De camino para asistir al CTV+ Global Video Media Forum 2018 y al CGTN Global Media Summit celebrado recientemente en Chongqing, aprovechamos la oportunidad para visitar Pekín. Nuestra parada de tres días nos permitió ver todos los lugares «más importantes» de esta antigua capital y experimentar Pekín por primera vez como visitantes en China.
Si hay una palabra que pudiera usar para describir mi impresión más vívida de Pekín -sus hitos culturales clave, así como su paisaje urbano moderno- esa palabra sería… ¡GRANDE! Según nuestro guía, la Ciudad Prohibida es el palacio imperial más grande del mundo, el bulevar frente a la Plaza de Tiananmen es el más ancho y, por supuesto, la Gran Muralla China, que se extiende a lo largo de unas 13,000 millas -o 21.000 km- según un estudio arqueológico llevado a cabo en 2012 por la Administración Estatal de Patrimonio Cultural de China, es de hecho… largo.
Como capital de la República Popular China, adjetivos como «Enorme, Grande, Largo, Ancho» son propios de un país que alberga a unos 1.400 millones de personas. Y es comprensible que así sea, ya que los lugares que visitamos estaban repletos de gente, ríos de gente -tanto locales como extranjeros- que se adentraba en los lugares de interés cultural y los sonidos de Pekín.
Impresionante es otra palabra que me viene a la mente. Los grandes bulevares con edificios modernos que se elevan hacia el cielo, aceras anchas con árboles altos… En los más de cuarenta años después de la muerte de Mao Tse Tung, en 1976, y el final de la Revolución Cultural, Pekín se transformó en una mega ciudad moderna que puede estar al lado de otras grandes ciudades del mundo. Sus monumentos culturales y patrimoniales, que fueron profanados por la Guardia Roja, también fueron restaurados a su antigua gloria.
Mi compañero de viaje y yo nos alojamos en un antiguo patio de una casa (ahora convertida en hotel) en un tradicional hutong, nombre que fue dado a un callejón o a una pequeña calle. En el pasado, Pekín se componía de cientos de patios alrededor de la Ciudad Prohibida, y estas callejuelas se extendían en todas direcciones, conectando los diferentes patios de la ciudad. Estas cabañas se han conservado y ofrecen a los visitantes la oportunidad de experimentar la vida cotidiana de la antigua Pekín.
Desde allí, exploramos Pekín.
Primero, una visita a las tumbas de los Emperadores Ming. Caminamos a través del portal que divide el mundo humano del más allá, a través del cual 13 emperadores de la dinastía Ming, junto con sus esposas y concubinas, pasaron para su viaje al más allá.
Luego, un teleférico hasta la Gran Muralla China. Hay varios lugares donde los turistas pueden acceder a ella. Accedimos a la Muralla a través de la Sección Mutianyu y caminamos por sus baluartes y torres. Hay mucho más en la Muralla que muros. Hay fortalezas, cuarteles, torres de vigilancia y torres de faros a lo largo de las principales líneas de la Muralla. Desde aquí arriba, se tiene una vista panorámica de los cerros y valles que rodean la zona.
En la Plaza de Tiananmen, nos unimos a las multitudes de visitantes y caminamos a través de pabellón tras pabellón que se levanta dentro del gran palacio imperial que albergó a los emperadores de las diferentes dinastías que gobernaron China durante siglos. El corazón palaciego de China fue el hogar de los emperadores durante 492 años; allí vivieron 24 emperadores. Con 980 edificios en más de 70 recintos palaciegos, las salas y las murallas son un testimonio de la arquitectura china. Se creía que el emperador era el hijo del cielo; el palacio era considerado un lugar divino, prohibido a la gente común a la que no se le permitía entrar. No es así hoy.
La mayoría de los visitantes entran en la Ciudad Prohibida a través de Tian’anmen, a través de la «Puerta de la Paz Celestial». En octubre, al comenzar la temporada alta, el palacio estaba lleno de gente. Nuestro guía dice que más de 14 millones de personas visitan el palacio cada año, y es lo suficientemente grande para albergar un máximo de 80.000 visitantes diarios. Amarillo y rojo por todas partes, siendo el amarillo el color del poder y usado sólo por la familia imperial, mientras que el rojo es el color de la buena fortuna y la felicidad. Pabellón tras pabellón con nombres poéticos como el Salón de la Suprema Armonía, la corte más importante alberga el Trono del Dragón, donde los emperadores asistían a grandes ceremonias y dirigían asuntos de estado. Después de caminar por los diferentes patios, los visitantes salen por la Puerta del Poder Divino.
A continuación en el itinerario se hizo un recorrido por El Templo del Cielo donde se celebraron ritos, ceremonias y ofrendas de oración por una Buena Cosecha. Un Altar Imperial de Sacrificios, el Templo del Cielo, una estructura circular situada en lo alto de una serie de escalinatas de piedra en medio de jardines rodeados de bosques de pinos, fue construido totalmente en madera. Nuestro guía explicó que los techos tienen un significado especial en la cultura china. Sólo los palacios y casas imperiales podían tener dos techos y usar el color amarillo. El Templo del Cielo, siendo un edificio divino, tenía tres techos, y era de color azul. Un buen museo explicaba la importancia de su arquitectura y el papel que desempeñaba en la antigua China cuando una buena cosecha era de vital importancia para el bienestar del país. Su trazado simbolizaba la relación entre la tierra y el cielo, que está en el centro de la cosmogonía china, y el papel especial desempeñado por los emperadores dentro de esa relación.
Desde el Templo del Cielo hasta un paseo vespertino por el Palacio de Verano. Construido alrededor de un enorme lago cerca de la ciudad, el Emperador y su corte residían aquí para vencer el calor del verano. Hoy en día, cualquiera puede ir a pasear en bote, pasear y tener un tiempo de ocio en sus frescos terrenos.
Una visita a China no está completa sin ver a los simpáticos y adorables pandas así que fuimos al zoológico de los Panda para verlos. ¿Su actividad favorita? Comer su comida favorita, brotes de bambú y hojas. Estos pandas fueron llevados a Pekín para los Juegos Olímpicos y han permanecido en el zoológico de Pekín desde entonces. Y hablando de las Olimpiadas, pudimos ver el Nido de Pájaro y el Cubo de Agua de cerca y de forma personal.
Después de un paseo en calesa a través de uno de los muchos hutongs en los que aún viven los habitantes de Pekín, tuvimos la oportunidad de probar un almuerzo típico preparado por un local en su casa. Un almuerzo sencillo pero que llena, antes de ir al Templo de Lama.
Nuestro guía mencionó que este es uno de los templos budistas tibetanos más importantes fuera del Tíbet y que fue el primer palacio de un emperador durante la dinastía Qing. Pero hoy en día, sus salas, patios, estanques y ruedas de oración sirven como lamasería para los monjes practicantes. También conocido como el Templo Yonghe, los edificios y obras de arte del templo combinaban los estilos tibetano y chino Han. Era domingo y nos encontramos con muchos, muchos lugareños orando y ofreciendo incienso frente a las diferentes manifestaciones del Buda alojado en sus diferentes salas, exudando una atmósfera de serenidad silenciosa y reflexiva en medio de esta atareada y bulliciosa mega ciudad.
Nuestro tour terminó con una nota alta, con vistas de Pekín desde lo alto de los Jardines Jinshan. Los techos de tejas amarillas de la Ciudad Prohibida rodeados de vegetación yuxtapuesta contra el horizonte moderno fueron una buena introducción a la China como era antes y como es ahora, una aparente contradicción entre el pasado y el presente que de alguna manera logra coexistir e impulsar a China hacia el siglo XXI.
Aquí hay un enlace a un videomontaje de nuestro tour de tres días por Beijing creado por el fotógrafo y compañero de viaje, Boldy Tapales.
Traducido del inglés por María Cristina Sánchez