador del Reino Unido, Craig Murray, ha argumentado que “El golpe de Estado en Venezuela debe ser resistido”.
De todos modos, dada la resistencia en curso al golpe de Estado en defensa de su gobierno electo, me gustaría ofrecerles otra vía de apoyo para que la consideren. Mi apoyo, si lo desean, para planificar e implementar una estrategia no violenta integral para derrotar el golpe.
Entonces, ¿qué se requiere?
He explicado en detalle cómo formular e implementar una estrategia para derrotar los intentos de golpe de estado en el libro Estrategia de defensa no violenta: un enfoque de Gandhi.
Sin embargo, también he descrito los puntos esenciales de esta estrategia en el sitio web Estrategia no violenta de defensa/liberación. Las páginas de este sitio web proporcionan una guía clara sobre cómo planificar fácilmente y luego implementar los doce componentes de esta estrategia.
Si lo desean, pueden ver una representación esquemática de esta estrategia observando la Rueda de estrategia no violenta.
Y en la página de Objetivos estratégicos se puede ver la lista básica de los 23 objetivos estratégicos necesarios para derrotar un golpe del tipo que ustedes están resistiendo en este momento. Estos objetivos estratégicos pueden adoptarse, modificarse y agregarse fácilmente, si fuera necesario, de acuerdo con las circunstancias precisas según lo decidan.
Si desean leer una explicación sencilla de cómo planificar y realizar una táctica no violenta para que tenga un impacto estratégico, pueden hacerlo aquí: “Acción no violenta: por qué y cómo funciona”.
Esto requerirá reconocer la diferencia entre “El objetivo político y la meta estratégica de las acciones no violentas”.
Y para asegurarse de que su audacia sea lo más poderosa posible, pueden considerar los 20 puntos diseñados para garantizar que estén “Minimizando el riesgo de represión violenta” cada vez que emprendan una acción no violenta en la que la represión sea un riesgo. La información es útil para neutralizar a los provocadores violentos, pero también en el caso de que secciones de la policía o la fuerza armada apoyen al títere estadounidense Guaidó en los días o semanas venideras, como suele ocurrir en contextos como este.
En esencia, su resistencia continua al golpe es esencial si van a derrotar a sus creadores y a defender a su gobierno electo. Pero las posibilidades de éxito aumentan enormemente si su lucha, y la de sus aliados solidarios en todo el mundo, se centra en el máximo impacto estratégico y está diseñada para repartir el coste de hacerlo.
Recuerden, son ustedes quienes decidirán el destino de Venezuela. No la élite de Estados Unidos ni tampoco su presidente o su gobierno.
Por supuesto, ya sea que decidan considerar y/o adoptar mi estrategia propuesta o no, cuentan con mi solidaridad.
Traducido del inglés por Antonio G. Rodero