Es lo mínimo que se puede decir ante las fotos que testimonian la satisfacción del presidente Lenín Moreno con Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional. Parecía que los tratos con el FMI de tan terribles consecuencias en nuestro país eran ya cosa del pasado y resultó que no, que el gobierno y la delegación técnica del FMI, encabezada por Anna Ivanova, han acordado un “apoyo del plan de política económica del Ecuador”, en palabras de la Sra. Ivanova. El monto de ese “acuerdo” llega a US$4.2 mil millones. Dicen las autoridades del FMI que el gobierno nacional tiene un plan sólido para modernizar la economía y fomentar la creación de empleo y, de acuerdo con el comunicado del propio FMI, están muy complacidos con este acuerdo.
La historia nos ha mostrado, no una sino varias veces, que cuando el FMI está complacido, nosotros deberíamos estar preocupados. No se complace a quienes cuidan los intereses de los poderosos… sin poner en riesgo los intereses de las mayorías. Pero el gobierno no solo no está preocupado, sino que está muy contento con lo logrado. En la cadena nacional del pasado miércoles dijo que gracias a su gestión el país ha recuperado la confianza y la credibilidad, ha recuperado la democracia y “no es lo que hoy es Venezuela”.
Además, anunció que a ese préstamo del FMI se suman 6 mil millones más del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo el Banco de Desarrollo de América Latina, el Banco Europeo de Inversiones, el Fondo Latinoamericano de Reservas y la Agencia Francesa de Desarrollo. Pero, que no nos preocupemos, que aseguró a través de la ONU que todo vaya a inversión social y que nos va a dejar un país mejor.
Ya sabemos, eso sí, que el acuerdo con el FMI está sujeto al cumplimiento de las recetas ya conocidas: reducción de déficit fiscal, baja del gasto público, incremento de impuestos. Es decir, lo que ya hemos vivido. ¿Cómo se logrará cumplir estos requerimientos y, al mismo tiempo, mantener la inversión social, el empleo digno, el mejoramiento de la calidad de vida? Pues, no lo sabemos y no lo hemos vivido en los 90… vivimos, de hecho, todo lo contrario.