¿Estamos viviendo en México un momento humanista (según lo considera Silo en su diccionario del Nuevo Humanismo) con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia? Yo no podría responder tan fácilmente a esa pregunta. Silo aborda la caracterización de ese momento, a partir de la dinámica generacional: una generación más joven, lucha contra la generación asentada en el poder, “modificando” (en mi opinión cuestionando) el esquema antihumanista dominante, y creo que hoy no podemos considerar a AMLO ni a buena parte de sus colaboradores y seguidores exponentes de una nueva generación (solamente por cuestiones de edad).
En mi opinión AMLO comparte ciertos códigos, ideas morales, religiosas, políticas etcétera, que forman parte de lo que también en su diccionario Silo llama conciencia social de ciertos segmentos de las generaciones de jóvenes de finales de los sesentas y principios de los setentas en las que se pueden observar planteamientos humanistas. Tomando en cuenta lo que Silo desarrolla en el Diccionario del Nuevo Humanismo sobre la conciencia social, podemos deducir que no siempre la conciencia social de una generación da lugar a un momento humanista. Para que esto ocurra se requiere que dicha conciencia tome una forma histórica en el que se pueda reconocer la actitud humanista, “que puede ser comprendida como una sensibilidad, como un emplazamiento frente al mundo en el que se reconoce la intención y la libertad de otros, y en el que se asumen compromisos de lucha no violenta contra la discriminación y la violencia” (Silo, 2002:349).
Varios analistas coinciden en que los jóvenes revolucionarios de los sesentas y setentas mexicanos, mostraban esa actitud, pero sucedió que cuando un segmento de su generación tomo el poder, se olvidó de ella y canceló el momento humanista que la había inspirado. Otro segmento logró mantenerlo hasta la llegada del neoliberalismo y cuando parecía que esto terminaría por extinguirlos, sucede lo que está pasando hoy en México, AMLO llega a la presidencia acompañado de más gente que compartía con el, ese paisaje de formación juvenil humanista.
Desde otra perspectiva que también nos ofrece Silo, podríamos considerar que vivimos un momento humanista, pero de otro tipo:
“Algunos han querido ver en la conciencia social de distintas culturas la aparición de momentos humanistas, representados por una persona o un conjunto de ellas que tratan de institucionalizarlo desde el poder (político, religioso, cultural, etcétera) y de una manera elitista y “descendente” (“como se barren las escaleras, de arriba para abajo” diría AMLO). De estos casos Silo ofrece ejemplo históricos como el de Akenatón en Egipto, en México: Topiltzin, Kukulkán y Netzahualcóyotl y en Sudamérica a Cuzi Yupanqui y Tupac Yupanqui. Y también Silo considera casos como reformadores religiosos (podríamos pensar en el papa Francisco) y héroes culturales. Pero Silo considera que “en la civilización global cerrada que hoy se está desarrollando, ya no es posible un nuevo momento humanista que pueda inaugurarse “descendiendo” desde la cumbre del poder político, económico o cultural.” Apuesta a “organizaciones autónomas mínimas impulsadas por necesidades inmediatas” y a los “efectos demostración” que estas tengan en el resto e la sociedad. Sin embargo creo que algo muy especial ha ocurrido en México, nadie esperaba que el “sistema cerrado” se abriera para escuchar la voz de más de 30 millones de mexicanos. Para Silo un sistema (social) cerrado hay que abrirlo “merced a la acción no natural sino intencional del ser humano” (Silo, 2002:992) y así, la acción intencional de millones de mexicanos hizo el milagro. Desde un punto de vista estrictamente termodinámico un sistema “casi cerrado” puede tomar una dirección evolutiva si logra estabilizar sus flujos de energía para alcanzar lo que se llama “la mínima disipación” (Adams, 2001:88). Nuevas manera de dar significado a lo que ocurre pueden contribuir a esto. Indicios de una nueva mentalidad que se puede generalizarse en la población, quizás los podemos ver en la aceptación de la mayoría de los mexicanos de las dificultades que les ha provocado las medidas tomadas por el nuevo gobierno, para combatir la venta ilegal de gasolina solapada por el antiguo régimen. La gente no esta molesta, al contrario siente que es el momento de no seguir pensando solo ella, esta dispuesta a tener algunas incomodidades y contratiempos si eso sirve a combatir un mal social que afecta a todos. Y la misma actitud ha tenido hacia la decisión de las nuevas autoridades de recibir humanitariamente y sin mayores tramites a los migrantes de centroamericanos en su paso por la frontera sur dirigiéndose hacia Estados, una nueva estructura (¿disipativa?), en la que pueblo y gobierno parecen relacionarse de una forma novedosa parece estar emergiendo. Si somos pesimistas, esta novedad por bella y prometedora que nos resulte, puede ser de vida muy corta dadas las fuerzas en contra que tiene el nuevo gobierno, pero también puede prolongarse en el tiempo si logra la suficiente autoorganización.
David Sámano.
Bibliografía .
Silo. Obras completas. 2002. Plaza y Valdés.
Adams, R, Newbold. 2001. El octavo día. UAM.