El biólogo Lyan Watson en su obra “Lifetide” publicada en 1979 afirma que “si un número suficientemente grande de personas (Masa Crítica) adquieren un nuevo conocimiento o forma de ver las cosas, esto se propagará por toda la humanidad”, para lo que es necesario que un determinado número de personas (Masa Crítica), alcance una conciencia más elevada, momento en que el individuo es capaz ya de realizar un salto evolutivo y lograr un cambio de mentalidad, tesis conocida como “Teoría del Centésimo Mono” y que tendría su plasmación en la sorpresa electoral de Donald Trump, candidato en principio totalmente refractario a la disciplina de partido y devenido en la “bestia negra” del establishment neocon. Así, tras el inesperado triunfo de Donald Trump en las Presidenciales de EE.UU., asistimos a la irrupción del llamado “escenario teleonómico” (en contraposición al ”escenario teleológico” actualmente vigente) y que vendrá marcado por dosis extremas de volatilidad debido a la personalidad paranoica del actual Presidente de EE.UU.
¿Está en marcha un complot contra Trump?
Hasta Eisenhower, la CIA fue únicamente la organización de inteligencia central para el gobierno de los Estados Unidos y estuvo detrás de múltiples tareas de entrenamiento de insurgentes y desestabilización de gobiernos contrarios a las políticas del Pentágono, pero los lobys militar y financiero (ambos fagocitados por el loby judío) no pudieron resistir a la tentación de crear un gobierno de facto que manipulara los entresijos del poder, derivando en la aparición de un nuevo ente (el complejo militar-industrial, en palabras de Eisenhower, refractaria a la opinión pública y al control del Congreso y Senado de los Estados Unidos). En la actualidad, la Compañía se habría transmutado en el llamado Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security) y de la hidra-CIA habrían nacido 17 nuevas cabezas en forma de agencias de inteligencia que integrarían la Comunidad de Inteligencia de EE.UU. (la Cuarta Rama del Gobierno según Tom Engelhardt), agentes patógenos de naturaleza totalitaria y devenidos en Estado paralelo, verdadero poder en la sombra fagocitado por el “Club de las Islas” de George Soros y que se habría conjurado contra un Trump partidario de una Geopolítica Primus Inter Pares entre EE.UU. y Rusia (G2).
Dicha trama anti-Trump habría sido diseñada tras una reunión celebrada en Washington en la que participaron cerca de 200 patrocinadores de la campaña electoral de Hillary Clinton encuadrados en la llamada Alianza Democracia (DA), megaorganización fundada por George Soros en el 2005 y constaría de una primera fase para torpedear el traspaso de poderes Obama-Trump mediante una “revolución patriótica o multicolor” en EE.UU. Así, según el portal Zero Hegde, las espontáneas manifestaciones populares anti-Trump habría sido inspiradas por el portal digital MoveOn.org, patrocinado por el ínclito Soros bajo el lema “Levántate y lucha por los ideales estadounidenses” y cuya segunda fase será truncar la carrera política de Trump por métodos legales (Enmienda 25 o Impeachment) o por métodos expeditivos (léase Magnicidio).
Donald Trump y la Enmienda 25 de la Constitución
El psiquiatra español Enrique González Duro en su libro «La paranoia» (1991*), afirma que “los factores desencadenantes de esta enfermedad se encuentran muy activos en individuos que presentan un acusado narcisismo y que se han visto expuestos a serias frustraciones, hallándose consecuentemente dotados de una baja autoestima. Esto provoca que se dispare en los mismos el mecanismo natural de Proyección, en virtud del cual tendemos a atribuir a otros aquellos impulsos, fantasías, frustraciones y tensiones que nos resultan inexplicables, inaceptables e insoportables en nosotros mismos”. La personalidad de Donald Trump encajaría plenamente en la descripción médica del trastorno conocido como psicosis paranoica pues su pensamiento es rígido e incorregible: no tiene en cuenta las razones contrarias, sólo recoge datos o signos que le confirmen el prejuicio para convertirlo en convicción y aunque esté aquejado de dicho trastorno delirante sería bastante funcional y no tiende a mostrar un comportamiento extraño excepto como resultado directo de la idea delirante (léase la construcción del Muro con México).
En el caso concreto de Trump, estaríamos ante un caso típico de paranoia megalómana, delirio de grandeza que provoca que el individuo se crea dotado de un talento y un poder extraordinarios debido a que las deidades le han elegido para una alta misión (restaurar el White Power en una sociedad en la que la evolución demográfica provocará que la población blanca será minoritaria en el escenario del 2043). Otro rasgo de su personalidad sería el histrionismo que le impele a “llamar la atención pública y ser temerario en sus afirmaciones sin importarle la opinión de los demás debido a su evidente falta de moralidad”, con lo que se habría abierto un nuevo frente en EE.UU. para intentar declarar a Trump «inestable mental» y aplicar la Enmienda 25 de la Constitución que dispone la sucesión del presidente «si el vicepresidente y la mayoría de su gabinete considera que está mental o físicamente inhabilitado para ejercer su cargo», tras lo que su Vice-Presidente Mike Pence asumiría la Presidencia.
¿Será el 2019 el año del impeachment contra Donald Trump?
La investigación sobre el llamado “Rusiagate” emprendida por el fiscal especial Robert Muller habría provocado las recientes detenciones del ex-jefe de campaña de Trump, Paul Manafort y de su socio Rick Gates, detenciones que tan sólo serían la punta del iceberg de la llamada “conexión rusa “ o “RusiaGate”. Así, un tercer asesor de la campaña presidencial, George Papadopoulos, tras declararse culpable de haber mentido al FBI sobres sus contactos con Moscú, estaría colaborando activamente para desentrañar la madeja de la presunta entente entre el equipo de campaña de Donald Trump y el entorno de Putin.
Los últimos acontecimientos (decisión de retirada de Siria, dimisión de James Mattis, crash bursátil en Wall Street y el cierre parcial del Gobierno), habrían provocado la ruptura de los puentes con el Partido Republicano y el Pentágono así como el desprestigio creciente de la figura del Presidente de EE.UU. en la opinión pública, por lo que de no prosperar el proceso de impeachment contra Trump en el 2019, podríamos asistir a la reedición del Magnicidio de Dallas (1963), tras lo que su Vice-Presidente Mike Pence asumiría la Presidencia para hacer que EE.UU. vuelva a la senda de las seudodemocracias tuteladas por el verdadero Poder en la sombra de EE.UU. (Cuarta Rama del Gobierno de EE.UU.).