Por Luis Carlos Rodríguez González
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador definió su política migratoria con Centroamérica e ignoró las críticas, reclamos, amenazas y twitazos de Donald Trump. La tercera caravana migrante entró por la frontera del Río Suchiate sin necesidad de portazos, de violencia, de detenciones y del uso de las fuerzas federales mexicanas como ocurrió en los últimos días del gobierno de Enrique Peña.
Bien por el nuevo gobierno mexicano luego de algunos comprensibles tropiezos y declaraciones desafortunadas. Primero del gabinete de transición respecto a la política migratoria. Caso concreto el del hoy secretario de Seguridad Pública Federal, Alfonso Durazo, quien días después del triunfo de López Obrador anunció la creación de una policía fronteriza “altamente especializada” que “incluye impedir que las personas migrantes indocumentadas y los traficantes de personas crucen México”.
Además de la oleada de criticas por parte de organizaciones no gubernamentales, al interior del nuevo gabinete presidencial no cayeron bien estas declaraciones, sobre todo entre personajes como el subsecretario de Derechos Humanos de la Segob, Alejandro Encinas, quien desde su reciente paso por el Senado, en el gobierno de transición y ahora en su nuevo cargo, ha sido un defensor de los derechos de los migrantes.
Lo que el viento a Juárez le hicieron al nuevo inquilino de Palacio Nacional las arengas y amenazas de Donald Trump, respecto de frenar desde México a la nueva caravana migrante. Sin aspavientos, sin confrontarlo, más bien ignorándolo, López Obrador ya definió lo que se espera sea la política migratoria del sexenio. Puertas abiertas, respeto a los derechos humanos y un paso ordenado por nuestro país.
Incluso en días pasados, cuando un grupo de este éxodo ingresó a México, corearon el nombre de López Obrador como agradecimiento al buen trato que recibido por parte de las autoridades migratorias.
Nunca más la “Border Patrol” mexicana. Eso es lo que se espera y al parecer es el rumbo que se ha marcado, ello luego de la visita esta semana de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, al municipio de Suchiate, en Chiapas, donde se reunió con integrantes de esta caravana migrante. Sonrisas, apretones de manos, solidaridad y calidez. Cero persecución o criminalización.
“El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha extendido una mano generosa a esta emergencia humanitaria, las caravanas y ha aceptado el ingreso ordenado, seguro, regular de miles de hermanos centroamericanos”, posteó en redes sociales la funcionaria, quien dijo que hasta el momento el nuevo gobierno federal ha permitido el ingreso regular al país de ocho mil 727 personas migrantes de países de Centroamérica y Sudamérica.
López Obrador literalmente está liquidando, dando sepultura a la versión mexicana de la “Border Patrol” en que convirtieron en los últimos tres sexenios a los agentes migratorios, policías y marinos. Hay confianza en que no seremos más el gendarme migratorio de Estados Unidos. Tal Cual.