Mauricio Macri, el presidente argentino, retomó sus labores, tras más de tres semanas de vacaciones. No fue a Corrientes, a interiorizarse de la situación de las casi 10 mil familias que debieron ser evacuadas por las inundaciones, ni tampoco se ocupó de la epidemia de hantavirus que afecta a más de cien personas, por la descomposición del desaparecido ministerio de Salud.
Fue a visitar a los sobrevivientes de la masacre industrial que cierra cientos de empresas por día en la Argentina. Estuvo en Tierra del Fuego y pidió que todos los argentinos y argentinas trabajen más, porque el único camino posible es el marcado por el equipo económico del Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, la noticia del día en la Argentina ocurrió en Jujuy. El sábado, el gobernador de la provincia, Gerardo Morales se reunió con la jueza que colocó para juzgar a la dirigente social Milagro Sala en la causa conocida como “Pibes Villeros”.
El político le recordó a la jueza María Alejandra Tolaba que Sala no puede ser declarada inocente, ya que este 16 de enero se cumplen los tres años de prisión preventiva, que es el límite que estipula la Constitución Argentina. Para facilitar la condena, la policía jujeña detuvo al hijo de la diputada provincial Mabel Balconte, denunciante de Milagro Sala, a la que finalmente condenaron a 13 años de prisión como líder una asociación ilícita.
Pese a la ausencia de pruebas, el tribunal que digita el gobernador de Jujuy mantendrá encerrada a la principal dirigente de la oposición y al resto de presos políticos de la Organización Tupac Amaru.
Al marido de Sala, Raúl Noro, se lo condenó a tres años de prisión en suspenso.