por Silvia Lago Martínez
La ponencia que reproducimos en forma de artículo, fue presentada en el Seminario Desenredando las Redes Sociales (Quito, agosto 2018) y forma parte de la Revista América Latina en Movimiento: Redes sociales: enredos y desenredos 22/10/2018, editada por la Agencia Latinoamericana de Información.
Esta presentación tiene por objetivo compartir con ustedes algunas reflexiones acerca de las estrategias de participación e intervención política de colectivos sociales, por un lado en el espacio físico de la ciudad y por el otro en el espacio virtual, especialmente en las redes sociales digitales[1] (RSD). Entendiendo que ambas esferas públicas conforman una suerte de espacios contiguos que brindan universos diferentes y complementarios para su acción, a la vez que se transita entre la vida pública y la personal o cotidiana.
En primer lugar, vale señalar que la adopción de las tecnologías digitales (TD) y la expansión de la WEB 2.0, ha permitido a los ciudadanos el acceso a Internet y a las tecnologías digitales en general. Las redes sociales digitales son apropiadas por la población en su conjunto, con mayor o menor intensidad (o acceso) según la edad, el género o las clases sociales, de tal forma que esta tecnología devino en una apropiación social de gran envergadura.
Desde el punto de vista del activismo social y político, las RSD representan otra esfera pública además de lo que podríamos denominar el espacio público tradicional. Si bien la movilización social se focaliza en la apropiación de un territorio, la visibilización de la acción, la configuración de un actor que pueda sentarse en una mesa de negociaciones, también el activismo en las RSD es una estrategia de disputa política, así como también el uso de otras plataformas como YouTube o Whatsapp. Los teléfonos inteligentes y las plataformas se han popularizado en los últimos cinco o seis años de tal forma, que hoy en día prácticamente todos los jóvenes poseen Smartphones que permiten su participación en estas redes en cualquier momento, lugar o espacio.
Estas esferas públicas emergentes brindan la posibilidad de expresar algo sobre uno mismo, o desde el sí mismo. Esto da lugar a una corriente de trabajo muy interesante, Winocur (2017) señala que esta forma de hacer pública la vida cotidiana a través de las redes sociales implica que lo privado es público y lo público es privado. Especialmente los jóvenes sienten que su presencia en este espacio es una manera de decir «yo aquí estoy, esto es lo que pienso», lo que puede dar lugar a situaciones interesantes de elaboración de prácticas conjuntas.
Retomando la cuestión principal que nos ocupa, podemos advertir que las RSD ocupan un lugar central en la vida social y política y por lo tanto es un espacio de disputa que permite popularizar, expandir y visibilizar el accionar de los colectivos sociales.
Por ejemplo, el movimiento de mujeres y el movimiento feminista en Argentina intervienen de manera masiva en la esfera pública el 3 de junio de 2015, con el slogan “NiUnaMenos”, popularizado en las RSD como #VivasNosQueremos. Esta movilización se expresó en marchas multitudinarias en todo el país, como resultado de una convocatoria multimediática y multisectorial, que se articuló en torno a una demanda histórica del feminismo y el movimiento de mujeres. Fue convocada a través de las redes sociales, por numerosas organizaciones de mujeres, de derechos humanos, familiares y víctimas de violencia de género, artistas, intelectuales y periodistas, entre otras, y se considera la mayor movilización en la historia del país vinculada con una temática feminista. Las dos plataformas comerciales más utilizadas fueron Facebook y Twitter. Su reclamo excedió lo testimonial o la toma de conciencia, puesto que se efectúo un fuerte reclamo al Gobierno Nacional sobre la sanción y ejecución de leyes específicas y políticas públicas para contención/apoyo a las víctimas.
En este sentido, Internet aceleró y distribuyó los intercambios, transmitió mensajes, sentidos, contribuyó a la construcción de nuevas subjetividades y trastocó las nociones tradicionales de tiempo y de espacio, que ya se vienen transitando desde hace varios años. De manera que el acontecimiento #VivasNosQueremos, fue justamente esa concreción en un espacio y en un tiempo compartido en diferentes escenarios de América Latina.
En Argentina ya contábamos con antecedentes de movilizaciones generadas en las RSD, como por ejemplo los “cacerolazos” organizados en contra de la ex presidenta Cristina Kirchner en el año 2015. Esta acción demostró que las redes sociales, además de posibilitar estos acontecimientos, también generan procesos de intervención deliberada en este espacio público. Los cacerolazos contra Kirchner, que inicialmente pudieron haber surgido de manera espontánea, luego fueron dominados y dirigidos por medios opositores al gobierno, incluso por los propios Trolls del actual gobierno de Mauricio Macri, en ese momento en la oposición.
Procesos organizativos y RSD
Continuando con el movimiento de mujeres, es interesante destacar en relación a la denominada brecha de género –que parte de la evidencia de que las mujeres sufren desventajas en el acceso a las TD respecto de los hombres– que hoy en día el movimiento hace un uso inteligente e intensivo de Internet. Esto quiere decir que las mujeres compartimos con los hombres la misma posibilidad de acceso y problematización del fenómeno. El crecimiento de la movilización y el desarrollo de las apropiaciones tecnológicas, dan fuerza a un movimiento de mujeres renovado en ese sentido.
Ahora bien, sería un error pensar que las redes sociales generaron el fenómeno NiUnaMenos. Este, como otros estallidos sociales, viene de un largo proceso. Según Claudia Laudano, el movimiento feminista en Argentina tiene antecedentes de lucha desde los años 60s. Entre ellos se destaca el Encuentro Nacional de Mujeres, que se realiza anualmente en distintas ciudades del país y suma 32 ediciones al año 2018. La misma autora señala que otro acontecimiento muy importante, gestionado y organizado a través de las RSD, fue el primer paro internacional de mujeres realizado el 8 de marzo del 2017, con la adhesión de 57 países, donde la región Latinoamericana tuvo una destacada participación. Esta articulación internacional referenciada con diferentes casos, se fue desarrollando a lo largo del tiempo, lejos de ser espontánea o improvisada abarcaron un periodo organizativo muy importante (Laudano, 2018). Es decir, para poder llegar a este paro internacional de mujeres se llevaron adelante gran cantidad de acciones previas en distintos lugares del mundo.
A través de Twitter, se desarrolló una acción muy potente y planificada el 25 de noviembre de 2017, un día central en el reclamo de las agendas feministas y en particular en Latinoamérica. Con un slogan muy interesante que era «las mujeres del mundo anunciamos que nos estamos organizando» se alcanzaron los primeros puestos de las tendencias mediáticas, con diferentes hashtags. Las organizaciones invadieron Internet con muchísimas imágenes y videos de las acciones que se produjeron en el territorio en esta suerte de combinación de las dos esferas públicas, el ciberespacio y el territorio.
Asimismo, muy recientemente, la movilización de mujeres impulsó la discusión en el Congreso Nacional Argentino sobre la legalización del aborto, hecho sin precedentes en el país. Con el lema aborto legal, seguro y gratuito nuevamente se produjo una enorme movilización de mujeres (y hombres). Lamentablemente no se aprobó la ley, pero generó un importante debate que atravesó a todos los sectores de la sociedad. También produjo una respuesta furibunda por parte de los sectores más conservadores; no obstante se encuentra en las puertas de ser aprobado en el próximo año.
Nuevamente se plasmó en las redes sociales el problema del acoso y la violencia de género. Con el objetivo de hacerlo visible y público se publicaron en Internet miles de testimonios de mujeres que cuentan sus experiencias de violencia, cuestiones que hasta no hace mucho tiempo pertenecían sólo al ámbito de lo privado.
Disyuntiva
Sin embargo, como ya se ha mencionado en este seminario, de manera creciente preocupan los riesgos en la seguridad y privacidad de los datos, el peligro de censura y la falta de adaptación de estas tecnologías a las necesidades reales y específicas de los movimientos sociales. De manera que los colectivos atraviesan una disyuntiva, entre proteger su privacidad e intervenir en las RSD privativas de enorme capacidad para la comunicación y convocatoria. Reconocen que Facebook, Twitter o Instagram, potencian la posibilidad de hacer conexiones y de vincularse con otras personas a partir de intereses comunes.
En este marco, el uso disruptivo de tecnologías propietarias y la creación de proyectos propios de innovación tecnológica como las RSD libres, aún es muy incipiente, al menos en el movimiento social argentino. Algunas organizaciones, con capacidades para la creación y desarrollo de TD, intentan desarrollar espacios tecnológicos propios, pero los mismos dejan fuera a los “otros”, que es el gran público. No obstante este sujeto colectivo es cada vez más un productor activo de significados.
Por último, la promoción por parte de las organizaciones, las universidades y los activistas en su conjunto, de desarrollos propios (como las RSD libres) y la soberanía tecnológica, es muy importante. Es necesario ponernos a trabajar (o continuar trabajando) en torno a estas fricciones, en Argentina por lo menos nada se puede esperar de políticas públicas en este sentido.
Silvia Lago Martínez es profesora de la Facultad de Ciencias Sociales e investigadora del Instituto de Investigación Gino Germani, Universidad de Buenos Aires. slagomartinez@gmail.com
Referencias
Laudano, C. (2018). #8M Paro Internacional de Mujeres. Reflexiones en torno a la apropiación feminista de TICs. En Lago Martínez et al (eds.) Acerca de la apropiación de tecnologías: teoría, estudios y debates. Buenos Aires: Del Gato Gris.
Winocur, R. (2017). Desafíos teóricos, políticos y metodológicos para abordar el estudio de la participación de los jóvenes en las redes sociodigitales. Ponencia presentada en el XIX Congreso de la REDCOM, Universidad Nacional de la Patagonia, Comodoro Rivadavia, noviembre.
[1] Estudiamos esta problemática en el Equipo Sociedad, Internet y Cultura (ESIC) del Instituto Gino Germani, UBA (http://esic.sociales.uba.ar) y en el Grupo de Trabajo de CLACSO Tecnopolítica, Cultura Digital y Ciudadanía.