No es el primer desarrollo político de derechas en el sur y centro del continente americano. Las dictaduras militares han presionado repetidamente a algunos países al margen derecho en el curso de la historia. Hoy en día, las mil atrocidades cometidas en Argentina, Brasil y Chile aún son recordadas.
Tanto en el siglo XIX como XX, los trances conflictivos persistieron como consecuencia de la Doctrina Monroe de los Estados Unidos, las crisis económicas, la Guerra Fría y, por otro lado, el nerviosismo en el Tercer Mundo. La comunidad de la ONU ofreció nuevas áreas de acción a los países dependientes. El mundo oriental experimentó con alternativas que ofrecían salidas socialmente determinadas.
México, por ejemplo, introdujo resoluciones en la ONU para un Nuevo Orden Económico Mundial. En Nicaragua y Guatemala, la población luchó por una vida justa. Cuba comenzó su viaje por independizarse. Los teólogos de la liberación también predicaron, como un componente nuevo, la dignidad social de sus feligreses. Las ideas y experiencias para un mundo humano se intercambiaron en los foros sociales de Sao Paulo.
A principios del siglo XXI, el péndulo se movió claramente en dirección izquierda. El principal impulso fueron, por último, Venezuela, la red ALBA y CELAC con sus 33 estados, sin contar Estados Unidos ni Canadá, por supuesto.
En los últimos años, el desarrollo conservador de derecha de América Latina ha sido evidente en Chile, Brasil, México, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Nicaragua, entre otros. Se han difundido conceptos para sacar al estado de la economía y así mismo, se realizó la redistribución del valor agregado a expensas de las áreas sociales (educación y salud, vivienda, pensiones de vejez, etc.). Para la derecha política, hay demandas crecientes y actos legislativos los cuales dan más espacio libre a la lógica de ganancias. La constitución ha sido tratada de manera irresponsable. Los países deberían abrirse, específicamente para el capital internacional, a un «mercado sin moralidad», escribió Susanne Schmidt, perita en finanzas (Droemer Verlag, 2010).
En respuesta, los Estados Unidos tomaron cartas en el asunto en las partes sur y centro del continente. Así, hicieron grandes esfuerzos en las relaciones políticas y económicas por revertir la tendencia izquierdista a través de medidas ‘fiables’, como la desestabilización y las sanciones.
Los Estados Unidos tomaron el desarrollo de Venezuela como una amenaza para su seguridad del orden neoliberal y en consecuencia, surgieron nociones contrarias. Por ejemplo, con el «US-SouthCom» del 23/02/2018, se estableció un plan especial de reversión (Rotfuchs 10/2018, Stella Calloni, Argentina), el cual se trataba de una opción militar contra Venezuela.
Las elecciones presidenciales programadas para mayo de 2018 debieron ser desfavorables para Maduro. El plan contenía medios de presión habituales, incluyendo la movilización por las calles. Un hito importante fue la intención de traicionar el comando del ejército de Venezuela después del ejemplo chileno.
Maduro ganó, contra todas las expectativas de la oposición nacional y extranjera, las elecciones con el 67.8% de los votos y el 10/01/2019, se incorporó a su nuevo mandato. En una cuestionable reacción inmediata, se organizó un golpe de estado y se proclamó un contra-presidente. En espíritu de oposición, los hermanos del Norte y los países de la OEA y la UE fueron llamados a ayudar. Estaban listos para apoyar el golpe de estado. ¡Vaya escapatoria de la democracia burguesa!
Desde la primera semana de febrero del 2019, el gobierno venezolano ha estado en una situación muy precaria. Una amenaza de guerra se cierne sobre el país.
¿Hay alguna posibilidad de resolver las contradicciones del gobierno venezolano con sus oponentes? Un grupo entero determina la situación. Para nombrarlos en concreto se requiere un conocimiento preciso de las condiciones internas en Venezuela y las intenciones de ambos lados.
Las contradicciones están presionando para el surgimiento de una disolución. La naturaleza los prepara en el largo camino de la evolución o con patrones climáticos, erupciones volcánicas o terremotos. Las tensiones sociales cambian cuando se negocian condiciones que satisfacen las necesidades de ambos polos en conflicto. Pero el camino de negociación es tedioso, lleva tiempo y voluntad. Las negociaciones interinas en Santo Domingo alcanzaron compromisos que fueron rechazados por parte de los Estados Unidos en el momento de la firma. Se necesita paciencia.
Una alternativa al acuerdo negociado sería la opción militar. De momento, las fases de prueba se están ejerciendo de forma irresponsable. En la era de las armas nucleares y la globalización, un conflicto armado sería una amenaza global, como bien lo señala la reunión del Consejo de Seguridad Mundial sobre Venezuela a fines de febrero de 2019. Las grandes potencias China y Rusia hicieron uso del derecho de veto.
La historia de la humanidad y la razón nos enseñan que las soluciones progresistas y humanas siempre han prevalecido. En el lapso del orden capitalista, la lógica social, orientada a la paz y preservadora del «Buen Vivir», ha crecido vigorosamente en América Latina; ha demostrado ser viable. Esta requiere de tiempo, tolerancia y justicia. La constitución venezolana, que fue aprobada en un 80% por el electorado, describe por dónde debería ir el cambio. Las fuerzas de la reforma chavista han tenido hasta ahora solo 18 años para dirigir a la sociedad venezolana al camino correcto para cambiar gradualmente las condiciones de vida de las clases media y baja. ¡El gobierno alemán tiene que establecer condiciones de vida iguales en Alemania Oriental después de 30 años, a pesar de que el compromiso de la Ley Fundamental no fue posible!
En términos de política económica, el gobierno venezolano y la oposición enfrentan el fin de una inflación devastadora. El diálogo es urgentemente necesario.
Traducido del alemán por Sofía Yunga