¿De qué socialismo habla Sanders? No es el de Cuba ni el “socialismo del siglo 21” de Maduro. Su socialismo es una suerte de recuperación de la tradición socialdemócrata y del New Deal del presidente Roosevelt. Su objetivo es enfrentar el capitalismo neoliberal, que se instaló en los Estados Unidos con el gobierno de Ronald Reagan, a comienzos de los ochenta, y que ha permanecido hasta ahora, apoyado transversalmente por demócratas y republicanos.
El senador Bernie Sanders está de vuelta. Postula a la presidencia de los Estados Unidos, y lo hace desde la izquierda, como precandidato demócrata. No tiene miedo de llamarse socialista. Su radicalidad y transparencia son entendibles. No se puede ser centrista ni confuso para enfrentar desigualdades extremas, desafiar el control de las grandes empresas sobre la vida política y frenar el calentamiento global.
Sanders se ha convertido en uno de los políticos más populares en los Estados Unidos. A sus 77 años es reconocido como líder por los millenians, jóvenes entre 18 y 29 años que, según una reciente encuesta Gallup, tienen una visión positiva del “socialismo”. Entre ellos destaca Alejandria Ocasio-Cortez, de 28 años y origen portorriqueño, elegida recientemente representante por Nueva York y que participó en la primera campaña de Sanders.
¿De qué socialismo habla Sanders? No es el de Cuba ni el “socialismo del siglo 21” de Maduro. Su socialismo es una suerte de recuperación de la tradición socialdemócrata y del New Deal del presidente Roosevelt. Su objetivo es enfrentar el capitalismo neoliberal, que se instaló en los Estados Unidos con el gobierno de Ronald Reagan, a comienzos de los ochenta, y que ha permanecido hasta ahora, apoyado transversalmente por demócratas y republicanos.
El neoliberalismo ha ampliado las desigualdades en los Estados Unidos. Los ingresos del 1% más rico se han triplicado en las últimas cuatro décadas, controlando el 22% del total de los ingresos del país (Economic Policy Institute). Al mismo tiempo, se da la paradoja que en el país más rico del mundo viven 40 millones de pobres.
La concentración del ingreso, y de la riqueza, en el 1% de la población se explica en gran medida por las inmensas ganancias que las grandes corporaciones han logrado en las últimas décadas. Esto se ha visto facilitado por el estrecho vínculo de las grandes corporaciones con los partidos del establishment. Por ello, Sanders rechaza el financiamiento de las corporaciones para su campaña y en su programa se propone terminar con la influencia en la vida política.
Este es el contexto que fundamenta el programa político de Sanders. Reitera las mismas ideas con las que enfrentó a la senadora Hillary Clinton en el 2016: elevación del salario mínimo desde 7,50 a 15 dólares, atención médica universal y reducción del precio de los medicamentos, universidad pública sin costos de matrícula, derechos reproductivos de las mujeres, defensa del medioambiente y protección para los inmigrantes. Para financiar estas propuestas propone fuertes impuestos a los ricos, muy especialmente el aumento de los impuestos estatales a la herencia.
El senador por Vermont califica a Donald Trump como el presidente más peligroso en la historia moderna de Estados Unidos, pero va más allá. Dice a sus simpatizantes que “nuestra campaña trata de transformar a nuestro país y crear un gobierno que se base en los principios de justicia económica, social, racial y ambiental”. Es una propuesta difícil de aceptar por los políticos tradicionales, medios de comunicación y el gran empresariado. Pero el hombre está decidido.
Bernie Sanders ha optado por el radicalismo, porque los cambios que hay que impulsar en los Estados Unidos exigen profundidad. Una propuesta de centro resultaría inútil y derrotista frente al populismo de derecha de Trump. Ello explica que Sanders no tenga complejos en autodenominarse socialista, aun cuando sus ideas sean claramente socialdemócratas.
Trump está consciente de la amenaza de Sanders. Por ello, en su reciente discurso sobre Venezuela, en Miami, concentró sus fuegos contra el “socialismo”. Pero no sólo atacaba a Maduro, sino apuntaba también a sus eventuales competidores en la próxima campaña electoral. “EEUU nunca será socialista” decía a la audiencia, con una clara intención de golpear la candidatura de Bernie Sanders.
Es el momento político de Sanders. Sólo él puede atacar las desigualdades, así como desafiar el corrupto poder corporativo y el desastre medioambiental que amenaza a la Humanidad. Para la sociedad norteamericana y el mundo entero, el “socialismo” de Sanders puede salvarnos de la demagogia populista de Trump y de sus inmensos peligros.