Por Rute Pina y Leonardo Fernandes / Brasil de Fato
La investidura del presidente ultraderechista electo en Brasil tuvo lugar este martes (1) en Brasília, capital del país.
Después de recibir la banda presidencial de manos del expresidente Michel Temer, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), dio su primer “discurso a la nación” desde el “parlatorio” del Palacio del Planalto, sede del gobierno federal. El mandatario prometió “restablecer el orden del país” y afirmó que combatirá la “ideologización de niños” y la “desvirtuación de los Derechos Humanos”.
Ignorando las acusaciones de abuso de poder económico por contrataciones ilegales de empresas que difundieron noticias falsas durante las elecciones, Bolsonaro afirmó que realizó “la campaña más barata de la historia”.
Aunque haya afirmado que va a respetar el Estado democrático de derecho, el mandatario señaló durante su discurso que combatirá las “nefastas ideologías”. “Me presento ante la nación este día en que el pueblo empezó a liberarse del socialismo”, afirmó.
Bolsonaro defendió una política exterior sin “sesgo ideológico”, pese a haber retirado su invitación a presidentes de países de América Latina como Cuba, Nicaragua y Venezuela, por razones ideológicas. “Vamos a quitar el sesgo ideológico de nuestras relaciones internacionales. Vamos en búsqueda de un nuevo tiempo para Brasil y los brasileros”.
En el cierre de su discurso, el mandatario rompió el protocolo y volvió a hablar frente al micrófono junto con su vicepresidente, el general Hamilton Mourão, y afirmó que “la bandera de Brasil solo será roja si es necesaria nuestra sangre para mantenerla verde y amarilla”.
Anteriormente, Bolsonaro habló por primera vez como presidente a los parlamentarios en el pleno de la Cámara de Diputados donde actuó por 27 años.
Estuvieron presentes, en su mayoría, diputados y senadores representantes de los sectores evangélicos y del agronegocio. Los partidos de izquierda PT, PSOL Y PCdoB optaron por no participar de la ceremonia como un “acto de resistencia y protesta política” debido a los “discursos y acciones que incitan el odio, la intolerancia y la discriminación” del presidente electo.
Durante su discurso, el ultraderechista reafirmó su compromiso con “reformas estructurales”, principalmente la reforma de las pensiones, una medida impopular que el expresidente Michel Temer no logró aprobar en sus dos años de gestión tras el golpe que destituyó la presidenta electa de Brasil, Dilma Rousseff.
El militar retirado afirmó que la reforma será esencial para la sustentabilidad de las cuentas públicas y prometió que el Estado no gastará más de lo que recauda. “Montamos nuestro equipo de forma técnica, sin el sesgo político que volvió el Estado ineficiente”, declaró.
También afirmó que liberará al país de la “corrupción, criminalidad, irresponsabilidad económica y sumisión ideológica” y prometió una sociedad “sin discriminación y división”.
“Vamos a unir al pueblo, valorizar a la familia, respetar las religiones y nuestras tradiciones judeocristianas, combatir la ideología de género, conservando nuestros valores. Brasil a ser un país libre de amarras ideológicas”, dijo el mandatario, que también declaró que la educación va a preparar a los alumnos para el “mercado laboral y no para la militancia política”.
Bolsonaro también volvió a defender la posesión de armas de fuego pues “el ciudadano de bien tiene el derecho de defenderse”.