Por Diana Sierra
“Las mujeres racializadas tenemos que dar más escalones para llegar al piso inicial de donde parten las mujeres blancas”
Sofía Carrillo es periodista, feminista y activista afroperuana. Hace poco recibió un reconocimiento del Ministerio de Justicia por defender los derechos de los afroperuanos y las minorías. Ha trabajado en radio y televisión, y pese a que ha vivido situaciones racistas y machistas, tiene gran resiliencia gracias principalmente a las enseñanzas de su familia, como ella misma comenta. Actualmente conduce el programa “Qué hacer” en Radio Nacional FM del Perú y además está terminando la tesis de su maestría en Gerencia Social.
–Fuiste la primera narradora deportiva de fútbol masculino del Perú, ¿cómo se dio esta circunstancia?
–Empecé en el periodismo deportivo de manera circunstancial porque mi objetivo era ser periodista política, sin embargo las puertas de los medios de comunicación, de la televisión, no se me abrieron como yo quería. No importaba que yo fuera la primera de mi promoción, no importaba que tuviera buenas notas, no importaba nada… En esa búsqueda de poder hacer algunas prácticas, me encontré con la oportunidad de hacer periodismo deportivo en radio. Comencé en “Radio Moderna” y luego fui a “Radio Ovación”. Hacía reportajes, notas amateurs y poco a poco me fui metiendo y aprendiendo del fútbol hasta convertirme en reportera de campo, entrevistadora, comentarista, co-conductora, y también narrar fútbol. Era un reto muy fuerte porque me inicié narrando fútbol femenino con otras compañeras y después me dijeron solo a mí que me quedara en la radio. Como yo había narrado estos partidos, un día hubo un problema con el narrador y me preguntaron que si me atrevía a narrar un partido de fútbol masculino. Yo acepté y así fue como me convertí en la primera narradora de fútbol del Perú. Era muy aplicada, me sabía los nombres de todos los futbolistas, me puse a estudiar cursos de entrenadora porque además estaba en desventaja por ser mujer y yo no había seguido el fútbol antes.
–¿Qué aspectos positivos destacarías de esta experiencia? ¿Y negativos?
–Fue gratificante ser la primera narradora de fútbol del país. Me propuse demostrar que soy una buena profesional y es así como en ese momento los medios deportivos me catalogaron como la mejor reportera de fútbol. Además, en algunos equipos había futbolistas afro y sentía que podía manejarlo. Sin embargo, mis amigos me decían que cómo era posible que con todos los problemas y las adversidades que vivía decidiera meterme en un mundo tan machista y racista como el del fútbol. Sinceramente, fue difícil escuchar comentarios no solo machistas sino también racistas de parte de jugadores de fútbol que me decían “oye negra” y yo les respondía “no me llamo negra, soy Sofía”, así como también por parte de mis compañeros periodistas. Además empecé muy joven, a los 18 años, buscando la manera de poder estar en el mundo profesional sin renunciar a lo que soy, a afirmarme como mujer negra, y esto fue complicado porque tienes que sobre exigirte. Las mujeres racializadas tenemos que dar más escalones para llegar al piso inicial de donde parten otras mujeres que no lo son. Si eres mujer te exigen, pero si eres una mujer negra muchísimo más. Fue una etapa que me dio muchas gratificaciones pero también me dio ciertas frustraciones porque yo seguía pensando en televisión, era algo que yo quería hacer.
–Llegaste a la televisión con el programa “A la cuenta de tres” …
–En 2017 fui co-conductora de “A la cuenta de tres”, un magazine informativo. Para mí fue todo un reto porque era algo que tenía pendiente. Si bien es cierto que me apoyaron mucho, también a veces me decían que yo era distinta porque no era la negra que iba a bailar en la televisión. Cuando hacía una entrevista me decían “tú debes moverte bien” y yo les respondía “¿por qué asumes que debo hacer eso?”. Esta oportunidad de trabajar en televisión nacional fue importante para mí y siento que también para los afroperuanos que así me lo hacían saber. Me acuerdo que la gente se me acercaba para decirme “el verte en televisión fue sorprendente”. Un padre me dijo que si me podía dar un abrazo porque su hija me veía en televisión y ella es afroperuana. Yo le respondí “son las mujeres afroperuanas las que estamos dando el cambio”.
–Y después volviste a aparecer en la televisión en el mundial de Rusia 2018, ¿qué cambió con respecto a tus inicios como periodista deportiva?
–Personalmente sentí que fue mucho más difícil porque antes había estado en la radio y ahora era la televisión donde la exposición es más fuerte. En las redes leía comentarios como “oye, ¿qué hace ésta allí?” o el cuestionamiento que me daban a mí como mujer negra y no necesariamente a las mujeres blancas.
–¿Al día de hoy se pueden hacer denuncias frente a situaciones racistas en Perú?
–Lamentablemente todavía no tenemos canales formales ni claros de denuncia. En estos momentos se está trabajando un proyecto de ley para prevenir y sancionar el racismo, lo ha trabajado el poder ejecutivo y ha sido presentado ante el Congreso de la República, se espera que se apruebe, entonces ya existe algún cambio.
Por otra parte, hay organizaciones que luchan contra el racismo y denuncian públicamente esto. Yo en su momento hice este tipo de denuncia sobre un trato racista por parte de un personal de migraciones cuando llegué a Perú procedente de Colombia. Me olvidé de sellar el pasaporte y el funcionario me dijo “ya pasaron las doce por eso te estás olvidando”, un insulto racista y con un pasado esclavista que usa para decir que pasadas las doce los afrodescendientes no pensamos. Le pregunté qué era lo que quería decir con eso y se burló diciendo que yo era periodista y debía saberlo. Me quedé en shock llamándole racista y después me encontraba mal. Un amigo que colabora en “Alerta contra el racismo” me dijo que podía denunciarlo, me sentía tan mal que se lo comenté y le dije que hiciera lo que quisiera. Al día siguiente vi que publicaron este hecho, los medios de comunicación me entrevistaron, pero mucha gente me acusó de haberlo planeado para hacerme famosa. Obviamente no fue así, expuse una situación humillante y dolorosa conociendo todo lo que puedo ser como profesional.
–Eres activista feminista y antirracista, ¿desde cuándo decidiste empezar con esta labor?
–Quizá yo no pueda decir hoy empecé porque mi vida se construyó así. Desde niña he tenido esa mirada porque tuve un entorno familiar que me dio herramientas para la resiliencia entonces eso me ayudó a poder seguir, a poder pararme en mi época escolar frente a cientos de alumnos, a recitar y callar las risas y las burlas con mis poemas y con la valentía de ponerme fuerte frente a todo un colegio, recitando, hablando y exponiendo… En mi niñez y adolescencia yo he resistido, primero me he reconocido como mujer negra y luego he podido enfrentar mi vida gracias al feminismo. Actualmente participo en una red que trabaja en todo lo que es incidencia política por la educación integral, soy también activista en la lucha por los derechos sexuales y los derechos reproductivos. Creo firmemente en la no discriminación de ningún tipo, en tener una mirada interseccional en nuestros abordajes.
El racismo es parte de mi vida porque lo vivo y lo siento pero puedo hablar de otros temas y más competencias. Me gustaría tener la oportunidad de estar nuevamente en la televisión y poder hablar como periodista, pero que no tenga que demostrar una y otra vez “Ah, ella sabía de este tema”, o “Ah, pero sí eres inteligente”, “Ah, pero sí hablas bien” como me han dicho en la calle cuando me han reconocido. No asumen que una mujer negra pueda entre comillas «hablar bien», hablar tantos temas, tener una opinión y una posición política.
–¿Alguna vez has rechazado propuestas de trabajo por ir en contra de lo que defiendes?
–En algún momento me ofrecieron hacer cosas que no quería y yo dije no me voy a presentar en un medio de comunicación para que me racialicen o me sexualicen como se acostumbra. Yo no voy a mostrarle eso a mi pueblo afroperuano, no le voy a mostrar eso al país. Hay mujeres afrodescendientes que no se afirman como tales, que permiten que les digan “negritas” en la televisión, que no es un tema para ellas hablar de racismo, hablar del derecho a decidir de las mujeres. Esto es una apuesta personal, es un riesgo que una asume. Soy consciente que el pararme como una mujer afroperuana que habla de derechos, que cree que no tiene por qué complacer a esta sociedad machista, misógina, racista tiene su coste. En la medida que más personas digamos «no» a esto, va a ver en algún momento un cambio. El camino es doloroso, te duele el cuerpo, te duele el alma, pero son apuestas que uno hace.
Mientras no hablaba de temas complicados quizá era más aceptada, pero cuando yo me atreví a hablar de los derechos de las mujeres, cuando yo me atreví a hablar de la no discriminación, incluso de la comunidad LGTBI tuve los mayores insultos en las redes sociales. Eso sí me ha hecho llorar y ahora lo puedo decir porque también ha sido parte del proceso. A veces las activistas decimos que a nosotras no nos afecta nada porque también hay ese estigma de la mujer negra fuerte, y que no tenemos capacidad de sentir. Al final la rabia y el dolor se convierte en tu fuerza para seguir, cuando miras a tus sobrinos y dices es por ellos que tengo que contribuir al cambio porque eso vale la pena.
Mi apuesta política personal es afirmarme como afroperuana negra porque la variable del color es importante aunque no es la única y es lo que implica ser afrodescendiente, el tener la piel como la tenemos, nuestro cabello afro, el contar nuestras historias. Siempre nos han enseñado que acercarnos más a lo blanco, más a lo occidental, es como más nos van aceptar y quienes nos resistimos a seguir los parámetros, tenemos que asumir algunos costos. Un afrodescendiente puede estar en televisión pero el estar en televisión implica no usar tus cabellos, el maquillarte para que te veas más clara, te dicen comentarios como “te afino la cara”, “aquí más claro” o cuando te ven tu cabello y te dicen “ahora que hacemos con esto”.
–¿Qué consejo les darías a otras/os niños/as o adolescentes afrodescendientes que quieren ser periodistas?
Les diría que el camino es difícil pero es posible en la medida que más afrodescendientes, más mujeres afro digamos no al racismo, no al sexismo, digamos soy bella y no necesito que me valides, que tengas que validar mi cabello y mi color, mis rasgos, mis labios y mi nariz. Vamos a poder estar en los espacios porque es una cuestión de derechos decirles que no nos están haciendo un favor, decirles que no teman de ser acusados de acomplejados o victimizarse porque estamos dando nuestros testimonios. Es nuestro derecho a sentirnos parte de los países en los cuales vivimos, a ser visibles, a decir que los afro estamos en resistencia, esa resistencia que nos ha permitido seguir de nuestras ancestras y ancestros esclavizados. Si nuestros abuelos y nuestros padres racializados han podido ¿por qué nosotras no vamos a poder? Hay momentos en los cuales uno llora, uno se cae, que tampoco se sienta mal porque uno tiene que aprender a reconocer que también te puedes sentir afectada ante una situación así, pero eso no debe convertirse en algo para paralizarnos y callarnos porque el silencio ya no es una opción.