La teoría de que el poblamiento de las Américas se habría dado por dos grupos migratorios provenientes del noreste de Asia – población con rasgos africanos y australianos – y otro de amerindios semejantes a los indígenas actuales acaba de caer.

El estudio realizado del ADN fósil, con muestras de los más antiguos esqueletos que se encontraron en el continente, confirmó la existencia de un único grupo poblacional ancestral de todas las etnias de América.

Así, el rostro con rasgos marcadamente africanos de Luzia – como fue bautizado el cráneo de la joven paleoamericano o paleoindio descubierto en Brasil, en la década de 1970 -, fue rediseñado.

La conclusión se basa en la investigación hecha por 72 investigadores de ocho países, pertenecientes a instituciones como la Universidad de São Paulo (USP), Harvard University, en Estados Unidos, y el Instituto Max Planck, en Alemania.

Los datos arqueogenéticos -que mezclan conocimientos de arqueología y genética- muestran que todas las poblaciones de América descienden de una sola población que llegó al Nuevo Mundo por el estrecho de Bering hace unos 20 mil años.

Por el ADN, es posible confirmar la afinidad de esta corriente migratoria con los pueblos de Siberia y del norte de China. Los resultados de esta investigación se publicaron el jueves (8) en la revista científica Cell.

Reconstrucción facial
La primera reconstrucción facial de Luzia, una mujer que vivió en Lagoa Santa, en el estado de Minas Gerais hace 12.500 años, la hizo el experto británico Richard Neave, en la década de 1990.

Las formas se basaron en la teoría del profesor Walter Neves, de la USP, según la cual el pueblo de Luzia, que se refiere al conjunto fósil encontrado en Minas Gerais en el siglo 19, habría llegado a América antes de los antepasados de los pueblos indígenas actuales.

Así, el primer grupo tendría características africanas o de los aborígenes australianos. La teoría usaba como base de comparación la morfología craneana que indicaba que este pueblo era muy diferente a los nativos actuales.

El arqueólogo André Menezes Strauss, del Museo de Arqueología y Etnología (MAE) de la USP, que coordinó la parte brasileña del estudio, explica que la contribución de Neves permitió saber que había diferencias entre los habitantes ancestrales y los indígenas recientes, pero los estudios genéticos – con las tecnologías actuales – deshacen la tesis de que esa diferencia se dio en el proceso migratorio entre continentes.

«Esta conexión con esta población anterior de África no existió. La diferencia entre Lagoa Santa y los nativos actuales tiene origen dentro de la propia América «, dijo.

El nuevo rostro de Luzia lo hizo Caroline Wilkinson, de la Liverpool John Moores University, en Inglaterra, especialista en reconstrucción forense y discípula de Neave.

Los descendientes de la corriente migratoria ancestral que llegó por América del Norte se diversificaron en dos linajes hace cerca de 16 mil años.

Los integrantes de uno de los linajes cruzaron el istmo (pequeña porción de tierra) de Panamá y poblaron América del Sur en tres grupos consecutivos y distintos.

La primera llegada ocurrió entre 15 mil y 11 mil años atrás, y la segunda se dio hace, como máximo, 9 mil años. El estudio señala la presencia de ADN fósil de las dos migraciones en todo el continente sudamericano. El tercer grupo es más reciente -hace cerca de 4,2 mil años- y se estableció de forma concentrada en los Andes centrales.

Los datos genéticos muestran que el pueblo de Luzia tiene fuerte conexión con la cultura Clóvis, un linaje de humanos que hizo el trayecto norte-sur hace unos 16 mil años.

No se sabía hasta entonces que este grupo había migrado hacia el sur. Esta población, sin embargo, no perduró por mucho tiempo.

«Desde unos 9.000 años atrás desaparece, y la sustituyeron los antepasados directos de los grupos indígenas que habitaban Brasil durante el período colonial», indica el estudio. No se conocen los motivos que llevaron a la desaparición de los grupos Clóvis.

Contribución

Strauss explica que la nueva técnica de arqueogenética trae informaciones que hasta entonces no eran accesibles a los arqueólogos.

«Esta abre grandes posibilidades analíticas, no sólo de relaciones de ancestralidad, mestizaje, determinación de sexo, establecer relaciones de parentesco, investigar el fenotipo, investigar enfermedades, investigar el metagenoma, es una infinidad de tipos de estudio e informaciones que podemos obtener», resaltó.

Él explica que estos avances tecnológicos se dan desde,aproximadamente, los últimos diez años, especialmente por la participación del Instituto Max Planck, y están revolucionando los estudios arqueológicos.

En el caso de los fósiles de Lagoa Santa, una de las dificultades fue la extracción del ADN, considerando el clima tropical, el cual deteriora más rápido el material genético.

«En 2012, hicimos los primeros intentos, aún un poco tímidos. Al inicio no estaba resultando, lo que nos llevó, al menos, dos años para aprender cómo era un protocolo de extracción de ADN que funcionara para Lagoa Santa «, relató.

El instituto alemán, sin embargo, ya había logrado extraer ADN neandertal en 2010. De los 49 individuos estudiados, siete esqueletos con edad entre 10,1 mil y 9,1 mil años provenientes de Lapa del Santo, refugio rocoso en Lagoa Santa.

Además de Brasil, también se usaron fósiles de Argentina, Belice, Chile y Perú, en total 15 sitios arqueológicos.

Strauss destaca que los próximos pasos de la investigación involucra el aumento de muestras de ADN para entender con más detalle el proceso de ocupación de América.

«Encontrar otras poblaciones, otros sitios arqueológicos y esqueletos, de los cuales podamos extraer el material genético para entender cuándo exactamente esa población llegó, cuál es su relación con otras poblaciones», explicó.

Un laboratorio de arqueogenética se debe montar en Brasil, en la USP, en 2019. «Esperamos ser un centro que atraiga a los colegas latinoamericanos para realizar los análisis aquí, siempre en colaboración con los colegas de Europa y Estados Unidos», dijo el arqueólogo.

Se encontraron fragmentos del cráneo de Luzia entre los escombros del Museo Nacional, en Rio de Janeiro, consumido por un incendio el día 2 de septiembre – Léo Rodrigues/Agência Brasil
Cráneo de Luzia
Casi un centenar de cráneos, encontrados en las excavaciones de Neves y Strauss en los últimos 15 años, se encuentran actualmente en la USP. Otros fósiles están guardados en la Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais.

Según la Fundación de Amparo a la Investigación del Estado de São Paulo (FAPESP), financiadora de campañas de excavación, la gran mayoría de este acervo arqueológico estaba depositada en el Museo Nacional, en Rio de Janeiro, consumido por un incendio el día 2 de septiembre de este año.

El cráneo de Luzia estaba expuesto en el museo al lado de su busto con sus rasgos hecho por Neave. La representación del rostro original se perdió en el fuego, pero hay copias. Afortunadamente, los fragmentos del cráneo se encontraron entre los escombros.

Se trata de uno de los más antiguos fósiles ya encontrados en el continente americano. «Es natural que se extienda, lo que se ha observado, a los 12 esqueletos analizados ahora, lo que es bastante. Prácticamente todos ellos apuntan hacia la misma dirección, entendemos que Luzia también lo sea. Por supuesto, que no podemos estar seguros sin analizar el fósil «, explicó Strauss.

El mismo informó que se debe extraer ADN de los fragmentos del cráneo de Luzia, recuperados del incendio, cuando la curaduría del Museo Nacional libere el material.

«El material fue expuesto a temperaturas altísimas y si hay una cosa que al ADN no le gusta es de calor, porque fragmenta el material. Tenemos que mantener las expectativas controladas», finalizó.

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