Juanfe Jiménez es el coordinador médico de la ONG Proactiva Open Arms y participó en la sesión plenaria titulada ‘Violencia hacia las personas desplazadas y los refugiados: ciudades santuario’ durante el Foro Mundial sobre Violencia Urbana y Educación para la Convivencia y la Paz celebrado en Madrid. Habla aquí de su trabajo, de lo que empuja a la gente a arriesgar su vida cruzando el Mediterráneo, de las posibles soluciones, del poder que tienen los ciudadanos, y de mucho más.
Video: Álvaro Orús / Editors: Tony Robinson and Juana Pérez Montero
Te refieres a la gente que salvas como ‘náufragos’. ¿Qué significa ese término para ti?
Todos aquellos que salvamos corren el riesgo de ahogarse en el mar. Tras haber salido de una playa, normalmente en Libia, en un bote de goma repleto por unas 140 personas, después de un máximo de 48 horas se les acaba el combustible y no pueden ir más lejos. Llegar a tierra firme es imposible. Las personas que encontramos son abandonadas en medio del mar sin ver tierra, sin saber dónde están o qué les espera, y sin chalecos salvavidas, ropa, zapatos, comida o agua. Si tenemos la suerte de encontrar a ese pequeño grupo flotante de personas en el mar, entonces podemos subirlas a bordo de nuestro barco, prestarles asistencia y llevarlas a un puerto seguro.
Ciertas partes de la sociedad ven a los refugiados como un peligro. ¿Qué puedes decirles?
Bueno, creo que se trata de una campaña de desinformación a través de los medios de comunicación para contaminar las opiniones de la población. En un nivel sencillo, el número de refugiados -que no puedo darles ahora porque no tengo las cifras a mano, pero cualquiera puede encontrarlas- que han llegado a Europa es ridículamente pequeño en comparación con la población total. En otras palabras, se presentan como invasoras, como consumidoras de nuestros recursos, como destructoras de nuestra calidad de vida, etc., incluso cuando su número es tan pequeño. Creo que esto es lo que está ocurriendo, que esta campaña para envenenar las mentes de la gente se está llevando a cabo por razones políticas y lleva a la población a creer que los refugiados son peligrosos. Es evidente que los refugiados están hechos de todo tipo: buenos y malos, altos y bajos, son personas, como todos los demás.
¿Quién apoya tu causa y quién está en contra?
Por parte de la población en general, creo que existe un apoyo bastante generalizado. Cualquiera que sea ligeramente humano, que tenga alguna pizca de humanidad, tiene que apoyar lo que hacemos. Los grupos que están en nuestra contra… bueno, son los grupos extremistas, la gente que publica el tipo de desinformación de la que hablaba antes. También hay instituciones públicas y autoridades políticas que ponen obstáculos en nuestro camino. Italia y Malta han cerrado sus puertos a nuestro barco, lo que constituye una violación de todas las normas marítimas internacionales y de los derechos humanos. Ni siquiera se nos permite entrar en sus puertos para llevar a bordo provisiones o cambiar de tripulación.
Hablando de acción, ¿cómo fue tu experiencia en Lesbos?
Lesbos fue el primer lugar al que fuimos. Seguíamos escuchando historias conmovedoras sobre la crisis de los migrantes, sobre las personas que corren grandes riesgos para pasar por Turquía para llegar a Grecia. Eso fue lo que impulsó a la gente que entonces dirigía nuestra organización a ir allá y ofrecer su ayuda. Eran esencialmente trabajadores de rescate. Una vez que llegaron allí y vieron lo que estaba sucediendo y que nadie estaba haciendo nada, Oscar Camps, fundador y presidente de Open Arms, creó una ONG y buscó maneras de evitar que la gente se ahogara y ayudarlos a llegar a tierra con seguridad.
¿Trabajas actualmente con los servicios nacionales de botes salvavidas? ¿Vas a ampliar tus operaciones?
Sí, hemos llegado a un acuerdo con la Seguridad Marítima Española para colaborar en las operaciones de seguridad en el mar, al sur, en el Mar de Alborán y en el Estrecho de Gibraltar. Hemos estado trabajando juntos durante dos meses. No ha habido mucha actividad, así que hemos decidido volver a Barcelona. Nuestra organización salva vidas y no queremos permanecer inactivos, por lo que nuestro objetivo inmediato es volver al Mediterráneo.
¿Cuál crees que es la raíz de este problema?
Siempre vuelvo al mismo punto. Cada vez que hablamos de inmigración, terminamos la conversación con la misma frase de «necesitamos trabajar en la causa de fondo». La gente huye de las zonas de conflicto, donde hay pobreza, terrorismo y peligro. En general, todo esto es causado por las potencias más ricas del mundo, que quieren explotar los recursos naturales o controlar las áreas alrededor de sus fronteras. Esto impide que otros países se desarrollen como deberían y significa que se descuidan los intereses de la población local. Esta gente está completamente olvidada.
¿Qué se debe hacer para resolver este grave problema y quién debe hacerlo?
No soy un experto en geoestrategia y no pretendo poder hablar de ello, pero sí creo que hay países en el mundo que tienen una gran riqueza de recursos naturales y, sin embargo, los mismos países tienen los mayores niveles de pobreza, miseria, violencia, etcétera. Creo que esto es, de alguna manera, ayudado y apoyado -o al menos no impedido- por aquellos países que podrían hacer algo al respecto. Acabo de mencionar que son un conjunto de condiciones que fomentan esta situación, como las guerras. Mientras haya guerras, habrá gente que quiera escapar de ellas. Por lo tanto, diría que, si podemos poner fin a los conflictos, nos libraremos de la cuestión de las personas que huyen de sus países. Es una solución tan simple, tan sencilla y directa que casi parece inesperada.
Es evidente que nadie quiere salir de su lugar de origen, de su propio hogar o su familia, a la que tal vez no vuelva a ver nunca más. Todo esto ocurre por una razón y requiere voluntad política para garantizar que no ocurra. También diría que los ciudadanos tenemos cierto poder para cambiar las cosas con nuestro voto; elegimos a las personas que toman las decisiones, y quizás deberíamos pensar en ese poder. Podemos movilizarnos cuando vemos que se violan los derechos humanos a nuestro alrededor y en todo el mundo, y cuando vemos que se violan las leyes y los derechos internacionales en el mar. Debemos movilizarnos. Llevó mucho tiempo ganar todos los derechos de los que hemos disfrutado desde el final de la Segunda Guerra Mundial y no puedo creer que los hayamos ido perdiendo poco a poco en los últimos años.
¿Qué se siente salvar vidas humanas? ¿Puedes hablarnos de un momento en particular?
Salvar vidas humanas es una gran frase. No me considero una persona que salva vidas, sino alguien que tiene la suerte de poder rescatar a otras personas. Es una bendición poder ir a una parte del mundo donde encuentro gente cuyas vidas puedo salvar simplemente con el gesto de extender mi brazo hacia el agua. No hay sensación más hermosa que esta; nada te hace sentir mejor que ver la cara de alguien que de repente se siente seguro y que sabe que no se ahogará en el mar.
¿Puedes comunicar tu experiencia a los demás?
Esa es la razón por la que hablamos con otros, y explicamos lo que hacemos. Es la razón por la que vamos dondequiera que la gente nos invita a hablar de lo que queremos hacer. Es obvio que nuestro entusiasmo es contagioso. Desde mi primera misión y mi primera experiencia de cooperación, siempre he regresado diciendo lo mismo: cualquier persona buena vuelve contagiada por el sentido de humanidad y el valor de trabajar juntos. Animo a todos a que lean ampliamente y aprendan acerca de los conflictos en el mundo, aprendan acerca de lo que está sucediendo, y tomen acción.
Traducido del inglés por María Cristina Sánchez