Por el momento, Tulsi Gabbard parece ser una candidata “de verdad” en contra de la guerra que está decidida a postularse en esa plataforma. Aunque puede que solo resuene en la mayoría de los estadounidenses ya cansados de la guerra perpetua para «difundir la democracia». Por Philip M. Giraldi (1)

El listado de Demócratas que ya se han declarado candidatos para la nominación presidencial de su partido en 2020 es notable, aunque solo sea por el hecho de que una gran cantidad de aspirantes han presentado sus candidaturas tan pronto en el proceso. Sin embargo, en lo que respecta a la elegibilidad, se podría mencionar a los que buscan el puesto más alto en la tierra de los nueve enanitos. Cuatro de los posibles candidatos: Marianne Williamson, escritora; Andrew Yang, empresario; Julian Castro, ex funcionario de Obama; la senadora Amy Klobuchar y el congresista John Delaney, quienes no tienen perfiles nacionales en absoluto y son pocos los miembros del Partido Demócrata que podrían detallar quiénes son, de dónde vienen y cuáles podrían ser sus posiciones en temas clave.

La senadora Elizabeth Warren de Massachusetts tiene seguidores nacionales pero también tiene un pasado que debe ser considerado. La reciente revelación de que ella se describió falsamente a sí misma como «india americana» en 1986 con el propósito de avanzar en su carrera, que se suma a reportes similares sobre el mismo tema así como a otras mejoras de currículum que surgieron cuando se involucró por primera vez en la política nacional, en donde incitó a Donald Trump a referirse a ella como «Pocahontas». Warren, que es en gran parte progresista en cuestiones sociales y domésticas, ha tenido enfrentamientos en numerosas ocasiones con respecto a sus opiniones sobre Israel/Palestina y más allá de declarar que está a favor de una «solución de dos estados» ha sido algo reticente. Debería ser descrita como proisraelí por las razones habituales y no es alguien a quien se pueda alegar ser anti guerra. Ella se presenta como una versión más liberal de Hillary Clinton.

Y luego está el senador de Nueva Jersey, Cory Booker, que se promociona como el «nuevo Obama», presumiblemente porque es negro y progresista. Su historial como alcalde de Newark, Nueva Jersey, con el cual inició su carrera en el escenario nacional, tiene altibajos, y cabe preguntarse si Estados Unidos está listo para otro político negro con un discurso persuasivo cuyo historial real de logros es escaso. Desafortunadamente, uno recuerda el Premio Nobel de la Paz totalmente falso de Obama y sus reuniones los martes por la mañana con John Brennan para trabajar en la lista de estadounidenses que iban a ser asesinados.

Booker ha cultivado cuidadosamente a la comunidad judía en su carrera política, al punto de haber creado una relación cercana con Shmuley Boteach, el repulsivo «Rabino de Estados Unidos», aunque recientemente se ha vuelto más independiente de dichos lazos, ya que apoya el acuerdo de Obama con Irán y vota en contra de la legislación antiboicot, desinversión y sanciones (BDS) en el Senado. En cuanto a los aspectos negativos, al New York Times le agrada Booker, lo que significa que desalentará a la mayoría de los estadounidenses. Además, tiene 49 años y es soltero, lo que aparentemente molesta a algunos de los expertos.

La senadora de California, Kamala Harris, es una participante formidable en la multitud debido a su currículum, nominalmente progresista en la mayoría de los casos, pero con un historial laboral que ha atraído a críticos preocupados por sus duras políticas de aplicación de la ley y orden cuando era fiscal del distrito General para San Francisco y Fiscal General de California. También ha hablado en AIPAC, es anti-BDS, y es considerada una pro-israelí de confianza, lo que la excluiría de algunos, aunque también podría atraer a los demócratas en medio del camino, como los Clinton y Nancy Pelosi, que cada vez más se convierten en defensores de la guerra. Sin embargo, tendrá dificultades para convencer a la multitud en contra de la guerra de que vale la pena apoyarla. Hay informes de que probablemente dividirá el voto de las mujeres negras a pesar de que ella también es negra, quizás vinculada a su relación con el poderoso e influyente Willie Brown de California cuando ella tenía 29 años y Brown 61 años. Brown estaba casado, aunque ya separado, con una mujer negra en ese momento. Harris se está culpabilizando puesto que claramente usó la relación para avanzar en su carrera mientras que adquiría varias prebendas de patrocinio en comisiones estatales que le compensaron con cientos de miles de dólares.

La candidata más interesante es, sin duda, la congresista Tulsi Gabbard, quien es la cuarta congresista de Hawai, donde nació y se crió. También es considerada el interés central de la seguridad nacional, ya que ha estado allí y lo ha hecho a través del servicio como oficial de la Guardia Nacional de Hawai en un despliegue de combate en Irak. Aunque se encuentra en el Congreso a tiempo completo, ella todavía cumple con su deber en la Guardia.

A pesar de su propia experiencia militar de Tulsi, ella da todas las indicaciones de estar honestamente en contra de la guerra. En el discurso en el que anunció su candidatura, prometió «centrarse en el tema de la guerra y la paz» para «poner fin a las guerras por el cambio de régimen que han cobrado demasiadas vidas y socavado nuestra seguridad al fortalecer a grupos terroristas como Al-Qaeda». Se refirió al peligro que supone un error en una posible guerra nuclear e indicó su consternación por lo que parece ser un resurgimiento de la Guerra Fría.

Sin temer desafiar la política establecida, hizo un llamado a ponerle fin a la «guerra ilegal para derrocar al gobierno sirio», y también señaló que «la guerra para derrocar a Assad es contraproducente porque en realidad ayuda al ISIS y a otros extremistas islámicos a lograr su objetivo de derrocar al gobierno sirio de Assad y tomar el control de toda Siria, lo que simplemente aumentará el sufrimiento humano en la región, exacerbando la crisis de refugiados y suponiendo una mayor amenaza para el mundo». Luego, respaldó sus palabras con acciones organizando en secreto un viaje personal a Damasco en 2017 para reunirse con el presidente Bashar al-Assad, y sostuvo que era importante reunirse con los adversarios «si se toma en serio la búsqueda de la paz». Gabbard hizo su propia evaluación de la situación en Siria y ahora favorece el retiro de las tropas estadounidenses fuera del país, así como poner fin a las intervenciones estadounidenses por el «cambio de régimen» en la región.

En 2015, Gabbard apoyó el acuerdo nuclear del presidente Barack Obama con Irán y, últimamente ha criticado la salida del presidente Donald Trump del acuerdo. En mayo pasado, criticó a Israel por disparar a «manifestantes desarmados» en Gaza, aunque se supone que, como casi todos los políticos estadounidenses, también tiene que asegurarse de que no tenga el lobby israelí a su cargo. Gabbard ha dicho en una conferencia de Cristianos Unidos por Israel, que ha defendido el programa de asentamientos de Israel; ha traído de vuelta la legislación que recorta la financiación a los palestinos; y ha cultivado vínculos con Boteach, así como con el principal magnate donadante del casino GOP, Sheldon Adelson. También asistió al controvertido discurso en el Congreso del Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en marzo de 2015, que muchos demócratas progresistas boicotearon.

Sin embargo, Tulsi apoyó la candidatura pacifista de Bernie Sanders en 2016 y parece estar completamente a bordo y sin temor a promover sus opiniones antibélicas. Sí, los estadounidenses han escuchado mucho de lo mismo anteriormente, pero Tulsi Gabbard bien podría ser la única candidata que verdaderemente está en contra de la guerra y que podría ser elegible en los últimos cincuenta años.

Lo que está logrando Tulsi Gabbard puede ser calculado por los enemigos que ya se están reuniendo y están tratando de atraparla. Glenn Greenwald en The Intercept describe cómo en las noticias de NBC publicaron una historia ampliamente difundida el 1 de febrero, afirmando que «los expertos que rastrean los sitios web y las redes sociales vinculadas a Rusia han visto el revuelo de una posible campaña de apoyo a la demócrata de Hawaii Tulsi Gabbard».

Pero el experto citado por NBC resultó ser un firme miembro de New Knowledge, quien fue expuesto por nada menos que The New York Times por falsificar las cuentas de los trolls rusos para el Partido Demócrata en la elección del Senado de Alabama para sugerir que el Kremlin estaba interfiriendo en esa elección. Según Greenwald, en definitiva el grupo que está detrás del ataque a Gabbard es el del Acuerdo de Seguridad Democrática (ASD), que patrocina una plataforma llamada Hamilton 68, una «herramienta inteligente de verificación de red» que pretende rastrear los esfuerzos rusos para difundir la desinformación. El sitio web de ASD informa que «Asegurar la Democracia es una Necesidad Global».

El ASD fue creado en 2017 por la multitud de neoconservadores de siempre con fondos del Atlanticist y el fondo alemán anti-ruso Marshall. Está cargado en su totalidad de sionistas e intervencionistas y seguidores del globalismo, que incluye a Michael Chertoff, Michael McFaul, Michael Morell, Kori Schake y Bill Kristol. La alianza afirma, inocentemente, que se trata de un grupo transatlántico bipartidista de defensa de la seguridad nacional que busca identificar y contrarrestar los esfuerzos de Rusia para socavar las democracias en los Estados Unidos y Europa, sin embargo en realidad es una fuente importante de desinformación.

Por el momento, Tulsi Gabbard parece ser una candidata “de verdad”, quien además de estar en contra de la guerra, está decidida a postularse en esa plataforma. Aunque puede que solo resuene en la mayoría de los estadounidenses ya cansados de la guerra perpetua para «difundir la democracia» y otros fraudes relacionados perpetrados por la banda de oligarcas y traidores que dirigen los Estados Unidos. Nosotros como pueblo siempre tendremos esperanza.

  1. Ph.D., Director Ejecutivo del Consejo para el Interés Nacional.

 

Publicado originalmente en Cultura Estratégica, 14/02/2019

Reimpreso con permiso


Traducido del inglés por Rosalía Briones