Manuela D’Avila integró con Fernando Haddad, la fórmula presidencial que enfrentó a Jair Bolsonaro en las últimas elecciones en Brasil. En esta entrevista habla de su militancia política y opina sobre el presente y el futuro de su país

Por Marco Weissheimer/Sul21 / Traducción de Pressenza

“¿Y si fueras tú?» Así se llama el instituto a través del cual Manuela D’Ávila pretende promover un debate sobre las falsas noticias y las redes de odio que han hecho de las redes sociales, en diversas situaciones, un campo minado. Después de 14 años actuando en cargos electivos por el PCdoB¹ (fue elegida en 2004 como la concejal más joven en la historia de Porto Alegre) y después de haber competido junto a Fernando Haddad (PT) en las elecciones presidenciales de 2018, Manuela se prepara para un nuevo período en su vida y en su militancia. «Voy a seguir militando. Mi origen es el movimiento social. Tengo un mandato desde que tenía 22 años, que siempre ha sido una tarea para mí y siempre ha sido muy dolorosa. Mi primer día en el cargo como concejal en Porto Alegre fue amenazado por un general porque mi primer discurso citó a la guerrilla de Araguaia», dice.

En esta entrevista con Sul21, Manuela D’Ávila habla de sus planes para el futuro, evalúa las primeras semanas del gobierno de Bolsonaro, la importancia de la decisión de Jean Wyllys² (PSOL) de renunciar a su cargo y abandonar Brasil, y los desafíos que se plantean a la izquierda en esta situación. Para ella, la decisión de Jean Wyllys es «un grito de coraje para denunciar todo lo que vivimos en Brasil». Manuela también habla de cómo enfrenta las amenazas y manifestaciones de odio que ha recibido durante muchos años. «He estado lidiando con amenazas de muerte durante mucho tiempo. Las redes de odio y las fake news tienen que ver con lo que la gente quiere odiar. Por eso se dirigen con tanta fuerza a mí, a Jean y a María do Rosario³, los tres objetivos principales. Es machismo y homofobia juntos. La gente tiene eso dentro suyo. Es como si tuvieran hambre y ganas de comer».

También critica a los sectores de izquierda que tratan de manera peyorativa lo que llaman «izquierda identitaria», que engloba las luchas feministas, LGBT y otras luchas sociales. «Esa crítica me parece absurda. No hay ningún proyecto de desarrollo en Brasil que no se enfoque en combatir la desigualdad. Y la desigualdad en Brasil se estructura a partir de género y raza. Es obvio que el tema de clase es central. Pero, ¿por qué una mujer trabajadora, que es igual a un hombre trabajador, recibe un 20% menos? ¿Por qué una mujer negra trabajadora recibe alrededor de un 57% menos de salario? ¿Alguien de izquierda quiere hablar de la desigualdad en Brasil sin hablar de género y raza? Sinceramente…. que haga otra cosa en la vida».

–Estamos cerrando prácticamente un mes del gobierno de Bolsonaro. Uno de los episodios que marcaron este período fue la decisión de Jean Wyllys de renunciar a su mandato como diputado federal y abandonar el país debido a las amenazas de muerte que ha estado recibiendo desde hace algún tiempo. En tu evaluación ¿qué simboliza esta decisión en el contexto político que estamos viviendo?

–Jean siempre fue uno de los más valientes de todos nosotros. Para mí esta decisión, además de ser un gesto de sus necesidades como militante frente a la coyuntura de innumerables amenazas de muerte que recibe desde hace muchos años, es el camino que encontró para llevar a Brasil y al mundo la realidad de lo que les pasa a los que se atreven a discrepar con la facción de Bolsonaro y con este ambiente fascistoide creado a su alrededor.

El gesto de Jean no puede ser visto como una decisión personal. Las decisiones personales, del foro íntimo, son las que tomamos ante circunstancias naturales de nuestra vida, como –por ejemplo– cuando decidí no postularme para alcalde porque mi hija tenía tres meses de edad al comienzo del año electoral. Esa fue una decisión personal. No había ningún aspecto político que me obligara a tomar esa decisión. La decisión de Jean se debe a que las autoridades no investigan eficientemente las amenazas que recibimos y los autores de esas amenazas no son castigados por esas prácticas, que crean un ambiente de odio que va más allá de ellas. Las amenazas sin castigo legitiman una cadena de odio absolutamente fascista dentro de la sociedad.

La decisión de Jean es un grito de denuncia de todo lo que estamos viviendo en Brasil. Durante la campaña electoral, mucha gente tuvo miedo de usar nuestras calcomanías y camisetas. Antes de eso, tuvimos un episodio de gente atacada en la Avenida Paulista sólo porque llevaban una camiseta roja básica, sin nada escrito en ella. Jean, con el valor que siempre tuvo en su vida, levantó la tapa de esta olla al mundo.

“Las redes de odio y las fake news se apoyan en lo que la gente quiere odiar”. Foto Mídia Ninja

–¿Cómo estás enfrentando estas amenazas, fake news y distintos tipos de ataques que se intensificaron a partir de la campaña electoral?

–Hay varias maneras de lidiar con esto y todas son legítimas. Lo que intentan es destruirnos emocional, física y psicológicamente. Cada uno de nosotros encuentra la manera de enfrentarlo. Yo me enfrento a eso desde hace muchos años. No fue por casualidad que decidiera empezar a producir contenidos sobre redes de odio y fake news. En 2015, cuando creyeron que sería candidata a la alcaldía de Porto Alegre, inventaron la historia de que yo había viajado a Miami para comprar un ajuar. No conozco Miami y ni siquiera hice un ajuar. La gente lo tomó como si fuera algo casual. «¿Quién te dijo que fueras a los Estados Unidos?», me comentaron algunos. De hecho, ahí se construyó una pos verdad. La gente discutía si yo tenía o no derecho de hacer un ajuar en Miami, una ciudad en la que nunca puse un pie.

También tuvimos el episodio que ocurrió en el evento Humaniza Redes, cuando yo estaba al final de mi embarazo. Algunas personas, a instancias de un diputado vinculado a grupos de extrema derecha, montaron un teatro simulando ser militantes y comenzaron a atacar a los panelistas. Ahí estaban Moisés Mendes, (Luciano) Potter y Juremir (Machado) debatiendo el tema de la humanización de las redes. Todo eso en 2015. Estamos hablando de cuatro años atrás. Entonces las amenazas no surgieron de la nada en el período electoral. He estado lidiando con amenazas de muerte durante mucho tiempo. Las redes de odio y las fake news se apoyan en lo que la gente quiere odiar. Por eso se dirigen con tanta fuerza a mí, a Jean y a María do Rosario, los tres objetivos principales. Son machismo y homofobia juntos. La gente tiene eso dentro de sí. Es como si encontraran el hambre y las ganas de comer. Las fake news producen algo que dialoga con los prejuicios de la gente.

Tuve suerte en dos cosas. La primera fue la decisión de regresar a Porto Alegre en 2014. Hoy en día, la idea del autocuidado frente al clima de amenaza y odio en el que vivimos, ha surgido con fuerza. Ese fue mi mayor gesto de auto-cuidado. Ya no podía quedarme en Brasilia. Ya no podía estar lejos de los movimientos sociales, de mi familia. Quería estudiar y reorganizarme individualmente. Este gesto fue considerado absurdo por mucha gente. Fui juzgada por todos lados, pero ese gesto fue una de las cosas que me fortaleció para enfrentar todo el proceso que estamos viviendo. Lo segundo fue haber tenido a Laura (su hija). Laura me salvó y me salva todos los días psicológicamente porque me veo obligada a vibrar en su frecuencia. Puedo leer 50 amenazas de muerte como leí este fin de semana, diciendo que Jean estaba conmigo en la organización de la puñalada a Bolsonaro, y cuando llego a casa voy a jugar con ella o voy a llevarla a plantar algo. Tuve la suerte de tener a Laura y de que ella me obligue a vibrar en otra frecuencia.

El gesto de Jean también tiene la cualidad de mostrar a la sociedad y a una parte de la izquierda en particular, que no alcanza con mantenerse alejado de los sucios y malditos. Rosario, Jean y yo también nos convertimos en malditos para una parte de la izquierda, como quien dice: si no hay cómo vencer las fake news, vamos a mantenernos alejados de él y de ellas que defienden el kit gay… No hay forma de alejarse de nosotros. El ataque es contra toda la izquierda. A mi marido lo echaron del club náutico (Veleiros do Sul). Pregunta cuántas llamadas telefónicas de solidaridad recibí de ‘buenos ciudadanos’ o de gente de izquierda. Casi ninguna ¿eh? Lo expulsaron porque está casado con una comunista. En la campaña esto se intensificó, pero no fue en la campaña electoral donde surgió. Mi vida se transformó hace mucho tiempo.

–¿Cuál es tu valoración política del inicio de la administración de Bolsonaro, que viene caracterizándose, entre otras cosas, por declaraciones a menudo contradictorias del presidente, vicepresidente y ministros que ocupan carteras estratégicas?

–El gobierno de Bolsonaro estará en crisis permanente debido a sus incapacidades. Hay una postura machista que relativiza eso: «No, es una pelea, nomás». Las peleas ocurren por su incapacidad y la de Guedes, que no sabía cómo se hacía un presupuesto. Imagina si yo, como mujer, me hubiera presentado a la alcaldía sin saber lo que es el plan plurianual. El tipo es el súper ministro del puesto Ipiranga y no sabe cómo se elabora el presupuesto. Imagina cómo se va a relacionar con el Congreso para construir el presupuesto. Bolsonaro es alguien que aglutinó su base, incluso al Congreso, con la popularidad que construyó con el discurso de odio. Aquí hay un tema central. ¿Qué va a ganar? ¿Su capacidad para aglutinar su agenda económica o el caos interno dentro del gobierno? Para mí, en este primer mes, quedó claro que el gobierno de Bolsonaro está haciendo ese equilibrio. Lo que aglutina su base es el odio. Este lío, en mi lectura, puede llevar a la adopción de medidas para restringir aún más las libertades en el país.

“O Jean sempre foi um dos mais corajosos de todos nós”. Foto Mídia Ninja

–En este escenario, ¿qué peso tiene la lucha por la liberación de Lula? ¿Cómo evalúas las posibilidades de esa movilización?

–La centralidad de la lucha por la libertad de Lula es la misma que antes, con la diferencia de que ahora esta forma de judicializar la política, de ignorar el debido proceso legal y la presunción de inocencia, ha llegado al gobierno. Antes estaba en el poder judicial, con algunos sectores de la política fingiendo no ver lo que estaba pasando. Hoy la judicialización de la política se ha convertido en «la política». La gente de otros países nos pregunta: ¿cómo será? Yo respondo: ¿qué falta hacer? Lula está en la cárcel y Marielle está muerta. ¿Qué más tiene que pasar en Brasil? La diferencia es que eso llegó al gobierno. Para mí, la lucha por la libertad de Lula tiene una dimensión aún mayor. La denuncia nacional e internacional de esta situación se hace todavía más actual.

–Existe una crítica promovida por sectores del campo de la izquierda a la acción de lo que llaman «izquierda identitaria», que engloba las luchas de los sectores feministas, LGBT y de otros sectores sociales. ¿Cuál es tu opinión sobre este tema?

–Creo que esa crítica es absurda. En primer lugar, la izquierda tiene que entender que no existe proyecto de desarrollo en Brasil, que no esté enfocado en combatir la desigualdad. La desigualdad en Brasil está estructurada según género y raza. La izquierda que no lucha contra la desigualdad, tiene que hacer otra cosa en la vida. Es obvio que el tema de clase es central. Pero, ¿por qué una mujer trabajadora, que es igual a un hombre trabajador, recibe un 20% menos? ¿Por qué una mujer negra trabajadora recibe alrededor de un 57% menos de salario? Un europeo puede hablar de cuestiones de clase sin hablar necesariamente de desigualdad. Ser trabajador en un país europeo no significa necesariamente ser pobre. Ya en países como el nuestro, cada vez más, pobreza, miseria y trabajo están entrelazados. Después de la Reforma Laboral, más todavía. ¿Alguien de izquierda quiere hablar de la desigualdad en Brasil sin hablar de género y raza? Sinceramente…. que haga otra cosa en la vida».

En segundo lugar, la izquierda tiene la obligación de vincularse con quien se moviliza para resistir. Eso vino con un montón de cosas después del 29 de agosto, con el #EleNão. En ese momento, debería haberse hecho el debate sobre fake news, algo que debería haber ocurrido hace mucho tiempo. Cuando Fux tomó posesión del TSE, yo decía: «ministro, no necesitamos saber quién miente, pero sí quién paga la mentira». La mentira siempre existió. Yo era candidata a la alcaldía de Porto Alegre y ellos inventaron que yo consumía drogas en la Cruzeiro porque yo era la más votada ahí. El problema no es quién miente, pero sí el tamaño del megáfono para difundir la mentira. El problema es cuando cinco panfletos impresos sobre un tema en particular, se convierten en cinco millones. ¿De dónde sale el dinero para eso? Siempre fue ese el problema. Pero en lugar de debatir las fake news y la dimensión tecnológica de los programas de big data, seguían diciendo que el problema era la movilización de las mujeres. Este es uno de los debates centrales que la izquierda tiene que hacer y tengo la intención de dedicar este período que voy a tener ahora sin mandato, para estudiar, elaborar y escribir sobre este tema.

También tenemos que entender la dimensión del diálogo con las mujeres, con las trabajadoras negras y los trabajadores negros sobre un proyecto de país. Es obvio que estas pautas están relacionadas con el mundo del trabajo. Traté de hacer eso cuando era precandidata a la presidencia. El tema de seguridad, por ejemplo ¿es igual para toda la sociedad? No. No es lo mismo para las mujeres y los hombres negros. El proyecto de país que queremos construir debe dialogar con esta cuestión de género y raza. Hay cuestiones que tenemos en común con el feminismo liberal. Más mujeres en la política es importante, pero no es todo. El tema de mi maestría fue si la presencia de mujeres a la cabeza de los ejecutivos municipales tiene impacto en la construcción de políticas para las mujeres. Y no lo tiene. Lo tendrá según sea de izquierda o de derecha.

–¿Cómo saliste de la maratón de la campaña electoral? ¿Cómo impactó ese periodo corto pero muy intenso en tu visión de Brasil y sobre los desafíos que enfrenta la izquierda?

–La campaña fue extraordinaria. En primer lugar, fui precandidata a la presidencia durante casi un año, en un pequeño partido que no había tenido su propio candidato a la presidencia en 60 años, con un tipo de agenda de construcción muy con los pies en la tierra. Fue muy desafiante ver de cerca el nivel de movilización de los jóvenes. Viajé como candidata por todo Brasil. Después tuve la oportunidad de ser candidata a vicepresidente del PT, que fue otra dimensión. La relevancia de la candidatura hizo que el odio creciera exponencialmente. Pero es importante tener en cuenta que el odio no es para el PT, sino para la izquierda en su conjunto. Es claro que cuando eres menor y menos molesto, ese odio tiene menos proyección, pero ese odio está dirigido contra lo que representamos. Eso me quedó muy claro en la campaña.

La experiencia que tuve en la campaña en el Nordeste brasilero fue particularmente extraordinaria, viendo la transformación que tuvo lugar en la región y la conciencia política de los más pobres. Fue extraordinario ver la materialización de la idea de que es posible transformar la realidad. Además, también tuve la oportunidad de vivir un proceso propio dentro de eso, que fue la relación con mi hija. Esta fue la única condición que le puse al PCdoB cuando me preguntaron si aceptaría ser candidata. En primer lugar, yo necesitaba estar con ella por una cuestión básica: necesitaba amamantarla. Después empecé a pensar que era más seguro para ella estar conmigo. Teníamos la seguridad de la gente que nos rodeaba. Esa fue la parte más feliz de la campaña.

Empecé a hacer campaña con Laura sin el apoyo de nadie. En algunos lugares, la gente preguntaba: «¿Va a traer a la niña?”, como quien dice “¿que está haciendo ella con esa niña aquí?” Al final, otras mujeres llevaban a sus hijos a las actividades de la campaña, llevaban juguetes para que Laura jugara y me ayudaban a cuidarla. Eso fue muy emblemático para mí. Hemos logrado cambiar un poquito la política. No fue fácil, pero fue muy lindo. También fue una oportunidad para reflexionar sobre los niños. Yo no era la única candidata con un hijo del tamaño de Laura. ¿Quién estaba cuidando a esos niños? Mi hija también va a la escuela. Tienes que arreglarla para ir a la escuela, preparar su mochila, ponerle la ropa, lavar la ropa, darle la comida…. Hay una rutina de cuidado incluso para gente privilegiada como yo que puede ponerla en una escuela.

“La izquierda tiene la obligación de vincularse con quien se moviliza para resistir”. Foto Mídia Ninja

–Existe un consenso significativo hoy, en el campo de la izquierda, sobre la importancia de construir una amplia unidad para enfrentar la coyuntura actual. Los principales líderes de los partidos y movimientos sociales hablan de eso. ¿Cómo ves la posibilidad de que eso ocurra en la práctica?

–Ese es nuestro mayor reto, nuestro mayor problema y donde más nos hemos equivocado. Al final de la segunda vuelta, el pueblo nos mostró el camino a seguir. Independientemente de las señales de los dirigentes partidarios, la gente se juntó, salió a la calle con una postura humilde, escuchando a la gente, recibiendo críticas, dialogando y tratando de cambiar votos. Ese es el camino que tenemos que seguir. Yo idealizo un espacio de diálogo permanente entre nosotros. Podemos tener caminos diferentes, eso es obvio, pero no podemos tener estos caminos diferentes sin haber agotado las posibilidades de seguir el mismo camino. Esta semana se lanzará en Brasilia el Observatorio de la Democracia, que reúne a las fundaciones vinculadas al PCdoB, PT, PSOL, PDT, PSB, PROS y Solidaridad. Es una iniciativa concreta, muy positiva y que se puede ampliar. Boulos me dijo, en uno de nuestros viajes recientes, que cree que esta unidad se producirá casi naturalmente con la profundización de la lucha social. Ojalá. Es una de las posibilidades. Eso espero.

–¿Y cuáles son tus planes a partir de ahora?

–Yo creé el Instituto «¿Y si fueras tú?», que tiene entre sus objetivos centrales producir contenidos en varias plataformas para debatir fake news y redes de odio. La idea es tratar de involucrar a personas que puedan reflexionar sociológica y filosóficamente sobre estos temas y producir contenidos para las redes sociales sobre estos temas. Ayer entregué un libro que tratará sobre lecciones de política y maternidad. Al fines de año, tengo la intención de lanzar otro sobre feminismo y luchas sociales. Y voy a seguir militando. Mi origen es el movimiento social.

Desde los 22 años tengo funciones públicas, hecho para mí siempre fue una tarea y siempre fue muy loco. Tal vez hoy la gente entienda mucho más lo que pasé. Fui concejal con 22 años. Mi primer día como concejal en Porto Alegre, fue bajo la amenaza de un general porque mi primer discurso citaba la guerrilla de Araguaia. Fui a Brasilia con 25 años. Hoy hay varias mujeres jóvenes allá, eso es una conquista. En aquel momento, yo era la única. Siempre fueron tareas muy difíciles y estoy muy feliz de tener poder militar desde otro lugar. Va a ser muy bueno. Les va a gustar lo que vamos a hacer.


¹ Partido Comunista del Brasil
² Diputado del Partido Socialismo y Libertad (PSOL). Fue el primer diputado brasilero en declararse abiertamente gay. En enero de este mismo año renunció a su tercer mandato y decidió exilarse del país, ante las reiteradas amenazas de muerte a sí mismo y a su familia.
³ Maria do Rosario Nunes, diputada del PT, permanente defensora de los derechos humanos.

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