Por Nolverto Guerra/Revista Norte
El Chef personal de Juan Manuel Urtubey hace dos años que cobra como Agrupamiento Político. Ahora, por contrato del gobierno, Urtubey también le paga $2.232.000 por 12 charlas para enseñar a “comer sano y barato” a los pobres. Mientras cerca de 400.000 salteños no tienen para su subsistencia básica y hay hambre. Alimen’dar’ lo llaman, evidencia de la ideología que lo sostiene.
Su tocayo Juan Manuel Cabrera no solo conoce los secretos del paladar de Juan Manuel Urtubey. También es beneficiario de la generosidad del Gobernador con el dinero ajeno, es decir, del Estado. Por el Decreto 1317 publicado en el Boletín Oficial el pasado 9 de este mes se aprobó el Contrato celebrado el 27 de Julio de 2018 mediante el cual el Gobierno de la Provincia de Salta contrata a la Fundación MABRA que preside la esposa del Chef urtubeycista, Nadia Mabel Cabrera –quién se dice muy amiga de la señora Isabel Macedo–, para que brinde 12 charlas sobre «cómo aprender a cocinar saludable y a bajo costo»; típico de los Tips que surgieron en estos tiempos y se propagandizan a favor de la gente pero que esconden la miserabilidad del poder de turno. No es casualidad entonces, como se lo atribuye orgullosamente el mismo gobernador, que haya sido Macedo quien aportó su gran idea para el nombre del programa: “AlimenDar”, propio de las Damas de la Caridad de antaño que ya creíamos superado; aunque aquellas muy poco o nunca se animaron a nombrar tal miserabilidad como un “Programa de Estado”.
El Ministro de la Primera Infancia, Juan Abeleira, lo justifica expresando que la gente en vez de gastar en carne ahora puede aprender a hacer milanesas con poroto negro, por ejemplo; y lo dice mientras paga 2 Millones 232 Mil Pesos por 12 charlas a las que la Provincia promociona y por las que asume todos los demás costos de «la capacitación».
El Chef Cabrera, seguramente, no solo debe saber cocinar de rechupete sino que debe tener una verba convincente y elegante para que la gente indigente muerta de hambre soporte una charla de cuatro horas con las tripas silbándoles sin siquiera un mate cocido.
Poner a un chef ante la humillante pobreza es, cuanto menos, un gesto de desprecio y esconde una soberbia que agravia y humilla. Es un acto de hijiputez repudiable que denigra al mas débil. Es propio de quien instruye que tiren desde un avión los raquíticos bolsones de mercadería desde el aire a personas desesperadas con hambre, como se vio hace unos meses en el norte de la provincia. Desprecio total al ser humano solo por ser pobre.
Mientras el pobrerío aleccionado cómo debe ahorrar y aprovechar mejor sus magros alimentos en sus chozas y en medio de la miseria de siempre, el chef instructor corre presuroso a cobrar sus mas de dos millones de pesos que gustoso paga el gobernador a la vez que muestra en todas las pantallas de la provincia la publi de lo que llama “Programa” Alimendar.
Pero si Juan Urtubey se deleita con las delicias culinarias de Cabrera, los pobres –que lógicamente no pueden comprarse siquiera lo mas indispensable para una comida– son agredidos con videos en pantallas gigantes donde se les muestra decorados platos de ficticia comida generosa. De eso presume el aspirante a Presidente de la República. Increíble.
El viajero y despreocupado Gobernador está más comprometido en su alocada y costosa pretensión presidencialista que en ocuparse responsable y seriamente de mitigar el sufrimiento de los pobres de esta Provincia. Para Urtubey hoy eso no es su prioridad. En su más íntima convicción se dirá: siempre hubo pobres y siempre los habrá. Así completará sus 12 años de gobierno con la desvergüenza del abandono y la desidia. A Urtubey no le roza que Salta sea una de las provincias con más pobres en el país. Ante todo impone su ego inocultable.
De sus incesantes viajes en el avión Leard Jet de la Provincia jamás sabremos sus costos. Seguramente son millonarios. Y para Juan Urtubey son más importantes y necesarios que el preocuparse de la falta de trabajo, de la muerte de un indigente, de las tasas de femicidios, del deterioro de Salud, de la desnutrición o de mortalidad infantil.
Ya lo dijo cuando en el sufrido Norte las inundaciones hicieron estragos. Refiriéndose a los pobres el gobernador dijo: “Es paradójico ver que perdieron todo, y al lado no perdieron casi nada porque no tenían casi nada”. Reconozcámosle que fue cruelmente sincero –aunque haya sido por lapsus, por intención o ignorancia– y que esta vez no ocultó lo poco que le importan los pobres.