A partir de la edad de 6 años las mujeres son sometidas a una alimentación forzada con más comidas al día, incluso de noche, para engordar hasta 100 kilogramos. En Mauritania es una emergencia de gavage (N.d.T.: alimentación forzada).
La barbarie nunca termina. Y así, en Mauritania, la práctica del “gavage” se está restableciendo. Para las niñas es una pesadilla, porque están sometidas a una alimentación forzada solo para engordar, porque según los cánones mauritanos «la grasa es atractiva», para así complacer más a los hombres. No solo eso, hay instalaciones dedicadas a esta práctica brutal. La dieta diaria: 2 kilogramos de mijo mezclado con dos tazas de mantequilla y 20 litros de leche de camello. Y si esto no es suficiente, agregamos hormonas usadas en medicina veterinaria.
El concepto es muy simple: una muchacha delgada representa la miseria en la que fue forzada a vivir y nunca encontraría un marido. Una muchacha gorda, en cambio, representa la opulencia de la familia de la que proviene. Según un proverbio mauritano, que se convierte en una realidad dramática, “una mujer ocupa en el corazón de su marido el espacio que ocupa en la cama”.
Un fenómeno que sufrió un revés en la década pasada, hoy, aunque solo sea en las áreas rurales del país, está tomando impulso. Mientras que en la capital Nouakchott esto está disminuyendo. En estas áreas hay «granjas de engorde», verdaderas criaderos de niñas gordas. Institutos de castigo donde las chicas se sienten culpables por ser delgadas. Por no ser obesas. Por no ser apetecibles para los hombres. Y por eso, engordan. Este es el flagelo de leblouh (nutrición forzada), una tradición custodiada por las ancianas que llevan a las niñas a subir de peso hasta 100 kilogramos en unos pocos meses. Las niñas salen de estas «criaderos» justo a tiempo para casarse. Y entonces, adiós escuela, educación, sueños. En Mauritania, otra plaga, es muy difundido el fenómeno de las esposas niñas.
Hoy en Mauritania, el 20% de las niñas son alimentadas por la fuerza, mientras que otras lo hacen de forma espontánea. La muerte prematura está a la vuelta de la esquina. No son raras las muertes por ataque cardíaco, enfermedad cardiovascular, disfunción renal o diabetes.
La práctica tiene sus orígenes en una época en la que, entre los bereberes, la riqueza de un hombre se calculaba en función del número de esclavos que poseía y aquellos que permitía que sus esposas permanecieran ociosas. De ahí que la obesidad se deriva de la ecuación de que riqueza es igual a la libertad de no trabajar, porque los esclavos trabajan para ti.
La esclavitud en Mauritania, de hecho, está lejos de ser erradicada, incluso si se la aboliera formalmente dos veces, esta morirá con dificultad. No obstante, una ley que hizo de la esclavitud un «crimen de lesa humanidad», crimen con pena de hasta 20 años, y pese a la institución de tres cortes penales especializados en el tema, los ricos, los descendientes de los árabes-bereberes, los siguen practicando y a expensas de los negros nativos que se convierten en esclavos por descendencia. Estos ya son considerados esclavos desde que están en el vientre de la madre.
En Mauritania hay cerca de 600 mil ciudadanos, de unos 4 millones de habitantes, que viven en esclavitud. Se trata, de hecho, de los descendientes de las poblaciones nativas africanas. No tienen derechos, no se les paga por el trabajo realizado, no pueden abandonar el país, y están completamente sometidos a su amo, quien dispone de ellos a su antojo. Los dueños, los blancos, son descendientes de los árabes-bereberes. Una práctica, legitimada por algunos textos religiosos del rito musulmán suní de Malasia, prevalentes en el país, proporciona una condenación eterna para quienes se oponen a él.
Paladino del anti esclavismo en Mauritania es Biram Dah Abeid, quien durante más de veinte años continúa su batalla a pesar de haber sido arrestado varias veces por esta razón. En una entrevista con el periódico La Stampa, firmada por Francesca Paci, explica que «el 20% de mis compatriotas son esclavos y el 35% son esclavos liberados, es decir, la mitad de la población». Y agrega que el racismo que viene de la esclavitud tiene muchas causas» y el aspecto económico es el menos importante. El código de honor de los árabes, por ejemplo, considera el trabajo degradante, tanto en los campos como en la cocina, por lo cual proporciona esclavos para esto.
Es así que durante siglos y siglos los esclavos han dado a luz a esclavos, título que los amos transmiten como herencia. Luego está la religión, que desde el principio ha servido de justificación. En Mauritania se dice que los futuros esclavos y hombres libres eran iguales. Después, durante una tormenta, los primeros cubrieron sus cabezas con el Corán, manchando sus rostros con tinta y Alá, considerándolos irrespetuosos, los condenaron a la negritud y por lo tanto a la esclavitud
La esclavitud ha sido prohibida, pero no está castigada. Las élites, las mismas que hicieron las leyes, son las primeras en practicarla. Es difícil que un juez se castigue a sí mismo. Tanto es así que continúa la esclavitud y también la negación.
Traducción del italiano: Ana Gabriela Velásquez Proaño