Después de una animada discusión en la sala de audiencias, el Parlamento aprobó ayer la línea del Gobierno Amarillo-Verde sobre la crisis actual en Venezuela. En resumen:

(1) Italia no reconoce el intento del presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, de proclamarse, el pasado 23 de enero, presidente de la república sudamericana.

(2) Sin embargo, Italia tampoco reconoce la elección del actual presidente venezolano Nicolás Maduro, ocurrida el 20 de mayo de 2018. No porque fue fraudulenta sino porque la oposición ha boicoteado la consulta en masa, lo que hace que los resultados no sean representativos de la nación entera.

(3) Italia, por lo tanto, espera que haya nuevas elecciones para la presidencia de Venezuela, y que se celebren «lo antes posible».

El voto en la Cámara de Representantes fue de 266 votos a favor de la línea de gobierno (es decir, los amarillo-verdes), 205 en contra (las oposiciones) y nueve abstenciones (los diputados de Leu). En el Senado, sin embargo, la votación fue de 150 votos a favor (el amarillo-verde), 120 en contra (las oposiciones) y 2 abstenciones (los senadores de Leu).

Mientras el Ministro de Relaciones Exteriores Enzo Moavero Milanesi informaba al Senado sobre la situación en Venezuela, antes de la discusión en la sala, un gran grupo de ciudadanos agitando las banderas rojas de algunos partidos y formaciones sindicales de la «izquierda real» se habían reunido en la plaza Vidoni, no lejos del Palazzo Madama, para solicitar el reconocimiento explícito de Maduro como presidente de Venezuela. Aunque, debido al boicot, hubo una baja participación el 20 de mayo de 2018, y dado que la ley venezolana no prevé un quórum, ese voto sigue siendo legítimo, dijo uno de los oradores en el micrófono.

Pero sobre todo, los manifestantes denunciaron la injerencia flagrante del Departamento de los Estados Unidos en los asuntos internos de Venezuela: «Guaidó se ha proclamado presidente de Venezuela de acuerdo con los Estados Unidos, quienes incluso amenazan con una invasión militar para llevar a su hombre al poder; no queremos que Venezuela se convierta en una nueva Libia o una nueva Siria. Es por eso que Italia debe negar este golpe liderado por Washington».

 

La “sinistra vera” en la plaza Vidoni. (HispanTV) 

 

 

Al mismo tiempo, un pequeño grupo de simpatizantes de Guaidó convocado por Forza Italia y por los partidos de la derecha italiana, se reunieron en la plaza Montecitorio para exigir lo contrario: es decir, la destitución de Maduro y el reconocimiento del autoproclamado nuevo presidente Guaidó. Una línea compartida también por los miembros del Partido Demócrata Italiano, aunque presente solo virtualmente en las calles. Para este «derecha ampliada», y en particular para el Partido Demócrata, que era la voz anti-Maduro más virulenta en el Parlamento, el actual presidente de Venezuela sería un dictador que oprime a su propio pueblo, el cual debe ser rescatado de inmediato, incluso con intervenciones de organizaciones externas, es decir, de terceros países.

 

La derecha en la plaza Montecitorio (Contropiano).

 

 

 

Como se puede ver, esta crisis venezolana divide radicalmente de izquierda y la derecha en Italia, al igual que en el resto mundo; no resulta sorprendente. De hecho, detrás de la disputa entre Maduro y Guaidó, hay feroces luchas ideológicas, económicas y geopolíticas.

Ideológicamente, se oponen, tanto en Venezuela como en Italia y en el mundo:

– Aquellos que, con Maduro, desean promover una sociedad socialista (en Venezuela, Hugo Chávez sentó las bases en 1999 con su Revolución Bolivariana), y

 

– Aquellos que, con Guaidó, quieren eliminar en Venezuela (y en el mundo) todo legado de socialismo e imponer, como un solo pensamiento, el neoliberalismo o el capitalismo sin control e intervención pública.

No es sorprendente, por lo tanto, que Guaidó se gane la simpatía de Forza Italia y de los derechistas italianos (así como del Partido Demócrata Italiano, cuya política está cada vez más matizada con el neoliberalismo). Tampoco debería sorprendernos descubrir que Guaidó en el pasado fue entrenado cuidadosamente por el Departamento de Estado de los EE. UU., el mismo Departamento que considera a Venezuela como un «mal ejemplo» para otros países latinoamericanos como socialista, para ser llevado de vuelta al redil del capitalismo neoliberal por cualquier medio (lo mismo ocurre con Cuba, no obstante).

A esta batalla ideológica se le agrega lo económico y lo geopolítico. Venezuela tiene las reservas de petróleo más grandes del mundo. Entonces, por un lado, está Maduro, que quiere que estas reservas sean explotadas solo por la compañía petrolera pública del país (PDVSA) en beneficio de los fondos públicos y, por otro lado, son los Estados Unidos y la Unión Europea quienes quisieran meter sus manos en beneficio de sus industrias petroleras privadas.

Para complicar el juego a nivel geopolítico, están las enormes inversiones de infraestructura que Rusia y China han hecho en Venezuela, inversiones que podrían no ser pagadas si el PDVSA y sus depósitos se vendieran a compañías petroleras privadas occidentales.

Interviniendo ayer en la manifestación de la «izquierda real» en la plaza Vidoni, el portavoz del movimiento «Poder para el pueblo», Giorgio Cremaschi, agregó otra causa de preocupación sobre cómo evoluciona la situación venezolana, es decir, las repercusiones en el estado democrático en Italia. De hecho, es fácil notar la uniformidad casi completa de la información sobre Venezuela que aparece en la televisión y los periódicos italianos; los medios de comunicación buscan al unísono obtener un consenso popular para una intervención directa estadounidense y europea en Venezuela, incluidos los militares, abarcando la tesis del derecho a saber que existe en Venezuela un «régimen dictatorial» que «oprime a su propia gente», al cual necesita salvar a cualquier costo. (Vea el editorial de Pressenza del 1 de febrero, que desacredita esta narración).

Entonces dijo Cremaschi con megáfono en mano: «Estamos aquí también para salvaguardar la democracia en Italia, no solo la venezolana. El bombardeo mediático de noticias falsas de una sola parte, aquella golpista, en casi todos los medios masivos de comunicación italianos es un juicio del régimen: un régimen que se está produciendo aquí, no allá. Hoy nuestras libertades mínimas están bajo ataque».

Una parte de la delegación de No War-Roma en la plaza Vidoni (Sputnik International)


Traducción del italiano: Ana Gabriela Velásquez Proaño