La confrontación religiosa persiste en Medio Oriente. Los países de orientación suní combaten a las organizaciones chiíes que intentan establecerse en sus territorios. Un buen ejemplo de esta limpieza religiosa se da en Yemen, pero también se persigue a opositores en Bahréin, por ejemplo.
Allí, el tribunal supremo bahrení condenó a cadena perpetua al líder del principal partido de oposición, Al-Wafeq.
Este lunes el Sheij Ali Salman, junto con otros dos dirigentes del mismo partido, Hasan Ali Sultan y Ali al-Aswad, vieron sus condenas a perpetuidad avaladas por el máximo tribunal del país, tras rechazar sus recursos.
En noviembre del año pasado se los acusó de haber “mantenido contactos con los servicios de inteligencia de Catar” para lleva adelante acciones contra el gobierno de los Al Jalifa. La denuncia dice que estos contactos se sostuvieron desde 2010.
Sultan y al-Aswad fueron juzgados en “rebeldía”, mientras que Salman cumple una condena de nueve años de prisión por el delito de “espiar para Qatar” y concretar “actos desestabilizadores”. Todos están encarcelados desde diciembre de 2014.
Qatar cambió de posición y alianzas en 2017, lo que llevó a ser señalado como colaborador del terrorismo por Bahréin, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, los aliados regionales del eje Estados Unidos-Israel enfrentados a Irán y países de su órbita como Líbano y Palestina.
Desde la revuelta popular ocurrida en 2011 en Bahréin, el gobierno actúa de manera autoritaria y persecutoria, aplicando de manera arbitraria la ley “antiterrorista”, vulnerando los derechos humanos de sus ciudadanos.