La desafección política de la sociedad española motivada por los sangrantes casos de corrupción del PP (cuyo paradigma sería la sentencia del Caso Gürtel), generó un tsunami popular de denuncia del actual déficit democrático, social y de valores originando un “caos constructivo” que facilitó la presentación de una moción de censura por parte de Pedro Sánchez, quien tras lograr el apoyo del resto de partidos de la oposición consiguió finiquitar el Gobierno de Rajoy y abrir un horizonte limitado en el tiempo para intentar implementar una nueva cartografía socio-política del Estado español.
¿Hacia un Régimen Tardofranquista?
La irrupción mediática e institucional de VOX marcará el finiquito del paradigma vigente en las últimas décadas (Teoría de lo “políticamente correcto») y la plasmación de los postulados de la “Doctrina Aznar” que tendría como ejes principales la culminación de la «derrota institucional de ETA, el mantenimiento de la «unidad indisoluble de España” y el control estricto de la inmigración», no siendo descartable que tras las próximas Elecciones Generales asistamos a la formación de un Gobierno de Coalición PP-Cs-VOX que implementará el Estado Tardofranquista.
Dicho régimen beberá de las fuentes del centralismo jacobino francés y del paternalismo de las dictaduras blandas y devendrá indefectiblemente en un régimen autocrático,forma de gobierno ejercida por una sola persona, especie de parásito endógeno de otros sistemas de gobierno (incluida la llamada democracia formal) que partiendo de la crisálida de una propuesta partidista elegida mediante elecciones libres, llegado al poder se metamorfosea en líder Presidencialista con claros tintes totalitarios (inflexible, centralista y autoritario), lo que confirma el aforismo de Lord Acton “El Poder tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente”.
La ofensiva recentralizadora del Tripartito Tardofranquista
Con el nuevo Gobierno de Coalición Ciudadanos-PP-Vox, asistiremos a la instauración de una nueva Doctrina por parte del nuevo Gobierno Central que se traducirá en la ilegalización de partidos refractarios a los postulados de la Constitución (Sortu, ERC, PDeCAT y CUP) así como la suspensión sine die de la Autonomía Catalana como punto final de una feroz ofensiva recentralizadora que supondrá la asunción de las actuales competencias autonómicas (Sanidad, Educación, Policía y Prisiones) por el Estado Central, lo que se traducirá en una distopía. El término distopía fue acuñado a finales del siglo XIX por John Stuart Mill en contraposición al término eutopía o utopía, empleado por Tomas Moro para designar a un lugar o sociedad ideal. Así, distopía sería “una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal”.Las distopías se ubican en ambientes cerrados o claustrofóbicos enmarcados en sistemas antidemocráticos, donde la élite gobernante se cree investida del derecho a invadir todos los ámbitos de la realidad en sus planos físico y virtual e incluso en nombre de la sacro-santa Unidad de España y a eliminar el principio de inviolabilidad (habeas corpus) de las personas, síntomas todos ellos de una clara deriva totalitaria.
¡No pasarán!
El inicio del Macro-Juicio político contra los líderes del procés encarcelados habría provocado el maximalismo de los grupos catalanes al exigir como condición “sine qua non” para aprobar los Presupuestos de Sánchez en el Congreso la promesa del Gobierno socialista de la celebración de un referéndum sobre la autodeterminación de Catalunya. Ello habría dinamitado los puentes de contacto y provocará la retirada de los Presupuestos para el 2019 y el adelanto de las Elecciones Generales, circunstancia que tras el naufragio de Podemos será aprovechada por Pedro Sánchez para erigirse como bastión de la democracia frente al ataque autocrático y recentralizador del Tripartito azul. El mensaje de Sánchez irá dirigido no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta y tendrá como lema de su campaña el icónico “No pasarán”, para “inyectar en la población una idea concreta con ayuda de los medios de comunicación de masas para dirigir la opinión pública en beneficio propio y que permite conseguir la adhesión de los individuos a su ideario político”.