Se puede vaticinar que se nos viene un año movido, con ribetes especiales y que sacarán más de una roncha. De alguna manera lo que se dio el 2018 fue un anticipo y no es para menos. Mal que mal se trata de tendencias. Y de lo que no cabe duda es que hay un cambio de eje a nivel mundial, global. La comunicación instantánea, las redes sociales, están posibilitando el “contagio” como reguero de pólvora. Incluso las mentiras, medias verdades, noticias falsas.
Resulta sintomático que luego de décadas intentando girar hacia la izquierda, buscando profundizar la democracia en lo político, combatir la pobreza junto con reducir la desigualdad en lo económico, e incrementar las libertades individuales en lo valórico, hoy se está observando un suerte de orden de “virar hacia la derecha”. Un giro hacia el autoritarismo en lo político con miras a imponer orden y seguridad, hacia el neoliberalismo en lo económico, y hacia el conservadurismo en lo valórico. Todo ello a como dé lugar.
Las razones que impulsan este viraje varían según el país que se trate, aunque muy probablemente tengan algún tronco común. Estos motivos son múltiples –la inmigración, inseguridad, precariedad del empleo, corrupción, entre otras-, pero en esta ocasión solo haré mención a dos de ellas: la corrupción y la infiltración.
La corrupción solía estar asociada a la derecha, y de hecho la sigue afectando. El tema es que se ha expandido a la izquierda, perdiendo la superioridad moral que tenía en este plano. Se asumía que desde el gobierno la izquierda debía combatir la corrupción, y en no pocos casos ha caído en tentación, terminado cooptada. Eso lo está pagando caro, mucho más que la derecha porque la gente que confió en la izquierda se ha sentido defraudada, y por lo mismo vota con rabia. No le importa tanto que la derecha sea mucho más corrupta, como que ésta haya “pisado el palito”. De hecho, lo más probable que al final de este nuevo ciclo que se abre los actuales niveles de corrupción sean irrisorios al lado de los que se vienen. En no pocos casos, quienes se han erigido como jueces son tantos o más corruptos que aquellos a quienes han condenado. Por la boca muere el pez.
La infiltración comunista es otro argumento que se ha estado levantando, al igual que en la década de los 70 cuando se inició el ciclo de las dictaduras militares, todas ellas encaminadas a extirpar el cáncer y yugo marxista. Caballito de batalla que es resucitado en la hora actual aun cuando ya no estamos en tiempos de guerra fría ni existe la Unión Soviética. Pero sirve para aleonar a las FFAA y las distintas corrientes conservadoras religiosas de los países que ven con malos ojos todo lo que huela a comunismo o socialismo. En su reciente discurso inaugural, el nuevo presidente brasileño puso énfasis en intervenir la educación con miras a erradicar toda influencia comunista. No deja de llamar la atención que el foco esté puesto en esta infiltración y no en la creciente influencia del narcotráfico en los más diversos niveles de decisión.
Para recuperar el ascendiente que en su momento tuvo la izquierda, necesariamente debe asumir la responsabilidad que le corresponde. Un análisis retrospectivo e introspectivo respecto de las ideas que la conforman, así como de su comportamiento, le haría bien a ella misma y a los países en que actúa.
En síntesis, lo que se viene es preocupante, por no decir alarmante, y exigirá lo mejor de nosotros si es que no queremos convertirnos en ovejas manejadas a su antojo por pastores armados hasta los dientes.