La ciudad de Miami, en el sureste de Estados Unidos, se suma a los actos de solidaridad con el pueblo y Gobierno legítimo de Venezuela.
Aunque al presidente estadounidense, Donald Trump, y a las transnacionales petroleras no les agrade la idea, en Miami muchos venezolanos rechazan tajantemente las intentonas de golpe de Estado e intervenciones en contra del pueblo y el Gobierno legítimo de Venezuela.
Y es que algo huele muy raro aquí, es petróleo. Aquel hidrocarburo que tanto le gusta a Washington y a las corporaciones ¿No será que el afán democrático de Trump en Venezuela es más bien una justificación para “sacarle el jugo” al petróleo del pueblo venezolano? Se preguntan algunos.
No es necesario ser un erudito o un profesor de la Historia para comprender las consecuencias socioeconómicas y políticas de la injerencia estadounidense en Latinoamérica.
Y es que esta región, conocida como el “patio trasero” de Estados Unidos, presenta una problemática: toda vez que un Gobierno no comulga con Washington, la Casa Blanca le envía democracia a punta de balas y sanciones.
Precisamente esa democracia al “estilo americano” es la que describió el canciller venezolano, Jorge Arreaza, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU).
Otro aspecto de análisis es el doble discurso: ¿Cómo es que la Administración Trump le interesa tanto la democracia en Venezuela, mientras que en otras latitudes, las autocracias y el negocio del petróleo van de la mano con Washington y socios corporativos?
Marcelo Sánchez, Miami.
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